En marzo de este año, las Industrias Aeroespaciales de Israel anunciaron que a través de su controlada Consorcio de Ciberempresas (IC3) había obtenido un contrato por “decenas de millones de dólares” para establecer un cibercentro nacional en un país de América latina. Según su información oficial varias subsidiarias participan del emprendimiento: ELTA Systems supervisa la implementación del proyecto y se especializa en la detección temprana de ciberataques; Verint Systems se ocupa de crear una plataforma nacional de respuesta a tales amenazas; Check Point Software Technologies provee herramientas de trabajo forense, e inteligencia a escala nacional; ClearSky y CyberX se encargan del planeamiento estratégico de la ciberinteligencia. Algunas de estas empresas han integrado la comitiva israelí de Netanhayu la semana pasada. Una pregunta molesta es qué uso podrá dar la Argentina a estos sofisticados instrumentos creados por Israel a partir de 1953, en un contexto de hostilidad regional que dio lugar a sucesivas guerras con países vecinos. Con mucho menos es posible reemplazar las hachas y las piedras que la División Brancaleone de la Gendarmería Nacional utilizó para traspasar la tranquera de ingreso a la comunidad de Cushamen, en Chubut, donde una docena de mapuche muy leídos no califican como terroristas que amenazan la paz interior y la seguridad internacional. ELTA también fue seleccionada por el gobierno de Estados Unidos entre las cuatro empresas que construirán prototipos del muro que Trump prometió levantar en la frontera con México, a ejemplo del que Israel construyó a lo largo de su límite sur con Egipto. Esa experiencia en el trato con pueblos originarios puede ser invalorable para Macrì y sus amigos euro-patagónicos, como John Lewis y Luciano Benetton. En noviembre del año pasado Patricia Bullrich viajó a Israel junto con el diputado Waldo Wolff (DAIA-PRO). Allí debatieron con los ministros de Defensa y de Seguridad de Netanyahu sobre “modelos policiales y de investigación y programas de capacitación” y participaron en la conferencia internacional HLS&Cyber, donde las empresas israelíes no sólo ofrecen en venta equipos sofisticados sino también la doctrina de su empleo. Wolff es el impulsor de la escandalosa reapertura de la causa fenecida por la denuncia de Nisman.