Metal, así describe su sonido la Villana; un material frío y descarnado que toma temperatura al primer cambio de beat o ante el primer comentario de quienes se atrevan a definirla. Su glosario, ése que ofrece en las canciones de su debut La sustancia X, sí responde a una vibra metálica, aunque no metalera: es afilado, certero y atemporal.

Allí, como un código que responde al "soundtrack de su transición", la portorriqueña nos invita a su historia: revolucionaria, poderosa, decolonial y transmaricona. Con el objetivo de asir la soberanía de su cuerpo, una faraona soberana lista para enriquecer cuanto territorio explore. Y sí, quizás su rutina sea menos grandilocuente, y los hechizos que diagraman la obra Villana no permitan que se los describa, pero porque están digitados dentro suyo.

► Heroínas y villanas

Una de sus tareas favoritas es fumar porro mirando dibujos animados. Una tarde estaba en pantalla Las Chicas Superpoderosas, una serie innovadora en varios aspectos, como incluir un personaje queer: diablura de bota alta llamada Él. Aunque no fue eso lo que consagró la epifanía. Desde el opening (que va cantando la receta de las pibas de rabia multicolor), Villana sintió que por ahí podía empezar a agitar su pócima.

Contaba con ventaja, porque esta cocinera tiene ingredientes de reserva como para alimentar a un batallón de comensales. Ideal con un menú donde los gramajes se desbordan, porque para conservadoras, las recetas de libro. Desde la portada turmalina, Villana aclara sobre sus efectos desde el vamos: el primer tema del disco es Precaución: esta canción es un hechizo.

¿Cómo conjugar el deseo y la libertad teniendo en cuenta cómo funciona la industria? En un mercado cada vez más violento, que pone cada vez más reglas para mantenerse vigente, "en la conversación". Sacar un single cada determinado tiempo para conservar la posición en los charts, los vínculos con las plataformas, todo eso inevitablemente choca con la creatividad, porque no es algo que pueda practicarse a demanda. No se puede componer canciones como si de comentarios de streamers condescendientes se tratase.

  • ¿Existe ese panorama o es una ilusión? Debe ser muy desmotivante a la hora de crear, ¿cómo te llevás con eso?
  • Wow, es una pregunta que nunca me hicieron. Y es bien compleja. Yo no sigo las reglas. Esa no la tengo: seguir el jueguito, o jugar con todas las instrucciones. Pienso que es poco sensato creer que una sola persona, una artista, pueda cargarse de todo eso. Veo que las personas que pueden hacerlo es porque tienen privilegios, tienen un acceso súper facilitado a un montón de cosas. No es lo mismo para mí, cuando empecé no tenía acceso a nada, ni a grabar ni a sumergirme en el mundo de la industria musical para poder empezar.

  • ¿Y ahora?
  • De ahí finalmente como que conseguí eso, y el ránking y el respeto y toda la vuelta. Tengo estas cosas a mí disposición pero es una tarea tan monumental que conlleva a un montón de otra gente. Hasta el momento, todo lo que hago sale de mí: escribo, estoy metida en la producción. No tengo gente que me esté pitcheando canciones (NdR: "señalándoselas" a las plataformas de streaming para persuadirlas de que las sumen a sus playlist editoriales, lo que da más oportunidades de difusión) mientras yo estoy en otra. Para mí es un proceso muy orgánico y por eso soy ese tipo de artista, una que tiene que vivir para crear.

"Pero también hay algo de chulo en poder jugar esa vuelta", dice Villana. "Y cuando yo me quiera pone' pa' esa vuelta, lo voy a hacer, pero no es algo que pase todo el tiempo y ciertamente elijo mis batallas, y hacia dónde me voy a tirar, pero lo que se vive hoy en la industria no antepone ni salvaguarda la integridad ni el bienestar del artista. Para ellos, eres una máquina, ¿me entiendes? Crea crea crea crea crea y olvídate de si las cosas tienen sentido o no. Lamentablemente, así se está creando el arte hoy, a un paso desenfrenado. Yo sigo para lo que tengo que seguir."

Hay una lectura muy peligrosa en el discurso contemporáneo, que iguala los números al talento, como si llegar a tantos millones de reproducciones fuese garantía de calidad. Cuando se le pregunta por eso, la Villana revolea los ojos en forma de respuesta, dando casi un giro completo.

► Perreo combativo por quienes ya no están

En julio de 2019, la postal que recorrió el mundo para ilustrar las movilizaciones para exigir la renuncia del Gobernador Ricardo Rosselló tenía tres caras. Las caras de tres hombres esculpidos por esos privilegios de su género que les abren las puertas de todos los destinos. Ricky Martin, Bad Bunny y Residente se erigían para representar el triunfo de un pueblo, la consagración de una demanda colectiva contra un poder execrable, de violencia y homofobia contenidas. Puerto Rico, la isla donde todo verbo se envuelve fuego, cuna del reggaeton y el goce, el elogio a la desmesura y el erotismo sin mandamientos, vivió una etapa de hartazgo ante lo establecido. Y ese retoce consiguió desbancar a su hasta entonces representante.

