PáginaI12 En Ecuador

Desde Quito

En la tercera ronda de conversaciones en Quito, Ecuador, los negociadores siguen envueltos en el tema que, en el caso de los Diálogos de La Habana, dio el giro de “no retorno” en el proceso de paz con Farc: la tregua bilateral. En el caso del ELN el cese al fuego se discute desde que se iniciaron los diálogos, en febrero de este año, trabajando en paralelo en dos submesas para sacar adelante al tiempo el tema nuclear de la agenda de esta mesa: la participación política. 

Sin embargo, aunque hay preacuerdos como el desminado humanitario o unas audiencias de participación, éstos no se materializan todavía porque el gobierno los condiciona al desescalamiento del conflicto. Así lo confirmó el jefe de la delegación de gobierno, Juan Camilo Restrepo, a este diario. Es absolutamente indispensable, aseguró Restrepo, que el ELN renuncie a practicar las hostilidades contra la sociedad civil durante el tiempo que dure el cese al fuego. Detalló que se trata en específico del secuestro –que el ELN llama retención–, los atentados contra infraestructura –petrolera, principalmente– y las hostilidades contra la población civil no combatiente. 

Por su parte, esa guerrilla de origen guevarista que nació de la Revolución Cubana ha dicho a medios de comunicación que en la actualidad los pocos avances para materializar los preacuerdos se dan porque el gobierno está condicionando todo al cese. “El ELN presentó los llamados alivios humanitarios. El gobierno incluye temas como el secuestro y la infraestructura petrolera. Ahí está la puja que tiene detrás la sombra del modelo de paz”, dice el analista Víctor De Currea-Lugo en su columna semanal, en la que añade que, aunque no hay una fórmula mágica para hacer la guerra, algunos esperan una rápida fórmula para hacer la paz. 

Una tregua sacada del sombrero mágico de la paz no ha podido hallarse en pocos meses de conversaciones, lo que genera incertidumbre en la sociedad colombiana que, afanada por el cambio de gobierno nacional el año próximo, les pisa más fuerte el aceledador a los Diálogos de Quito que a los de La Habana, cuyos resultados hoy son una realidad. Aunque la implementación del Acuerdo Final de Paz está empatanada en muchos aspectos –sobre todo en la seguridad para ex combatientes y líderes sociales y en la oferta estatal para la reintegración de los farianos– hay grandes avances, como el cimiento legal para la participación política de la organización guerrillera. Ayer, domingo 27 de agosto, las Farc iniciaron el congreso constitutivo de su partido político, cuyo nombre aún no se define, y que cerrará el 1º de septiembre con un gran concierto en la emblemática Plaza de Bolívar en Bogotá. Este paso, el de aspirar al poder por la vía política en vez de las armas, es el que también quiere conseguirr el ELN sentado hoy en Quito. Pero no es lo único. Lograr que la sociedad civil –ausente orgánicamente en los diálogos de La Habana, donde gobierno y Farc fueron los protagonistas– se apropie de estas conversaciones y sean sus necesidades y exigencias las que se escuchen y tomen en cuenta en el futuro acuerdo de paz, es la gran apuesta del Ejército de Liberación Nacional de cara a una lucha popular de más de medio siglo.

Para llegar a ese final feliz, en estos inicios de las conversaciones se vuelve indispensable concretar un silencio de los fusiles. Como lo explicó a PáginaI12 el número dos de esa guerrilla, Pablo Beltrán, el ELN insiste en que está realizando su máximo esfuerzo para lograr una tregua bilateral, pero que si no fuera así tienen aún la opción de declarar un cese unilateral, como lo hicieron las Farc cuando estaban en La Habana. La diferencia ahora es que los “elenos” están jugados por un cese temporal, y no uno definitivo como resultó ser el de las Farc; además, el de los farianos llegó más de un año después de sentarse en la Mesa de Conversaciones, que duró cinco años en total. En Quito apenas van siete meses del cara a cara que, de llegar a buen término, terminaría con la guerra de guerrillas en Colombia.

De pactarse el cese, bien sea por ambas partes o de declarar uno por su cuenta el ELN, aunque sea temporal, el proceso con esa guerrilla despegaría con un aire de confianza que exige la sociedad civil en momentos de la llegada del Papa. Para De Currea-Lugo, “las partes deben tener en cuenta que no se trata solamente de un acto de terquedad para ‘medirse el aceite’, ni tampoco porque venga el Papa. Se trata de avanzar en crear realidades de paz que le permitan a la Mesa avanzar y, lo más importante, que desatasque el tema de la participación, el real punto 1-A de la agenda y de la construcción de paz”.

Un fin de semana con la delegación de paz del ELN en Quito fue el espacio para contarles a los medios alternativos de comunicación en Colombia cómo, desde su perspectiva, avanzan los diálogos que cargan con la esperanza de la “paz completa” para un país que lleva más de medio siglo de guerra. La voluntad de cesar la guerra de parte de la segunda guerrilla de Colombia fue palpable. No nos pararemos de la Mesa, insistieron los elenos, hasta lograr un acuerdo.