Eligió ponerse un nombre de origen bíblico que significa estrella y también vanidosa. El apellido es la palabra en inglés que equivale al espectáculo de variedades. Vanessa Show, la primera vedette trans de la Argentina, murió este viernes a los 72 años, en el sanatorio de La Providencia, uno de los varios centros de salud de la Ciudad de Buenos Aires que utilizan los afiliados a la obra social de la Asociación Argentina de Actores.

“Despedimos con profundo pesar a nuestra afiliada… alcanzó una gran popularidad y marcó el camino para futuras generaciones. Nuestras condolencias a sus seres queridos acompañándolos en este duro momento”, comunicó la entidad gremial tras su fallecimiento.

Había nacido en setiembre de 1945, durante el gobierno peronista, en la santiagueña La Banda, como la legendaria abuela de los Carabajal y la zamba. Arrancó su carrera multifacética en Buenos Aires con sólo 17 años, junto a las grandes Nélidas de entonces: Roca y Lobato, en el teatro Maipo. También fue modista.

En los comentarios a una de sus necrológicas, sus seguidores escribieron cosas como:

“Mis condolencias para sus seres queridos. Que descanses en paz. Siempre me acuerdo de tu ‘robo por acá, robo por allá’. Era una SEÑORA, recuerdo cuando decía que era ‘ridículo (que) flor de la v se proclamara mujer. Directa, frontal… descansa en paz reina”.

Corrientes esquina Champs Elysees, Pourquoi pas?, Las gatas calientes en el tejado del Corrientes y La revista del tercer sexo fueron algunos de los títulos de los shows en los que participó. En cine, filmó Las píldoras con Darío Víttori y la inolvidable Susana Brunetti, y giró por Francia, España, Alemania, Suiza e Italia con distintos tipos de presentaciones.

Durante los años de plomo fue amenazada y perseguida por la organización parapolicial triple A y se exilió en Europa para volver en los 90 y protagonizar el cortometraje Diva, de Juan de Francesco, y escribir sus memorias en el libro Es verdad.

Decía Vanessa Show: “Siempre me llevaban presa de la nada, donde querían. Por eso me fui. Trabajé en Roma, Génova y París. Amo a la Argentina, aunque solo me dio la nacionalidad. Lo que gané, lo gané afuera, pero invertí en mi país”.

La artista provenía de una familia adinerada. “Pero las familias de antes te daban una paliza para matarte. Nunca quise a mi padre. Cuando me besaba, me limpiaba la cara". La causa de ese rechazo por su progenitor era el maltrato que ejercía contra su madre. "Intuía que le pegaba. Un día estaba dormido y le gatillé el revólver en la boca. Si hubiese salido el tiro, no me hubiera arrepentido”, contó.

Orgullosa de su lucha y de su dignidad, hace un par de años dijo durante una entrevista televisiva que se había hecho sola, en la época de la dictadura. “No había boliches gay, ni café concert, ni nada”. El camino que recorrió fue una construcción impensada. “No pensaba ni ser travesti. A los seis meses de estar ya con la Lobato en El Nacional yo me miraba y sentía que era raro estar bailando ahí. Cuando viajé por primera vez al Maipo vi a Juanita Martínez, y no quise ser ella sino el bailarín”.

Durante las Paso de 2021, se hizo viral por ir a votar en dos ruedas. “Vanessa Show llegó al cuarto oscuro en bicicleta”, decía el zócalo de Crónica TV. Y durante una charla con el actor y periodista Ángel Pedro Etchecopar, por C5N, le dijo: “Baby, vos tenés en frente tuyo a una persona que nunca mintió en la vida. Fui de frente, y no me arrepiento. No me fue mal en la vida. Cuesta un poco más por la hipocresía y la falsedad de la gente, pero es maravilloso. Me libera, yo soy esto, y si no les gusta bien, sino se van a la puta que los parió. Así de simple”.

En Instagram, la honran con sus fotos con plumas rosadas y mensajes que dicen: “Vuela alto, hermosa mariposa libre”. “Pionera, legendaria y revolucionaria de la identidad travesti”.

En abril de 2009, Juan Tauil escribió para este mismo suplemento “Llegó desde su tierra natal, Santiago del Estero, y comenzó su carrera de bailarín rutilante en el Maipo, de la mano de Eber y Nélida Lobato. Al poco tiempo, convertida en la deslumbrante Vanessa Show, brilló en la época de oro del café concert. Políglota, internacional, glamorosa y orgullosa, recuerda lo bueno y se ríe de lo malo.

¿Cómo fue tu niñez? “Hija de ganaderos y matarifes de origen árabe con muchísimo dinero, de clase alta, súper alta. Mi abuelo era de Alejandría y mi abuela, marroquí. Al tema de mi sexualidad, si es eso lo que me preguntás, no sé cómo se lo tomaron. Me importó tres carajos si lo tomaron o no lo tomaron. A mí que no me jodan. Así nomás. Ante todo, el respeto. Y eso se gana ubicándose primero. (…) Cuando mis padres se separaron yo me vine para Buenos Aires y no volví nunca más. Yo supero las etapas. Las cosas feas de la vida. Si las recordás, las sufrís dos veces, pero como me lo preguntás, te contesto”.

Cuando me vine para acá trabajé lavando copas, pelando papas… el dinero se lo quedó mi padre con sus abogados tránsfugas que desheredaron a mi madre. Simple. Eso fue a mis 12. A mis 15 me vine y me enteré de que no podía trabajar sin autorización delo padre. Me tomaron igual. Llegué a Retiro a las 2 de la tarde, me metí en un hotel pulguiento, yo llevaba una valija de cartón, fíjate vos, y a las de la mañana agarré el diario. A las 6 ya estaba trabajando de lavacopas en un bar. Eso sí: la premisa era lavar copas el primer mes y después chau”.

Unas, unes y otros coinciden en su belleza y su frontalidad. El retrato que le hicieron en el Foto Studio Luisita, cuya foto forma parte de la exhibición Las metamorfosis (en el Malba) se capturó antes de que saliera a escena en Europa en Buenos Aires, a mediados de los setenta. Lo tomó la cineasta experimental Marie Louise Alemann (1927-2015, madre de Katja), pionera de ese estilo junto a Narcisa Hirsch.

Alemann registró la energía y seducción glam de Vanessa, produciendo una intimidad invisible en ese tiempo. Entre maquillaje y brillo, la luz dibuja un arcoíris que queda plasmado en la imagen súper 8. De esa manera se imprime el primer símbolo de la diversidad en el cine argentino. Nada menos.