Sobre las giras de los músicos hay muchos mitos. De los grupos de tango suele decirse que van a forrarse en euros en dos meses y vuelven después de una caravana imparable de lujos primermundistas. La realidad dista bastante de eso: horas con el culo en un micro, un tren o un avión barato, apiñados en hostels o departamentos prestados, rascando la guita de las comidas para que el esfuerzo rinda. Eso sin contar otros sinsabores, los artísticos, que también pueden asomarse cuando el público no comparte el idioma en que se le canta. A esas peripecias y desventuras le dedicaron el disco Moderno Trovador Juan Villareal y Patricio Crom. Un disco intimista, de guitarras que alternan energía y melancolía, curtido en noches de milongas bajo cielos de distintas estrellas y atravesado por las ganas de cantar “las tristezas propias”, después de mucho tiempo de interpretar las ajenas. “Es la primera vez que un tango me dice exactamente qué sensación mía estaba ahí, en cada estrofa me acuerdo qué lugar de la gira recordé pasarla mal cuando lo escribí y lo noto muy sincero desde mi sentimiento”, sintetiza Crom.

Villareal y Crom tienen muchos proyectos musicales –no es novedad para los músicos de tango-. Villareal, por ejemplo, hace años es el cantor de la Orquesta El Arranque. Pero la dupla que construyeron juntos es especial y se nota en la entrevista con Página/12, una mañana cualquiera en Almagro. Y pese al planteo inicial de la tristeza que ponen sobre la mesa, saben que no necesariamente se condice con quienes son o con todo lo que propone el disco. “Hay algunos temas tristes pero en la forma de tocar, en las melodías que creamos, aunque hay un par que son medio bajoneras, creo que hay cierta frescura y que el disco no te lleva a esa tristeza, la música lo sostiene en un lugar un poquito más arriba”, reflexiona Villareal.

“A nosotros nos parecía importante hacer este disco, empezar a ir por el rumbo de componer, poner en palabras determinadas cosas que nos pasan”, explica Crom. “A veces intento explicarle a mi familia, porque todos tienen otras profesiones, que yo me levanto a la mañana y tengo que lograr progresar en algo que nadie me está pidiendo, ¿viste? Porque nadie se despierta diciendo ‘espero que Pato esté estudiando para ser mejor guitarrista y que componga un tema nuevo’. Nadie. A lo sumo Juancito, pero tampoco. Entonces es como un constante fortalecimiento de la convicción y la profesión para algo que es muy del amor y la militancia. Porque este disco no lo sacamos porque vamos a ganar plata, tampoco, ¿entendés?”

Musicalmente, ambos reconocen que el fuerte de la dupla se encuentra en lo rítmico (por algo su trabajo previo es un ep en elque versionan en guitarra temas de D’Arienzo) y lo melódico, que no se enroscan en las armonías ni en ciertas elaboraciones formales. “Nos interesa la canción y el cincuenta por ciento de la canción es la melodía”, apunta Villareal. Desde el D’Arienzo en guitarras para Crom, encontraron el sonido justo del dúo. “Fue cuando Juan se pasó al guitarrón, que le dio más cuerpo, una manera más pesadita de tocar”, puntualiza.

-¿Será por eso que el disco no tiene un sonido tan oscuro como el tema o la corriente predominante de su generación haría suponer?

P.C.: -Creo que nosotros no somos personas oscuras, somos personas muy contentas.

J.V.:  -También... una cosa no quita a la otra. Que haya oscuridad y que haya problemas no quiere decir que no haya felicidad por otro lado, nosotros mismos un día estamos tristes o enroscados con la política pero no sé, ayer nos juntamos y estábamos todos cantando y divirtiéndonos. Tampoco es que estamos haciendo tangos contentos, “ay, qué feliz que estoy”, no, Tiene algo que ver con algo más amable en el sonido, en la música. Porque ya tanta oscuridad y desidia la ves. No querés más, porque ya la vivís, la sentís, está en el aire, está alrededor tuyo constantemente.