Otro ejemplo de los conflictos que pueden desatarse a raíz del blanqueo puede verse en el caso de la familia propietaria de la siderúrgica italiana Techint, varios que cuyos integrantes se acogieron a los beneficios del perdón fiscal en magnitudes más sustanciales que las de las Awada o Gianfranco Macrì. 

Su fundador, el capitán de artillería milanés Agostino Rocca, fue el principal asesor siderúrgico de Benito Mussolini, quien le encomendó la conducción de una industria estratégica para el esfuerzo bélico. Agostino tenía dos hijos, Roberto y Anna María. Terminada la guerra, el artillero Rocca estableció en la calle Matteotti 1 de Milán la Compagnia Tecnica Internazionale, Techint. Luego se trasladó a la Argentina donde, con capitales italianos y alemanes ansiosos de dejar Europa, retomó la tarea interrumpida por la invasión de los aliados. Cuando su hígado dijo basta, en 1978, lo sucedió su hijo, Roberto Rocca, quien  a su vez dividió las operaciones entre sus hijos. En Agostino (n) delegó la producción de aceros planos (Ternium) y la presidencia del grupo, y dejó al menor, Paolo, a cargo de los tubos sin costura (Tenaris). Los hermanos mantuvieron una permanente enemistad, hasta la muerte de Agostino en un accidente aéreo en 2001. El tercer hermano, Gianfelice, vive en Milán, donde está casado con una de las herederas de la editorial Mondadori, dirige el negocio de Salud de la familia, Humanitas, que presta servicios de alta tecnología a hospitales, y viene rara vez a la Argentina. El actual jefe del grupo, Paolo Rocca, en su juventud militó en Poder Obrero y, según cuenta algunas noches de alegría, también en las Brigadas Rojas. 

Anna María Rocca se casó con el amable y chispeante Luiggi Bonatti. Entre los cinco hijos que tuvieron están Roberto y Elena Bonatti. El ingeniero Roberto Bonatti integra el Consejo de Administración de Tenaris y ha trabajado muchos años en Venezuela. Elena es psicóloga pero se ocupa del campo y en tareas de beneficencia en la provincia de Corrientes. A diferencia de su hermano mayor, al apellido paterno suma el Rocca, en homenaje a la imponente figura del Nono Agostino. La enfermera Marcela Rocca es otra prima de Paolo Rocca y se dedica a tareas de beneficencia igual que Elena Bonatti. Estos tres benefactores que la familia Rocca dio a la humanidad, que no son personalidades centrales del grupo y que se la pasan inagurando bibliotecas y unidades asistenciales, blanquearon centenares de millones de pesos. No es de extrañar, si la revista Forbes incluye al primo Paolo entre los 300 hombres más ricos del mundo. Elena Bonatti sumó dos aspirantes a la herencia, con la adopción de dos chicos criollos, un hombre y una mujer, hoy adolescentes, que hicieron sus estudios en el Colegio Cristóforo Colombo. El mayor, Agostino Bonatti Rocca, es el tercer miembro de la familia que lleva el nombre del fundador del linaje.