Dicen que fueron mil novecientas ocho tiras. Que en sus inicios estuvo ligada a la promoción de electrodomésticos. Que el padre de la protagonista iba a llamarse Alberto. Que tuvo un hermano mayor, además del pequeño Guille. Que su creador es comparable con artistas de la talla de los Beatles y Picasso (y que Manolito era el único que le sacaba carcajadas). La notable serie documental Releyendo: Mafalda (estreno este miércoles 27 por Disney+ y Star+) depara tantas sorpresas, en tanto derriba mitos y se pregunta tal como lo hacía esa nena iquisitiva de 6 años conocida en todo el mundo. Imposible no lagrimear y sonreír con este trabajo que se encomienda a la tarea tan noble como emotiva de revisar el trabajo más popular de Quino. “Es una obra maestra, una historieta cinética, conocía tan bien las reglas que pudo romper con todo”, dijo su directora, Lorena Muñoz (Yo no se que me han hecho tus ojos, Gilda  y El Potro), en una conferencia de prensa de la que participó Página/12

El título de la producción es bastante indicativo de las intenciones de esta empresa de cuatro capítulos. “Es volver sobre la historieta pero desde un punto de vista diferente. Desde donde fue concebida, su germen, como se la construyó, como vinieron los personajes, hay especificaciones de alguna tira en particular. Y están las relecturas que hacen los entrevistados", apunta la realizadora. Por un lado, a modo de inserts, hay un elenco de celebridades nacionales e internacionales (Manu Ginóbili, el colombiano Andrés Parra, Julieta Zylberberg, el español Santiago Segura, Gabriela Sabatini, Cecilia Roth, y un larguísimo etcétera) se entregan a los cuadritos en los que Mafalda cuestionaba al globo terráqueo y su contexto. El aporte más suculento, sin embargo, está en la opinión y exploración gráfica que hacen colegas como Rep, Tute, Maitena, Liniers o el chileno Montt. Es un placer verlos replicar el trazo del ilustrador nacido en Mendoza y explorar la morfología de los personajes.

También rankea alto el momento en el que desentrañan algunas de sus tiras. Singularmente, una de las preferidas tiene como protagonista a Felipe. Es aquella en la que el más dientudo y soñador de la banda sale disparado al ver a Muriel, su amor imposible que lee en una plaza, hasta darse cuenta de que no tendrá el coraje para hablarle. “El movimiento dentro del cuadro, cómo Quino va cambiando la mirada del lector obligándote a detenerse en cada imagen, va de derecha a izquierda y luego de izquierda a derecha, hay una multiplicidad de Felipes que crea una traza de movimientos. Es muy cinematográfico y novedoso para su época”, agrega la responsable del envío.

Releyendo: Mafalda es, a su vez, una mirilla sobre quién era el hombre detrás del artista gráfico alabado por Umberto Eco, distinguido con la Orden Oficial de la Legión de Honor en Francia y el Premio Príncipe de Asturias en España. La misma persona que en público era un monumento a la timidez, la reflexión y travesura, tal como lo recuerda su editor Daniel Divinsky. El proyecto, cabe decir, nació hace poco más de un lustro y contó con la aprobación de propio Quino, fallecido en el 2020. “Me voló la cabeza estar con la familia, sus sobrinos, entre ellos el que sirvió de inspiración para Guille. Me acercaron material de archivo y contaron cosas muy personales. Es increíble el amor que tenía por su mujer, lo cual habla mucho de él más allá del Quino que uno se imagina”, explica la directora.

La tercera línea del material -que es parte de la selección oficial del Cannes 2023- queda para el análisis del impacto sociocultural de Mafalda y su vigencia. Ahí están Rodrigo Fresán comparando a Manolito con Elon Musk o Juan Sasturain precisando cómo Mafalda surgió en un momento muy especial de clase media argentina, que la recibió como propia, “la hizo su emblema y le otorgó su palabra”. La directora del documental, de hecho, se siente parte de eso que declara el escritor. “Soy del ’72, en casa Mafalda estaba siempre presente, yo se la leí a mis hijos, vivo muy cerca de donde Quino construyó e ideó a Mafalda. Así que mi vínculo con Mafalda empieza como fan y lectora”, asegura Muñoz.

-¿Qué descubriste vos en esta relectura?

-Había un montón de cosas que desconocía. Todo el plano familiar, el amor con el que hablaba de su mujer, todo su costado feminista. Me pareció muy interesante que a veces no tuviera ganas de hacer su trabajo y corriera con las fechas de entrega. Creo que lo humaniza bastante al personaje detrás de Quino.  Es un ídolo, sigue siéndolo, pero saber que como creador pasaba por lo mismo que cualquiera mientras hacía una obra maestra es muy revelador. Era una persona muy sencilla, de perfil bajo, no estaba tan expuesto, era de los que hablaban a través de su obra.  Su obra tenía una fama y una trascendencia impactante, pero él era bastante reservado. ¿Se puede separar la obra del artista? Yo creo que no. Y él fue muy consecuente con eso. 

-¿Cuáles fueron los criterios en relación a la selección de los entrevistados?

-Fue muy difícil la selección y parte de un gran equipo. Por un lado, está la familia muy involucrada con todo el proyecto. Después, están los historietistas que hablan como pares y amigos, como es el caso de Rep y Maitena. Pueden hablar de la técnica y el dibujo, pero cuentan muchas cosas desde lo emocional por el vínculo que tenían con Quino. Y por último están los personajes ligados a la cultura internacional. Todos ellos en alguna entrevista habían declarado que amaban Mafalda y por eso los convocamos. 

-¿Y qué notaste de su reacción?

-El amor universal a Mafalda. ¿Y quién no puede amar a Mafalda y a sus amigos? Hay uno, en especial, que amás y odiás: Susanita. Todos los entrevistados sintieron que era algo especial justamente porque no hay una serie sobre Mafalda. Era hora de que existiera. Nadie quiso quedarse afuera. 

-Tras repasar su vida y obra, ¿qué pregunta le hubiera hecho a Quino?

-Me hubiera encantado tomarme unos mates... ¡nunca sopa! Creo que me hubiese quedado en silencio. Él eso lo hacía de manera magistral. Era una sabio en eso de escuchar, observar y luego poder volcar su mirada en su obra desde un lugar totalmente humano. Así es como una historia, de un lugar muy chiquito de Buenos Aires, ciento por ciento porteña -porque no es argentina, es porteña-, terminó por llegar a todo el mundo. Me hubiera gustado poder observarlo y verlo trabajar.