Desde Berlín

A pesar de que al principio se dudara hasta de su candidatura, según las últimas encuestas el partido de Ángela Merkel obtendría el 40 por ciento de los votos en las elecciones parlamentarias alemanas del próximo domingo. A esta altura de la cruzada electoral parecieran no presentarse muchas fluctuaciones. “Ustedes me conocen”, repitió Merkel en esta campaña al igual que en la anterior, como si los 12 años que ya lleva en el poder fuesen prueba suficiente y convencida de que el fin de la política oficial implicaría un quiebre interno y externo tanto para Alemania como para el contexto internacional.

La tradicional rueda de prensa anual que la canciller lleva a cabo en la federación de periodistas activos (die Bundespresskonferenze) de Berlín, no fue el único ni el principal ámbito donde se desencadenó la contienda electoral. Desde el 13 de agosto que comenzó oficialmente la campaña hasta unos días antes de las elecciones parlamentarias de este domingo, no hay poste de luz, gran avenida o plaza que en cualquiera de los 16 principales estados federales de Alemania (Bundesländer) quede aislado del llamado al compromiso democrático. Es que a diferencia de otros países, además de no ser obligatorio el voto, en suelo germano tampoco los partidos pueden publicitar nada en las calles ni pasar avisos televisivos hasta antes de seis semanas de la votación. 

Terminada la veda, las capitales provinciales se vistieron de gala electoral. Negro, rojo y dorado se puede ver gracias al partido cristianodemócrata (CDU) que en alusión al patriotismo adornó las calles con los colores de la bandera nacional y dejó bien asentado su leitmotiv: “Decidir sabia y prudentemente para que nuestra tierra se dirija hacia el camino del éxito.”

Considerada por la revista Forbes en 2016 como la mujer más poderosa del mundo, sin dejar en ningún momento su estilo pragmático, Ángela Merkel pasó de llamarse “la dama de hierro” a ser considerada “die Mutti” (diminutivo de madre en alemán), luego de su política de apertura hacia los refugiados tras los conflictos sociales y militares en el Medio Oriente. “Para una Alemania en la que vivimos bien y a gusto”, fue otro de sus eslóganes que la posicionan alto en las encuestas y le permitirían de esta manera la continuidad del modelo, aunque con ciertos cambios de rumbos adaptados al difícil entorno internacional.

El segundo lugar en las encuestas lo ocupa el principal candidato del tradicional partido de centro izquierda (SPD) liderado por el socialdemócrata Martin Schulz. Según los lineamientos tradicionales de su partido, el candidato apuntó principalmente a la justicia social resumiendo la narrativa de su campaña con las siguientes palabras “Tiempo de más equidad” (Zeit für mehr Gerechtichkeit). Si bien durante el debate oficial televisado el domingo 3 de septiembre entre los dos rivales principales, Schulz buscó acentuar las contradicciones de la canciller, no logró diferenciarse del partido oficial y sobresalir lo suficiente al ofrecer más beneficios de los que ya brinda el sólido Estado de bienestar alemán.”Es hora de resolver nuevamente los problemas en Europa, en lugar de exponerlos”, dijo en forma de crítica dejando entrever los pocos acentos nuevos de su propuesta.

Considerado para muchos como uno de los sistemas electorales modelo del mundo, la representación proporcional personalizada en Alemania conlleva a que la totalidad de los diputados elegidos del parlamento, a su vez elijan al o la canciller para el periodo siguiente de cuatro años. Asimismo, para poder participar en la distribución federal de los escaños, exige a nivel nacional una barrera de representación inicial de un 5%. El que no supere esa barrera se queda afuera.

Al igual que la última elección de 2013 y por lo que se anticipa el tercer y cuarto puesto lo ocuparán nuevamente por un lado die Linke –el tradicional partido de izquierda– y por otro el partido  Bündnis 90/Die Grünen (Alianza 90/Los Verdes). Ambos permanecieron fieles a  los lineamientos de sus partidos durante toda la campaña. “El medio ambiente no lo es todo. Pero sin el medio ambiente todo es nada”, enmarcó Katrin Göring-Eckardt, la candidata superior del partido ecologista. Mientras Katja Kipping, la referente de “La izquierda” exclama: “¡No más excusas! Hay que luchar finalmente contra pobreza de los niños y los jóvenes”.

Quienes no siguieron la misma línea y probablemente asomen por primera vez en el parlamento, son los integrantes de “Alternativa para Alemania”. Distante de la prudente modalidad germana el partido de ultraderecha, tras abuchear a la canciller Merkel y lanzarle tomatazos a su auto durante uno de sus actos electorales, tendrían buenas posibilidades de convertirse dentro de unos días en el primer partido neonazi con representación nacional desde la II Guerra Mundial. 

Por otro lado, con gran contundencia pero desde una línea totalmente opuesta, aparecería también en escena el renovado Partido Demócrata Libre (FDP), a raíz de los esfuerzos del empresario Christian Lindner quien desde el 2013 asumió la dirigencia del partido acercándolo a una visión más joven y activa. Propietario en sus comienzos de una agencia de publicidad y cofundador de una empresa de Internet, en su afán de modernizar el sector y construir los marcos adecuados para una política pragmática, Lindner afirma que “la digitalización lo cambia todo”. De allí que el slogan principal de su campaña electoral haya sido “Pensando en lo nuevo”, con un claro enfoque en la figura central del candidato, la cual sin dudas causó un gran revuelo en la red, especialmente en Twitter y en Instagram gracias a la asidua comunicación con sus seguidores.

En otras palabras, a pesar de  los esfuerzos de algunas nuevas caras, la opinión pública sigue en general degustando una política desabrida sobre todo porque no encuentra diferencia entre los partidos, aunque sí percibe una alta brecha entre lo que se promete en la campaña y la posterior real ejecución de las propuestas. 

Así por lo menos lo explicitan los berlineses que asistieron a dos de los grandes encuentros centrados en la participación de la opinión pública unos días antes de las elecciones: el debate ciudadano posterior al debate televisivo Merkel vs Schulz y el foro de abstención. Organizados ambos por el periodista Tilo Jung en el marco de su proyecto “política para desinteresados”, estas iniciativas   tienen como objetivo abrir el diálogo y emplazar en el debate a los que deciden no ir a votar. Dato no menor ya que como bien analiza el periodista y moderador invitado Jans Jessen, el porcentaje de abstención “seguirá rondando en un 30 %”. De lo que se trata entonces es de promover espacios de discusión “con pasión pero respetuosos en el discurso”.