PáginaI12 En Colombia 
Desde Medellín 

Sin los tabacos y cafés entre guerrilla y gobierno en los momentos más difíciles del Proceso de Paz, sin la brisa isleña, sin el sol iluminando los días más grises de los Diálogos de La Habana, la suerte de la salida negociada a la guerra Colombia sería otra. Cuando pocos países y gobernantes del mundo creían en la Paz de Colombia -y aún los mismos colombianos- Fidel Castro abrazó como nadie la posibilidad de terminar nuestro conflicto gracias a la palabra. Sin Fidel ni Raúl, quien impulsó literalmente el primer apretón de manos entre el líder de las Farc y el presidente Juan Manuel Santos, esta negociación con la guerrilla más vieja del continente no habría tenido el desenlace actual.
“Las FARC-EP, alzadas en armas en Colombia contra un régimen antidemocrático y violento, nos hallamos en La Habana, en conversaciones con el gobierno de nuestro país, con miras a conseguir el fin del conflicto y de las causas que lo originaron. Sobra recordar el papel que en esta solución política y civilizada ha desempeñado la histórica dirigencia de la revolución cubana. A Fidel, queremos ofrecerle la paz en nuestro país, como el mejor regalo de aniversario. Gracias por existir, Comandante”, le decía Rodrigo Londoño “Timochenko”, comandante en jefe de las Farc, a Fidel en agosto pasado cuando cumplió sus 90 años.
Con frases pausadas, el más grande de los Castro fue el primero en invitar a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia a considerar la opción negociada para terminar la guerra. Diego Martínez, asesor jurídico del Proceso de Paz, recuerda que fue el legendario comandante quien llamó la atención a las Farc: “En estos tiempos, en el mundo de hoy, ninguno vencerá por la vía armada. Ustedes pueden ganar el poder por la vía política”. El compromiso de Castro con la paz en Colombia lo llevó incluso a escribir un libro dedicado al tema. “Es un tema sobre el que prometí escribir”, dice la primera frase de la introducción en la que detalla su desacuerdo con el fundador de las Farc, Manuel Marulanda “Tirofijo”.
La captura y retención de civiles, también nombrados como secuestro en Colombia, fueron unas de las acciones de la guerrilla más criticadas por Castro. “Es conocida mi oposición a cargar con los prisioneros de guerra, a aplicar políticas que los humilles o someterlos a durísimas condiciones en la selva. De ese modo nunca rendirían las armas, aunque el combate estuviera perdido (…) Debo añadir que los prisioneros y rehenes le restan capacidad de maniobra a los combatientes”, decía el líder en 2009, cuando su libro iluminó una generación de guerreros que hoy están dispuestos a dejar sus fusiles a cambio de amnistías, verdad y participación política.
En un tono cálido, como el de los garantes cubanos que apaciguaron los humores cuando el Proceso de Paz quería irse al pique, Fidel Castro le insistió a las Farc en que la lucha armada no era el camino. Esa fue su primera y gran contribución al fin de la guerra en Colombia, para luego abrir las puertas a las negociaciones secretas donde, no solo con hospedaje, alimento y paisajes tranquilos, ayudaron para construir la agenda de conversaciones que luego discutió la Mesa instalada en 2012. Los cubanos, le cuenta Diego Martínez a PáginaI12, fueron muy importantes en la definición de la metodología y la agenda, y “aunque son un pueblo con dificultades económicas, albergaron las delegaciones de guerrilla y gobierno aún en medio del desgaste político que podría vivirse”.
“Gracias Fidel por su inmenso amor por Colombia. Que el acuerdo de paz de La Habana sea nuestro postrero homenaje”, le dijo Luciano Marín “Iván Marquez” al recién desaparecido comandante desde su cuenta de twitter. El inolvidable Fidel invirtió corazón e intelecto al estudiar la guerra colombiana logrando incluso posicionar sus críticas a “Tirofijo” y la práctica del secuestro que la guerrilla abandonó en medio de los Diálogos de La Habana.  “Si nos preguntan por el modelo de hombre nuevo, por el paradigma del revolucionario y el estadista universal, sin dudarlo responderemos: Fidel, siempre Fidel”, decía Timochenko en el último cumpleaños del barbudo mayor.
El presidente colombiano Juan Manuel Santos también reconoció el papel de Fidel en la búsqueda de la paz en su país. “Lamentamos la muerte de Fidel Castro. Acompañamos a su hermano Raúl y a su familia en este momento. Nuestra solidaridad con el pueblo cubano. Fidel Castro reconoció al final de sus días que la lucha armada no era el camino. Contribuyó así a poner fin al conflicto colombiano”, aseguró el mandatario, quien puso en debate del Congreso el Nuevo Acuerdo de Paz que, escrito letra a letra en Cuba, contiene la paciencia que Fidel siempre aconsejó para una tarea de este tipo. Cada página del texto huele a café caliente, tabaco rubio y nostalgia por la ausencia del máximo líder revolucionario que, apenas fue firmado el renovado acuerdo final en Bogotá, se despidió de este mundo.