Suele decirse que son los poetas quienes tienen las palabras definitivas.
Y yo soy solo un ciudadano latinoamericano que no encuentra las palabras para expresar lo inabarcable de las emociones que, como a millones de hombres en el mundo, pugnan por salir de nuestro pecho ante la noticia de la muerte de Fidel Castro. Pues, más allá de que el comandante ya hace décadas era inmortal, se va también parte de nuestras vidas, de los que éramos jóvenes cuando aconteció la revolución cubana, ese ejemplo de lucidez y dignidad que nos hizo soñar que una sociedad más justa, de verdaderos hermanos, era posible y estaba la alcance de nuestras manos.
Después ha ocurrido todo lo que sabemos. Fuimos jóvenes cuando el mundo fue más joven que nunca y hoy estamos aquí, en este punto, en el que ese mundo, se ha vuelto un lugar inimaginablemente decadente y atroz.
Es por ello que Fidel está y estará más que vivo que nunca, pues su grito de Venceremos, su sueño, como el de todos los hombres generosos del mundo, es la única posibilidad de salida para nuestra castigada humanidad.
Alguien dijo que " a la vida le gustan las simetrías " y fiel a ese poético pensamiento, Fidel se marcha un 25 de noviembre cuando se cumplen exactamente 60 años desde que zarpara de las costas mexicanas, el Granma, la embarcación que lo llevara a Cuba dando comienzo a su revolución y que hoy sigue siendo la inmensa pequeña isla, donde aún habita la utopía en este planeta.
A los 90 años el Comandante vuelve a embarcarse en el Granma ahora para zarpar definitivamente al lugar donde viven los hombres ejemplares.
*Actor
Un hombre ejemplar
Este artículo fue publicado originalmente el día 29 de noviembre de 2016