El ciclo Sesiones tendrá hoy a las 21 tres proyectos en los que la mujer es protagonista. Pese a que ese rasgo aúna la curaduría de esta fecha, Carolina Pacheco, Del Valle y Cam Beszkin llegan a la sala Caras y Caretas 2037 (Sarmiento 2037) en etapas heterogéneas de sus carreras y sus shows. La artista antes conocida como Señorita Carolina presenta el disco que estableció un punto de inflexión en su obra: Hacia la hoguera (2017), donde mudó de nombre y de intención musical. “La gente que distribuye digitalmente mi material me retó porque en Spotify debían crear otro perfil. Pero todo tiene sus trucos”, explica la corista de Miss Bolivia. “Es una maduración. No estaba cómoda con el seudónimo. Y mientras más tiempo pasaba, más gente me conocía y era difícil quitármelo. Aproveché este disco distinto, tenía ganas de probar algo nuevo”. 

A tres años de El latido en la boca, en el que el rock y el pop aún hacían valer su componente orgánico, Pacheco regresó con canciones remojadas en paisajes electrónicos. “Pasé el verano con teclados y softwares que no conocía. Como me di el gusto de jugar, lo que pensé que iba a ser un EP se convirtió en un álbum”, dice. “Incluso cambió el show en vivo: el bajo está sintetizado, hay batería electrónica y el guitarrista ya no hace más riffs”. Pero no sólo eso: su quinto disco, en el que colaboran Florencia Ruiz, Sofía Viola, Sof Tot y Sergio Dawi, sirvió para su introducción en el folklore, desde un lugar contemporáneo. “En los últimos años me conecté con la tierra. No es una música que consuma, pero estaba ahí. Venía escuchando cosas con elementos electrónicos y tintes folklóricos producidas por colegas que me gustan como Chancha Vía Circuito y Dat García. Y me pregunté por qué no reflejarlo en lo que hago”. A pesar de los cambios, lo que se mantuvo intacto en el identikit artístico de Pacheco fue su militancia en la autogestión y en lo queer. “En mi disco hablo de trata, de feminismo y de la suerte de los músicos de tener la voz y el micrófono para decir lo que nos parece la realidad. Si bien no es literalmente queer, estoy más ‘desgenerada’ que nunca”, describe. “Por suerte cambió tanto la industria que no tengo las ideas de hace diez años. Tanto tiempo de autogestión me dio la cintura y experiencia para hacer las cosas sin que me importe nada”. 

Cuando Del Valle recibió la propuesta de hacer un video en una casa de La Paternal, tampoco se imaginó el impacto ni la repercusión que tendría. Sin embargo, este EP, Live in Paternal, subido en mayo a las redes sociales, los introdujo en la escena. “No teníamos excusas. Debíamos hacerlo”, afirma la cantante y guitarrista Johana Gandolfo. “Mientras te vean trabajando, la rueda sigue girando y las cosas se dan”. El cuarteto sorprendió por su manera fiel de tratar el R&B y el soul, caballitos de batalla de su oferta sonora. Lo que deja de ser una extrañeza si se tiene en cuenta que Gandolfo, al igual que el baterista y su pareja, Gastón Pesce, son originarios de Córdoba, devenida gran semillero del groove nacional. De ello pueden dar fe Juan Ingaramo y Valdes. “Tengo mucha influencia de la música negra, siempre me gustó”, ratifica la líder de Del Valle. “Ahora me estoy tirando hacia algo más hiphopero. Uno trata de mantenerse en una línea. Cada canción tiene su historia, su color, pero tampoco estamos armando un disco conceptual”. El guitarrista Federico Novak y la bajista Flavia Cohen completan la agrupación, que terminó de cuajar en 2015. “Desde que vinimos a Buenos Aires, hace cuatro años, se gestaron los temas, que hacen referencia al alejamiento de afectos,  más en una ciudad tan grande”. 

Luego de tocarlo durante un año, Cam Beszkin decidió cerrar la etapa de su disco Enamorar o morir, y aprovechará estas Sesiones para hacerlo. “¿Qué determina el cierre de etapa? No lo hago yo”, entrevé la cantautora. “Tiene que ver con cómo uno genera material, y cambia de bando. Sacamos dos videos, que es un montón para un artista independiente como yo, e hicimos giras. Tuvimos mucho movimiento. Igual es una excusa para darle un cierre simbólico. No sé si llamarlo icónico, pero es un trabajo que me marcó”. Además del baterista Armando Taurel, tendrá como invitado al productor del álbum, Sergio Álvarez, en guitarra. “Reversionaremos los temas porque esta vez seremos tres”, adelanta. “Por más que sea solista, vengo trabajando con el concepto del power dúo desde 2013, con mi disco anterior, Este amor ya no es para tanto. Ahí empecé a componer con la guitarra, y me puse a pensar más conscientemente si lo quería tirar al rock o a otro lado”. 

Y es que su primer álbum solista, Andaba cruda (2008), es una rareza. “Es un disco de canciones, pero de bajo y voz. Lo que pasó es que, debido a que no tiene armonía, para muchos estaba como vacío”, evoca Beszkin, quien tocará temas de su reciente EP Alien, volumen uno (compuesto por covers). “También fue difícil ubicarlo. Se lo mostré a Andrea Alvarez y me dijo que se lo llevara a Mariana Baraj. Y hasta lo metieron en el jazz, por más que no me veo ahí”. Aunque los títulos de sus canciones y discos aluden a la ironía, la artista no puede referirse de la misma manera al machismo que envuelve a la industria musical argentina. “Está muy naturalizado. Hace poco fui a probar sonido en un lugar, y me preguntaron qué género hacía. Y les dije que era rock. Pero claro, ven a una pibita, con rulitos. Así que al terminar el sonidista me devolvió: ‘Ah, era rock en serio’ ¿Y qué pensaba? ¿Qué tocaba rock para nenitas?”.