Jueves a la noche, charla con amigues. De algún modo llego a comentarles que recientemente aprendí que Lady Gaga, mujer percibida como cishetero, se apropia de la lucha LGBT; sí, así como se lee. Explico que está intrínsecamente mal que ella sea un ícono de una comunidad de la que no es parte, o aún si lo fuera, que sea referente sin abiertamente militar una identidad sexual o de género socialmente cuestionada. Una identidad que aún hasta el día de hoy a muches les cuesta la vida, que necesita urgentemente ser normalizada, que por más que "¡hoy en día está re aceptado!", nos siguen despreciando, ninguneando, acusando de loques cuando reclamamos nuestro lugar. A todo eso descaradamente le sumo que, por otro lado, Lady Gaga también apropia cultura, que más de una vez vistió prendas orientales sexualizándolas, que jamás se molestó en siquiera intentar no ofender minorías. No es que quiera demonizar a Gaga, al final de cuentas solamente la estoy usando como ejemplo. Entonces digo lo mismo de Madonna, pero cuidado, porque Madonna se besó con Britney en un escenario una vez. Como si eso la volviese gay, como si eso justificara que intenta representarnos y jamás amagó a normalizar las palabras Lesbiana, Gay, Bisexual, Trans. Como si ese beso no hubiese estado totalmente sexualizado, fetichizado, vuelto un producto. Pienso y argumento que Gaga (igual que muchísimas otras) es sólo un ícono idealizado, pero la persona atrás del mismo no es más que una chica blanca, cis y, figuradamente, heterosexual, y en mis ojos eso es triste.

Las opiniones personales inevitablemente atravesadas por sentimientos salen a flote. No demoramos en ponerle nombre a la falta de representación de las minorías en los medios masivos, y yo me quejo de que en La chica danesa, Eddie Redmayne, hombre blanco cis, interpreta a una mujer trans. Digo que para mí es casi lo mismo que hacer blackface (una persona blanca se maquilla para interpretar a una persona negra). La respuesta a por qué eso está mal me resulta tan intuitiva como el hecho de que dos mas dos da cuatro, y específicamente por eso, no la sé explicar. Busco recursos, paralelizo todas las luchas de minorías oprimidas, culpo sin vergüenza a la iglesia, al capitalismo, al imperialismo, responsables de casi todas las opresiones del milenio; ejemplifico con series como Orange is the new black, Sense 8 o The OA, donde las minorías son representadas por minorías, explico que a todo esto no lo estoy sacando de la galera, que la opresión es casi tangible, que no hay opiniones, que en esta lucha la única razón la tiene el oprimido y que todes somos el opresor. Que lo mires por donde lo mires, no está bien que Katy Perry, chica blanca y solamente apta para ser mundialmente conocida por así serlo, se disfrace de china o egipcia para un videoclip.

Y en el medio de todo, me pregunto cuándo se radicalizó así mi lucha. ¿Cuándo empecé a escuchar con tantas ganas a la gente trans debatiendo sobre la ausencia de representación en el cine? ¿Cuándo me di cuenta de que ser mujer negra, mujer trans, o mujer negra trans, no es lo mismo que ser mujer cis blanca, que si el feminismo no es interseccional no es feminismo? ¿Cuándo fue la primera vez que le grité a mi abuelo que el lugar de los hombres en el feminismo es al fondo, de soporte? ¿Cuándo se hizo hábito la lucha cotidiana reproduciendo palabras de minorías oprimidas, fundamentándome puramente en experiencias ajenas? ¿Hasta qué punto es relevante la discusión, si en la calle nos siguen matando por negras, por trans, por lesbianas, por mujeres? ¿Está bien que yo, mujer cis, mujer percibida como blanca a pesar de mi clara mezcla racial, hable poniéndome en los zapatos de minorías oprimidas en estas discusiones, o debería callarme la boca? ¿Cuándo dejamos de discutir y salimos entre todas a quemar iglesias y romper cabildos, a reclamar radicalmente que queremos un cambio?

La clave está en esa palabra: radical. Palabra que todes tememos pero, como oprimides, necesitamos. Radicalmente exijo que en una telenovela como Las estrellas, en un país que sigue teniendo resaca de épocas desagradablemente retrógradas, las actrices que se gustan deberían ser lesbianas o bisexuales, militantes de su sexualidad, porque esa es la única forma de liberar a la chica gay oprimida. Que no podes usar hijab a menos que seas musulmana, que por más que estés haciendo una "performance", "representando", ese lugar es de las musulmanas y jamás va a ser tuyo. Que para entender estas cuestiones es necesario dividir la lucha entre oprimides y opresores, y es el opresor quien debe cuidar sus actos. Que el racismo inverso es casi paródico. Que la mezcla de culturas es una mentira, que el opresor vistiendo o maquillándose como el oprimido es una ofensa por más que no sea eso lo que busque, y que explicar el por qué es tan complejo como explicar cómo funciona una suma, y sin embargo es ridículamente simple de entender. Que pintar todo de rosa es hermoso pero no sirve. Que por más que ver chicas cis haciendo de lesbianas en la tele ayude a tu abuela a dar medio paso para aceptarte a vos, el paso grande sólo lo va a dar cuando las chicas gustando de chicas seamos vistas como algo real, no simplemente algo bonito.

Que Lady Gaga sea ícono gay contribuye a que el gay sea "el otro", a la mentalidad "me encanta el arcoíris, lo acepto, pero ¡ojo!, yo no soy parte". Siempre aceptar, nunca aceptarse. Que un actor cis interprete a una chica trans es desinteresarse por la ausencia de actrices transfemeninas en los medios masivos, es dar un paso para adelante y tres para atrás, mostrar su existencia pero no representarla porque si la protagonista de La chica danesa hubiese sido interpretada por una chica trans, no habría sido nominada a un Oscar. No habría sido financiada. Si la comunidad trans dice que se siente mal representada en esta película, no hay más que argumentar. Y por más que suene "demasiado radical", necesitamos, debemos despojarnos de las opiniones personales y las visiones artísticas para empezar a callarnos la boca y prestarles nuestra voz a las minorías que susurran a gritos que estamos haciendo las cosas mal.