Alza el teléfono en algún lugar de La Habana, a unos setecientos kilómetros de Bayamo, la ciudad donde nació. Transcurre un impasse de la gran gira hispanoamericana que ha titulado Canciones de Siempre. Al momento del llamado proveniente de PáginaI12, se estaba tomando unos días para descansar, y otros para atender medios periodísticos de los países que aún le queda visitar, entre ellos Uruguay, Chile y la Argentina, donde cantará el viernes próximo a las 21, en el Teatro Coliseo (Marcelo T. de Alvear 1125). “Estoy en La Habana, sí, y vivo aquí. Lo que pasa es que hay algo que crea confusión, porque mi esposa es de Galicia, y yo me muevo mucho hasta allí… voy y vengo para visitar a su familia, y llevarle a nuestros dos hijos. Pero vivimos en Cuba”, aclara él. Y ahí queda. Pablo Milanés no quiere hablar de esa hermosa isla a la que tanto le cantó. Y a la que indudablemente ama. “No pienso hablar de esto, porque ya se ha hablado demasiado. Prefiero utilizar mis palabras para referirme a cuestiones culturales, artísticas, musicales, llámelas como quiera, pero no estimo la idea hablar de política”, se planta el cantautor, y recién revelará el por qué al final de esta charla. 

Mientras tanto, empieza por el nombre que le puso a la gira (Canciones de siempre) que no solo contiene los clásicos, sino que incluye temas poco conocidos. Un plan B, en el que uno de los fundadores de la nueva trova no suele incurrir. “He tratado de recuperar canciones poco conocidas, que formaron parte de discos pasados, y que para mí tienen una constancia y mucha actualidad, pero por diversos y raros motivos, no fueron de las escogidas por gran parte del público como sus preferidas. A veces pasa que la gente se queda con la canción que tú menos esperas. Bueno, eso suele pasar, y la cuestión es que quiero recuperar algunas de ellas y ponerlas en los recitales que estoy haciendo en el continente”, señala el cantautor, que ya probó la receta en varias ciudades de España y México y, según él, resultó muy bien. “Espero que pase lo mismo en el resto de América, en las ciudades y pueblos que me falta recorrer”, es la expresión de deseos de Milanés, que por supuesto irá mechado esos mencionados lados B con un repertorio convencional forjado durante más de cuarenta años y cincuenta discos: “Yo no te pido”, por caso. O “Para vivir”, “Ya ves”, “Yolanda”, “Quien me tienda la mano al pasar”, “El breve espacio en que no estás” y “Años”, entre otros, además de algunas piezas de Renacimiento, su último disco a la fecha, publicado en 2013. 

–¿Se encontró con alguna sorpresa, con alguna reacción inesperada por parte del público en los lugares en que ya tocó? El foco de la pregunta, claro, se vincula a las canciones menos conocidas, que decidió revisitar. 

–Claro que sí. Eso sucede porque entre un público fanático y a veces tan numeroso, siempre hay alguien que conoce todo el repertorio de uno. Es gente que ha seguido tu obra, y que por supuesto sabe de memoria todos los temas. Inclusive sin que yo las cante, o cuando las canto. Me pasa mucho que me piden canciones extrañas, y yo me quedo frío porque no las tengo montadas, no las tengo en el repertorio, no las ensayé con el trío, y no los puedo complacer. Por eso, precisamente, he tenido la iniciativa de incluirlas ahora. 

Algunas de las canciones hechas a un lado durante mucho tiempo, y que Milanés decidió volver a iluminar son “Todos los ojos te miran”, cuya letra alude a un romanticismo de los de verdad (Todos los ojos te miran / todas las manos te tocan / todas las palabras que provocas / van gritando generosas / que te ansían). También “Amor que cantas la noche”, bello tema compuesto junto a Sandra Pérez, o la cíclica  “Mi nostalgia”. “Son canciones que no se conocen demasiado y que, cuando el público las escucha, las admite enseguida. Lo más llamativo, para mi gusto y, por lo que puedo llegar a apreciar, para el del público también, es que esas canciones nunca se ponen viejas. Son canciones que tienen cierta atemporalidad y que puedes cantar en cualquier etapa”. 

–Porque son temas que hablan del amor, tópico universal y atemporal si los hay.

–Exactamente. Pero hay otro detalle: también he comprobado que la música tampoco se pone vieja. Menos aún las amorosas que decidí volver a cantar después de mucho tiempo. Amorosas y que presentan conflictos, como pasa con “Años” o “Para vivir”. Son canciones de amor que, si bien no son convencionales, sí son universales y atemporales, como dice usted, porque tienen la misma validez hace cuarenta años que hoy. Por eso las canto y las cantaría cuando fuera. 

Tras haber tocado en un sinfín de formatos durante cuatro décadas, Milanés ha decidido volver al trío (piano, bajo y batería, en este caso) y admite que tal formación tiene sus bemoles, sobre todo en el uso de la voz. “Hay que cuidarla mucho porque cuando el formato es más grande te puedes dar algunas licencias, pero cuando somos tres nada más, hay que cantar mejor”, se ríe el morocho calvo. “Sucede que quedas más expuesto, y creo que me he puesto yo mismo la soga al cuello. En fin, fue una decisión musical, porque con el formato anterior llevaba muchos años, y tenía la necesidad de experimentar con un trío, porque he visto que hay mucha más intimidad entre los músicos, y su relación con las canciones. Los matices se muestran de otra manera, hay una dinámica grupal diferente, más evidente. Además, se notan mejor las texturas de tu voz cuando cantas. He querido tener esa experiencia, y está resultando buena, muy linda”, apunta el músico, cuya extensa discografía completa se reeditará en la isla, dentro de unos meses.

