Que la fauna política (y esa tradición popular de rebautizar al mandamás de turno) no tape el bosque, o que al menos disponga de una breve pausa sanitaria. En octubre de 2023 en Argentina, pensar en algo que interrumpa la neurosis colectiva parece imposible y puede dar hasta culpa. Entonces, dentro de esta licencia, y con la ficción acentuada que brinda la música, reinventamos la narrativa: Young Miko se presentó por segunda vez en el país con dos noches en C Complejo Art Media.

Buenos Aires fue el destino elegido para cerrar su Trap Kitty Tour. Pero esta gatita boricua no es dañina, no seduce por encargo y se hace amiga de sus históricas presas: el Conejo, aka Bad Bunny, quedó impresionado al escucharla y decidió que ella junto a Villano Antillano fueran las que abrieran los shows de Benito en Puerto Rico en 2022. ¿De qué manera puede introducirse una artista abiertamente lesbiana a la estirpe de traperos y reggaetoneros que atienden colectivos sólo cuando les combinan con sus barras? ¿Cómo hacerse notar entre aquellos que hicieron girar la rueda del perreo?

Planes y mesura es un camino. Y hacia allí parece avanzar la Baby Miko. Ese camino ya la hizo escalar varios peldaños en el Monte Rushmore del bellaqueo. Grabó con Bad Bunny, Yandel, Brrray, Balvin, Tokischa, Bad Gyal, Cazzu, Karol G y más. Seis meses después de subirse al escenario del Lollapalooza Argentina, Miko volvió al país. Euforia de debut, arrebato térmico o impacto de primera impresión, su show de marzo condensó una fuerza que esta vez no estuvo. Una fuerza que esa vez pudo sostenerse a pesar del desfavorable contexto de un festival.

OddMami se encargó esta vez de los shows de apertura. Y ese clima aniñado define a sus asistentes: "No hay gente chica acá, son todos de más de 20", se asombra alguien (de no más de 13) entre sus amigas (que acortan la espera con juegos de palmas). En ellas puede marcarse el punto cero de la inocencia hacia su objeto de interés. Llevan un cartel que declara: "Miko tenés mikorazón". Lo lúdico del juego verbal quedará desplazado a medida que el público se apoltrone sobre las vallas, donde los mensajes aumenten de voltaje y las tangas vuelen en todos tamaños y texturas. Un gesto que inhibirá aún más a la artista.

Foto: gentileza de prensa Young Miko

Miko es tímida. Muy tímida. Y no lo puede disimular. A su pudor lo enfrenta con lo que dice en sus canciones: una retahíla de maneras en lasque la seducen las mujeres. Una puesta en escena sin aditamentos, un hype man apenas correcto y la simpleza de las visuales, harán más evidente la necesidad de arrojo. Por momentos será algo incómodo ese juego. Los cantos para exigir "que se saque todo" y su pedido por avanzar con lo previsto porque la arenga la pone nerviosa. Su baile con las manos cubriéndole la cara de la vergüenza. Con gorro e íntegramente de negro, su sobriedad la puertorriqueña parecerá perfecta para interpretar el interés romántico de Honeybear en Betty (esa entrañable serie de amigas skaters).

Su voz es uno de los elementos que contrasta la falta, y llama la atención por su gravedad. La Baby Miko completará el show de casi una hora mientras las imágenes de fondo pasan de un cisne caribeño a una cascada de ventanas de Windows durante Riri, tema que emplea el lenguaje del tecno amor ("Bebesita, tú solo indica/Un corazón y emoji, yo sé que significa/Ella se va viral en IG cuando publica/Me dijo que sus captions siempre me los dedica, ah"). ¿Cómo se siente la estética retro 2000 para alguien que nació en 1998?

Un punto que ya es tendencia en los shows de artistas latinos tiene que ver con la descuartización de las canciones. Hay un notorio desinterés en su construcción y sobre todo en el sentido colectivo que comprende la música. Los temas con colaboraciones suelen cortarse atentando contra los climas, dejándote con las ganas. Eso se sintió mucho en Art Media, porque Miko integra la marquesina de dos de las canciones más potentes del año: rompe en Colmillo, de Tainy con J Balvin y Jowell & Randy; y es a la vez la dupla de Bad Bunny en Fina, de su último álbum. Pero si en una receta sólo se enseñan los ingredientes base, algo falta. Una conducta que responde a pensar la música como una plataforma publicitaria.

Es tan invasiva la presencia del celular en los recitales que ya ofrece una colección de usos -aparentemente complementarios a la experiencia-. Si bien hoy no le pasarán teléfonos a la artista para que grabe un clip testigo, estarán los demás: los que se filman cantando, los que registran porque no ven nada y quienes están igual de desorientados, entonces usan el dispositivo del vecino para lograr pescar algo. Todas estrategias suplentes de algo que debería garantizar la entrada por sí sola.

El domingo no habrá bises ni invitados (el sábado estuvo Nicki Nicole para hacer 8 AM) y el final se sentirá algo abrupto, con el anuncio de un after party en Niceto Club. Tal vez estaba guardando energía para ese bonus track. Una gatita que está aprendiendo el efecto que tienen sus garras. Lo importante es nunca dejar de tirar pa'lante.


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