Desde hace un par de días en todo el mundo, cae sobre los desprevenidos lectores y amantes de lo deportivo un vacío e interesado aluvión de información. Tiene que ver con los nuevos deportes o actividades deportivas, con los que el Comité Olímpico Internacional (COI) accedió a los requerimientos de los organizadores o responsables económico- ideológicos de los Juegos de Los Angeles 2028.

En definitiva, habrá en el Programa Olímpico de 2028 varios nuevos deportes. Dos de ellos son muy poco conocidos y claramente minoritarios en su práctica, incluso en su país de origen, como el Flag Football y el Lacrosse.

En tanto, que otras disciplinas fundadoras e históricas del deporte moderno, mientras han guardado prudente silencio de las novedades, deben hacer malabares para mantenerse en la superficie de los deportes visibles. Esto se debe a los múltiples intereses en juego, y el impulso del marketing y las imposiciones del mercado de los denominados eSports, que parecen colonizar a base de supuestos beneficios económicos al mundo deportivo e inclusive al otrora conservador COI.

Si se trata de dinero y visibilidad mediática, es claro que la gran mayoría de los deportes tradicionales hoy están en peligro.

La voracidad e ignorancia disfrazadas de modernidad y cambio, conforman un cóctel tóxico al que solamente con gran persistencia, honestidad intelectual e información adecuada se puede combatir.

Si bien casi toda actividad física o deportiva debe ser bienvenida, no es correcto que se confunda un simple juego de coyuntura, con un deporte olímpico.

En el caso del Lacrosse, es un juego proveniente de los pueblos originarios del norte de América, y que luego de algunos cambios y fluctuaciones en el siglo pasado, ha decrecido en cuanto al nivel de participación e importancia aún en los pocos países que lo practican. El mismo apostará a ser revitalizado con esta candidatura universal, que además probablemente tenga como objeto instalarlo definitivamente como nuevo deporte olímpico, en reemplazo de otro de equipo.

Otro aún más insólito es el caso del Football Flag, que se originó en las bases militares de los Estados Unidos, como una variante del Football Americano a inicios de los años '40 .

A la tremenda tensión emocional de los jóvenes soldados que partían para combatir en la Segunda Guerra Mundial, se la buscó suavizar con la práctica de actividades que les brindaran alguna diversión. De allí nace este pariente muy cercano del Football Americano en el que no hay contacto físico, sino que solamente el rival toma las banderas o pañuelos de color, que cada jugador lleva colgando en su cintura.

De esa manera se evitaban las lesiones entre los soldados, quienes paradójicamente o no, eran enviados unos días después a combatir y morir en el frente.

Lógica y procedimientos absurdos que el ser humano parece querer perpetuar de diferentes formas, aún en el deporte.

* Ex Director Nacional de Deportes.