Al margen del tridente célebre que consiguió que las protestas ocupen espacio en los zócalos de los canales de noticias, es claro que no eran los únicos allí. En el fuera de marco, mientras el fotógrafo buscaba esa épica Instagram, el colectivo LGBT+ no veía alterar su pulso al reventar sus megáfonos para nombrar a compañeres que ya no están. En medio del perreo combativo (nombre que recibió el baile que se practicaba para bancar la parada de las marchas), poniendo el cuerpo desde lo más literal, para recordar que a la opresión se contesta con lo intempestivo de los cuerpos en éxtasis, en ese lenguaje del sexo explícito llamado reggaeton, la Villana estaba ahí.

Y su recuerdo de la bandera, junto a la de PR en la puerta del Capitolio, es una imagen que no va a borrarse jamás. Es parte de una historia que escribe con certeza y sin miedo, para marcar el camino a quienes sigan y que esos próximos capítulos no se construyan desde el margen. Y como para eso falta tiempo, sus movimientos son espinosos y de huella indeleble.

Villano Antillano en el Lollapalooza Argentina 2023 | Foto: Alejandra Morasano

  • ¿Cómo recibiste la intensidad del público argentino en tu show en el Lollapalooza y cómo fue tu experiencia tocando por primera vez acá?
  • Me divertí mucho, me encanta esa euforia, esa energía. Y siento que estar ahí, en esa tarima, no se entiende hasta que se vive. Es una adrenalina súper increíble de la que te vuelves un poco adicta y buscas en todas partes, pero es brutal. Tengo unos recuerdos hermosos de Argentina, son muy bellos y les tengo un cariño muy particular.

  • En septiembre volvés para hacer un Vorterix, ¿qué debería esperar tu público?
  • Será diferente, porque voy a llevar un show enteramente mío. Si bien una lleva su magia a un festival, acá puedo controlar todo: el ambiente, la estética. Estamos súper enfocados en poder brindar como una noche sumergida en esta magia de la resistencia de la mariconería caribeña, que es lo que yo conozco y es desde donde yo creo y hago mi magia.

Es real que durante el desarrollo de un festival, los motivos que conducen a sus asistentes a pararse frente a un escenario pueden ser bien dispares. Además de la temperatura agónica -no había puesto de hidratación que aguante-, su show se programó bastante temprano y con una duración insuficiente. Su próxima visita, entonces, viene a repartir bellaqueo por partida doble: que a esa proclama ardiente le faltó demostrar más trucos; y que no se confundan, que ella trasciende a las claras al hit viral del productor de gorra.

► El susto y la sustancia

Su misión en la música es educar, no tanto desde la palabra sino con la acción, ocupando espacios que históricamente fueron ocupados por hombres cis heterosexuales. El temple y la claridad necesarias de una buena pedagoga. Así se la puede ver frente a la burda missgendereada de parte del conductor boricua Molusco, o dejando en evidencia, a través de su cuenta de Twitter, el descontento frente a las fotos que usaron para su nota de tapa en la revista Glamour España donde, ignorando sus elecciones, "buscan controlar la narrativa e imagen del movimiento trans".

También, diseccionó su entereza retórica ante la caterva de comentarios posteriores a aquella BZRP Music Sessions #51 que la tuvo de protagonista. No vaya a ser cosa que se les pegue una canción de una artista diferente a lo que su mente de 480p les repite todos los días. Pegada como alquitrán les queda la lógica binaria...

  • Tu disco se llama La Sustancia X. ¿Cuáles son los elementos que para vos, a la hora de componer, no pueden quedar fuera nunca?
  • Soy muy crítica con lo que hago, tengo la vara muy alta y busco impresionarme, que algo me vuele la cabeza. Escribo absolutamente todo, me he volado la cabeza un par de veces, y digo wow, esto es un nivel al que no habíamos llegado. Busco eso, estoy siempre detrás de ese feeling constante, y a medida que una crece y se hace más pro, ese feeling se hace más difícil poder discernirlo. Pero para mí lo que no puede faltar es ese elemento de empoderamiento: que la música te haga sentir, no necesariamente por lo que estoy diciendo, sino por lo que te hace sentir el conjunto. Hablo mucho del "metal del sonido". ¿Hacia dónde me lleva? ¿Me hace sentir mala, poderosa, me hace sentir que puedo salirme con la mía en cualquier ámbito? Eso para mí es lo que no puede faltar, ese elemento que lo anclo con lo divino, lo femenino. Ese momento de virar las cartas, y de pronto soy la que está arriba.


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