La ciudad de Waukesha, Wisconsin es de esos parajes de Estados Unidos donde siempre parece reinar la calma y la buena vecindad. Esos lugares donde, cuando algo violento ocurre, suele ser brutal o desconcertante o inimaginable o todo junto. Nadie imaginó, claro, lo que pasaría ese día de primavera del año 2014. Anissa Weier y Morgan Geyser, dos chicas de doce años, caminaban por el bosque junto a su compañera de colegio y nueva amiga Payton Leutner, o “Bella”, como la llamaban todos. La habían llevado hasta ahí con la excusa de jugar a las escondidas. Las tres habían pasado juntas la noche anterior en casa de Morgan, para celebrar su cumpleaños con una pijama party.

A la mañana siguiente, ya dentro del bosque, Anissa gritó: “Dale ¡volvete loca!” y Morgan sacó el cuchillo que había tomado de la cocina de la casa y apuñaló a Bella diecinueve veces. “Lo siento. Quedate tranquila, vamos a pedir ayuda”, le dijo Morgan a Bella en voz baja. Las dos atacantes, muy tranquilas, se fueron caminando de la escena, seguras de que su amiga estaba muerta.  Pero no fue así.

Bella, arrastrándose, consiguió salir del bosque y llegar a la ruta. Un ciclista que pasaba vio a la chica ensangrentada al costado del camino y llamó al 911. Eso salvó su vida. La policía no tardó en encontrar  a Morgan y Anissa  a unos pocos kilómetros de lugar del ataque: caminaban en dirección al bosque de Chequamegon-Nicolet.  Fueron detenidas y, cuando las interrogaron, los investigadores quedaron perplejos: sin remordimientos, en calma, como si no hubieran hecho nada malo dijeron que habían apuñalado a Bella para satisfacer a Slenderman, la criatura protagonista de una de las leyendas urbanas más populares de internet. Las dos niñas creían que este ser era real. 

Toda la conmoción que produjo este caso es el tema central del documental Beware The Slenderman (Cuidado con Slenderman), de la directora nominada al Oscar, Irene Brodsky,  un film inquietante y nervioso que va más allá de las típicas historias de crímenes famosos. ¿Cómo pudo pasar esto y por qué?, es la pregunta sin respuesta que conduce a este film, y la lente de Brodsky pone a este crimen dentro de un marco cultural más amplio: del bullying a las enfermedades mentales pero también de la cultura de internet y su impacto en los niños. Y cuestiona al sistema judicial responsable de castigar a estas chicas. Como un episodio de Black Mirror sólo que en Cuidado con Slenderman todo es real.

Pronto la noticia del crimen llegó a los medios de casi todo el mundo.  La confesión de las amigas fue un banquete para los medios: lo habían planeado todo con mucha anticipación. En un primer momento pensaron matarla de noche mientras Bella dormía porque habían leído, (también en internet), que era más fácil porque la víctima “no te iba a mirar a los ojos”. Las dos querían convertirse en “proxies” como se denomina en los foros web a los seguidores de Slenderman y por eso, luego del crimen, caminaron hacia ese bosque donde creían que el monstruo vivía.

Los procedimientos legales todavía están en curso. Luego de muchas apelaciones un tribunal de Wisconsin dictaminó que las chicas serán juzgadas como adultas y en caso de ser encontradas culpables de intento de homicidio en primer grado,  podrían enfrentar una pena de hasta 65 años de prisión. El juicio de Weier comenzó hace unos diez días. Geyser espera el suyo en el mes de octubre.

El guardián de los niños

La figura de Slenderman apareció por primera vez el foro web Something  Awful en el año 2009. Se trataba de un concurso para que los usuarios realizaran imágenes de terror con Photoshop.  Fue creado por Eric Knudsen (bajo el seudónimo de Victor Surge). Pronto se viralizó y al poco tiempo miles de fanáticos hicieron crecer al mito: un hombre muy alto y extremadamente delgado, vestido con un traje negro, con los brazos desmesuradamente largos y sin rostro que aparece siempre vigilando desde las sombras a los niños. Nadie sabe qué busca ni cuál es su objetivo. Muchos fanáticos, convencidos de su existencia real, querían ser sus proxies. Las historias que afirmaban la existencia en este plano de Slenderman se multiplicaban. Pero claro: nunca fue más que un personaje de ficción.

Brodsky  había empezado a interesarse en los creepypastas (historias de terror colectivas que los usuarios publican en la red), cuando oyó hablar del caso. Slenderman es sin dudas el más famoso de estos relatos comunitarios. La idea de la directora era, en un primer momento, hacer una película sobre los chicos y cómo se enfrentan al panorama tecnológico actual.  Pronto su plan cambió radicalmente: “Fui a ver los procedimientos legales iniciales y la historia me desbordó. HBO y yo acordamos hacer la película antes de que los padres de las niñas aceptaran ser parte de ella. Pensamos que podríamos hacer una gran película con o sin los padres”, dice. Contar con los involucrados directos y conocer sus historias fue lo que marcó el rumbo de los 18 meses de trabajo.

Cuidado con Slenderman comienza con un resumen del crimen a través de la mirada de los medios, para después meterse de lleno en las historias de las amigas.  Son presentadas de la manera más cruda, a través de las filmaciones hechas por la policía durante los interrogatorios poco después de ser atrapadas. Ahí es cuando la oscuridad de la película empieza a asomar: Anissa sigue insistiendo en que lo hicieron para demostrarles a los incrédulos que Slendy (como lo llaman) es real y se encoje de hombros sin ningún tipo de emoción cuando el policía le dice que no sabe si su amiga está muerta.  Morgan, la que de hecho apuñaló a Bella, habla de la chica herida como si siguieran siendo amigas, como si eso fuese posible.