–Es importante lo que dice de la voz. ¿Se siente cómodo cantando, hoy? ¿Llega bien a los tonos más exigentes?

–Cómo no, cómo no… si, lo que más me asombra es que puedo adaptar mi voz al formato de trío, perfectamente. Y esto es importante por lo que decía antes relacionado con eso de poner la voz y sus matices al frente. Espero que vaya mejor en la Argentina, porque la última vez que estuve, hace cuatro años, tuve una indisposición, una pancreatitis alimentaria aguda, que me obligó a suspender el concierto que estaba dando en el Teatro Gran Rex. Si bien milagrosamente me curaron y pude actuar tres días después, no fue lo mismo. Me sentí muy mal aquella vez, pero ahora voy en las mejores condiciones. No sé si al público le gustará pero por mi parte pienso dar un recital bellísimo con mi nuevo trío.

No es la primera vez que Milanés (74 años a la fecha) toca en trío. “Hace mucho tiempo he cantado en tríos convencionales, que eran una cosa parecida a los Panchos”, refiere él, acerca del período temprano de su trayecto, en el que puso su voz al servicio de Los Caballeros, Los Armónicos o el grupo de boleros Los Tres Ases, allá por el primer lustro de la década del sesenta del siglo pasado. Era el momento en que salían de su pluma tempranos éxitos como “Tú, mi desengaño” y el sintomático “Mis veintidós años”. Eran las épocas, también, de los negro spirituals que abordó junto al Cuarteto Rey, o del grupo vocal los Bucaneros. Después llegarían sus trabajos junto al GES (Grupo de Experimentación Sonora), como el maravilloso Cuba Va, grabado junto al buró en ciernes de la Nueva Trova (él + Silvio Rodríguez + Noel Nicola) en 1971. 

“Yo he cantado desde coral hasta a capella, pasando por orquestas sinfónicas, orquestas de jazz-band, de soul, de salsa, de música charanguera, todo, pero volviendo a lo del trío, he cantado canciones muy modernas con esa formación. En los Tres Ases, por ejemplo, tocaba Héctor González, un guitarrista de jazz extraordinario, y yo cantaba canciones al estilo de los Panchos pero muy modernizadas, como los grupos norteamericanos de aquella época. Era un trío muy avanzado, y nosotros tocábamos con ese estilo. Fue la mejor experiencia que tuve a principios de los sesenta”, refiere el cantautor, cuyo primer disco en solitario llegó en 1973, se llamó Versos Sencillos, y es un trabajo dedicado a interpretar imprescindibles versos de José Martí. “Yo me hice profesional en 1959 cuando tenía 15 años, y empecé a trabajar en todo tipo de formatos. Como decía antes, tuve un montón de experiencias antes de llegar a la nueva trova… casi diez años, diría. Después sí arranqué con ella. Eramos músicos cuya conciencia era hacer algo nuevo con las letras y las músicas cubanas. Y lo logramos. Fue un movimiento que se expandió… fueron años muy intensos”, evoca Milanés, dueño de discos solistas excepcionales como El Guerrero y Comienzo y final de una verde mañana, y especialmente Querido Pablo, trabajo publicado en 1985, con la colaboración de Chico Buarque, Mercedes Sosa y Luis Eduardo Aute entre muchos otros

–¿Recupera alguna canción de la década del sesenta y su trabajo con el GES en esta gira “atípica”, por llamarla de alguna manera?

–No. Ahora no. Las que hago son de los años setenta en adelante, de cuando empecé a grabar discos, en 1973. 

–El primero fue el de Martí y estaría bueno traer su recuerdo en estos tiempos raros, complejos, que corren en América Latina. ¿Qué representa Martí hoy, para el continente?

–Creo que fue el más grande pensador americano. Es mi rotunda declaración, con toda la convicción del mundo. El fue un tremendo demócrata, un tremendo luchador, además de ser un hombre que supo agrupar todo lo que brillaba en el firmamento latinoamericano, en general, y en el cubano, en especial. Además, ha tenido la virtud de adelantarse cien años o más… sus ideas aún predominan en América. Es más, yo pienso que el día que estas se impongan, América va a ser un continente feliz, porque creo que el continente todavía no lo ha entendido… aún falta conocer más sobre su pensamiento.

–Hoy se nota más la carencia, parece…

–Por eso es importante difundir todo su pensamiento, sea en el lugar que sea. Martí es un patriota cuyas frases o lemas hay que saber utilizar.

–¿Va a decir por qué no quiere hablar de Cuba?

–Se lo explico así: vienen los Rolling Stones a América, y nadie les pregunta por el Brexit, o los graves problemas que hay en el continente europeo; llega un norteamericano y nadie le pregunta por las barbaridades que está haciendo Donald Trump en Estados Unidos, y cuando va un cubano a cualquier lado siempre se le pregunta sobre política, y cosas así. ¿Por qué ocurre eso?... bueno, por eso no hablo. 

–¿Y de la Argentina?

–No me gusta meterme en problemas de otros países porque además voy en calidad de invitado, no como protagonista político.