El gobierno de la ciudad de Buenos Aires está llevando adelante un conflictivo proyecto de reforma del colegio secundario. El mismo contiene enunciados que en abstracto pueden parecer correctos, como la conexión con el mundo del trabajo, los límites a la repitencia, la orientación hacia grandes ramas del saber. Sin embargo, el mejor enunciado puede estar puesto al servicio del peor proyecto, y es eso –y no la retórica superficial– lo que lo torna condenable.

La necesidad de repensar el sistema educativo en un mundo en permanente cambio es seguramente una consigna válida, pero no exenta de ser formulada en el marco de un modelo integral de sociedad, que es donde la educación se inserta. Un mismo enunciado persigue objetivos diametralmente opuestos en tanto se encuadre en un proceso de ampliación o de recorte de derechos; en tanto se encuadre en un proceso de enriquecimiento o de represión de las expresiones populares; en tanto se oriente al desarrollo colectivo o al individualismo; en tanto sirva a intereses mayoritarios o empresariales; en tanto busque un proyecto industrial o de primarización de nuestra economía.

Por eso, de nada sirve centrarse en enunciados procesales que pueden sonar como innovadores, sin dar respuesta a esos interrogantes troncales. Y, con el macrismo, esos interrogantes están harto respondidos.

Están respondidos a partir de los actores que diseñan la reforma, servidores de los organismos internacionales que favorecen la concentración financiera. Están respondidos por el dispositivo de poder interno, integrado por CEO de los grandes conglomerados. Respondidos por los valores individualistas que imparte la cultura neoliberal a través del macrismo. Porque bajo la excusa del “aprendizaje en la empresa” se busca un trabajo gratuito que incremente la plusvalía empresaria en el mismo sentido que el descenso global del salario que expresa el modelo. Por el método empleado, que ha excluido a las y los docentes y a sus representantes sindicales.

En suma, lo que cualifica y define el sentido de una reforma como esta no son sus enunciados retóricos pseudo-modernizantes, sino la conducción y la orientación del proyecto político y económico de ajuste y exclusión al cual está llamada a servir.

* Candidato a diputado nacional de Unidad Ciudadana.