Pronto, a través de las entrevistas a sus padres, que tratan de entender lo que sucedió y están desesperados, se conocen las historias de soledad y marginación escolar y enfermedades mentales de las chicas. Morgan tiene esquizofrenia, al igual que su padre –que vive una vida casi normal, integrado aunque siempre ansioso por la posibilidad de que su hija haya heredado el transtorno– y Anissa padece esquizotipia, una capacidad disminuida para determinar lo que es real y lo que no. Los padres de Bella, la chica herida, no quisieron participar de la película. Así la mirada de Brodsky  empieza a alejar a las culpables de la imagen de monstruos inhumanos que propagaron los medios: “Creo que es difícil tener simpatía por alguien que es capaz de tal violencia y calcula un crimen así. Por eso sentía que tenía la obligación de ir profundamente dentro del agujero de conejo de los cerebros de estas niñas”, declaró. 

Hay largas escenas del primer juicio que se llevó a cabo para determinar si iban a ser juzgadas como adultas y muchos profesionales, (policías y psicólogos) dan su testimonio. La corte había prohibido que se divulgaran las imágenes de las chicas y  Brodsky sólo las muestra de espaldas o con primeros planos de sus manos tocándose el pelo, o moviendo sus pies, nerviosas. Todo un detalle terrorífico: al igual que el fantasma en la máquina en el que creen,  las niñas no tienen rostro.

Un monstruo en la computadora

Para tratar de entender un poco más el fenómeno de Slenderman el documental tiene varios segmentos en los cuales Brodsky, a través de Skype, (un recurso apropiado dado la temática del film) entrevista a psicólogos, folcloristas digitales, críticos literarios, fans, y los responsables del sitio KnowYourMeme.com, una especie de base de datos de los memes más populares o relevantes. Destaca entre ellos el enorme Richard Dawkins, el celebrado biólogo evolucionista que postula la posibilidad de “un virus de la mente, difundido por ser escuchado. Cuando un cerebro lo recoge, tendrá una tendencia a pasarlo a otro cerebro, y otro cerebro, hasta que se extienda exponencialmente”. Y esto fue lo que ocurrió.

Cuando Eric Knudsen creó su personaje y lo puso en internet nunca imaginó todo lo que sucedería. A los 15 minutos de haber publicado las imágenes con las que ganó el concurso ya comenzaron a aparecer las primeras historias que relacionaban al personaje con desapariciones reales de niños. A los pocos días ya eran cientos de miles los que le agregaban un background siniestro al personaje y aparecían páginas de fans con millones de suscriptores.

Sólo un mes después de publicadas las imágenes de Slenderman apareció la exitosa serie web Marble Hornets de los estudiantes de cine Joseph DeLage y Troy Wagner que, con cámara en mano al estilo Proyecto Blair Witch, se convirtió en un fenómeno que cuenta la mitología alrededor de Slenderman. El video juego Slenderman: The Arrival no sólo fue furor sino que además fue el elegido por miles de gamers para sus videos de YouTube. Y la aparición de otro personaje Ticci-Toby, un “proxy” humano para Slenderman, corrió con la misma suerte de éxito web.

Después del crimen, el mito de Slenderman se propagó a niveles asombrosos.  Y es que gracias al ataque, un halo de realidad al fin rodeaba al personaje: aunque sea indirectamente, Slenderman casi se cobra su primera víctima.  Así, el año que viene se estrenarán dos películas con el personaje: Slenderman dirigida por Devin Hansen y Slender Man que tiene como uno de sus guionistas al propio Knudsen.

“El padre de la criatura” dio solo una declaración acerca del crimen: “Estoy profundamente entristecido por la tragedia en Wisconsin y mi corazón va hacia las familias afectadas por este acto terrible”. Tampoco aparece en el documental:  “No lo convocamos”, reconoce Brodsky y agrega: “Respetamos su creatividad y su arte. Pero no llegamos a él porque las chicas no se acercaron a él. Estábamos tratando de ver a Slenderman como las chicas lo habían visto. Si hablábamos con Knudsen, intelectualizábamos la situación, y esa no fue la experiencia de las niñas: fue algo mucho más inmediato y visceral”.

El documental concluye de una manera inquietante mostrando páginas y páginas de fanáticos que ahora no solo le rinden culto a Slenderman, sino también a Anissa y Morgan. Las niñas se han convertido en un fenómeno del culto ellas mismas. De una manera macabra se han unido finalmente con Slendy tal como ellas querían.

Cuidado con Slenderman es un retrato oscuro e intrigante acerca de internet como el lugar de nacimiento del folclore contemporáneo pero nunca demoniza a la red. Brdosky sigue la línea de sus documentales anteriores  como el nominado al Oscar The Final Inch, un cortometraje sobre el esfuerzo global para erradicar la poliomielitis o el multipremiado Un último abrazo: tres días en el campamento del duelo sobre un retiro de ayuda psicológica heterodoxo para chicos que han perdido a un ser querido. Brodsky se resiste a juzgar y muestra los temas en toda su complejidad: no cae en la comodidad del sensacionalismo que culpa a internet o a los padres o a los trastornos mentales y pone el dedo en la llaga de un sistema capaz de condenar a un confinamiento de por vida a dos niñas enfermas.

Cuidado con Slenderman se puede ver por HBO Max y por todas las plataformas web de HBO