“Luma viene de luz, es una manera de mencionar el canal de luminosidad de la imagen, y como estudié algo de cine, me dieron ganas de mencionar la luz sin nombrarla con esa palabra”, dice Ramiro Abrevaya acerca de la génesis del nombre de su tercer disco. Esta luz también refiere a la paternidad que su hija Ela le regaló hace tres años. Y tal vez sea ella quien irradia la inspiración de Abrevaya, que concibió un disco radiante, fresco y parejo en la sucesión de canciones. “Un hijo te da vuelta el tablero, te cambia el orden de prioridades, te ilumina el escenario. No hay nada más importante; aunque suene egoísta, porque hay muchos males en el mundo, a partir de eso, el resto es menos denso”, asegura el cantautor, que presentará su nuevo disco junto a Los Gentiles, banda que incluye a Cristian Ruffini, María Barone, Agustín Pettinato y Tomás Wagner.

Ramiro proviene de una casa de melómanos. Su viejo le metió la música en la cabeza porque era muy fanático del audio y los recitales, y él recuerda unos equipos enormes en los que escuchaban canciones. De la mano de ese papá melodioso, fue a ver Amnesty en 1988, recital en el que tocaron Sting, Peter Gabriel y Bruce Springteen, además de León Gieco y Charly García, dos de sus referentes musicales. “Es muy groso lo que me bajó mi viejo, y eso sedimentó”, recuerda. “Cuando empecé la secundaria me metí a formarme; primero con la guitarra, Stevie Ray Vaughan y Jimi Hendrix, un poco el blues, un poco el rock”, cuenta. Y de ahí bastó un paso para armar su primera banda con amigos.

Luma empieza con Tren bala, pop optimista que adelanta el tono del resto del disco: cancionero y fresco. Observancia, el corte de difusión, destaca por la melodía playera y una letra resplandeciente que nombra al abuelo y la paciencia para resolver un problema. Es el hit del disco pero Ramiro dice que le resulta su canción “más pava, porque es livianita, muy light”.

Y sigue Mareo, un tema complejo por el arreglo de cuerdas y también por la participación de Darío Sztajnszrajber, que recita que “en el fondo de todo no hay fondo, es que cuanto más buscamos todo se nos vuelve más extraño, lo cotidiano tranquiliza pero siempre irrumpe una fisura, lo abierto libera pero marea”. Abrevaya cuenta que seguía al filósofo desde Mentira la verdad (Canal Encuentro) y que tenía ganas de que participara en su disco. “Le di libertad total, para mí es un orgullo. Fueron dos tomas en el estudio, impecable”, cuenta.

Después llega Elita, que lleva el nombre de su hija, a quien propone, en el estribillo, vivir la vida a rienda suelta. Y así sucede el disco, sin pausa y amable, con toda la luz que puede caber en diez canciones.

* Miércoles 20 a las 20 en La Tangente, Honduras 5317.