Todo esto se trata de un equívoco, o mejor: de un engaño. Es el que Ernesto Acher y Jorge de la Vega denuncian con vehemencia, humor y música que se ha perpetrado alrededor de La Cenicienta y todo el asunto del zapatito. “Recomendamos especialmente a los mayores prestar atención, pues gracias a esta obra podrán reconocer los años vividos bajo un engaño flagrante”, advierten. Es que La verdadera Cenicienta, el espectáculo que estrenan hoy a las 11.30 en el Centro Cultural Borges (Viamonte 525), y que seguirá todos los domingos a esa hora, está dirigido especialmente a los chicos, pero del mismo modo incluye a los grandes, con guiños y momentos disfrutables para unos y otros. 

Junto a  De la Vega en flauta y quenas y Ernesto Acher en clarinete y clarinete bajo suenan en esta historia Silvio Murano y Jorge Caldelari (violines), Emilio Astolfi (viola), Ana Faingerch (cello) y Manuel Núñez (teclado). Después del exitoso Los animales de la música, el ex Les Luthiers y el flautista de la Orquesta del Colón vuelven a mostrar con esta compañía un concierto que no excluye lo didáctico, “pero siempre bien escondido detrás del humor, que es el arma que nos interesa esgrimir”, según definen, esta vez con un formato de cámara. Además de La Cenicienta (cuya “historia oficial” es desarmada por los autores), hay otros personajes que desfilan en esta historia, y cada uno llega con su música: Caperucita Roja, Pedro, el Lobo –”el lobo de Pedro, ya que el de Caperucita no quiso colaborar por tener un juicio pendiente por daños y perjuicios al honor y la buena imagen”, se explica–, La Sirenita y La 99 “quien aportó valiosos datos desde su trabajo como espía secreta”.

“La puesta en escena es muy compleja porque hay un relator en off (Pelusa Suero), Jorge y yo también hacemos personajes, y tenemos que ir con la música en absoluta sincro. Llevó mucho ensayo, pero junto al desafío también es parte de la diversión”, cuenta Acher. “Además la música es muy demandante, tanto para los que la ejecutan como para el público. Requiere atención y no hay ningún facilismo, algo que todos agradecen”. Sin ceder a “lo fácil” desde la música, desde el guión y la estructura este cuento musical propone momentos de gran humor. Y algo que los autores comprobaron en las funciones de prensa y que computan como un logro particular, es que si bien es bien recibido por chicos de unos cinco años en adelante, ese público tan difícil de enganchar (del de los chicos más grandes, pre adolescentes o adolescentes) son los que más felices salen. 

Pensado como un “cuento musical para toda la familia”, el espectáculo logra introducir algunos conceptos (en qué consiste una orquesta, cuáles son las familias de instrumentos) muy naturalmente, como parte del guión. “Quisimos que sea didáctico sin parecerlo”, explica De la Vega. Y siempre apelando al humor como columna vertebral, “¡sin excluir a los padres, porque son los que pagan la entrada, y porque nos interesa que vengan y vuelvan!”, agrega el músico. El “juego de la memoria” que introducen en un momento del cuento musical, es el que más los ha sorprendido en la respuesta del público.  “Les proponemos que cada grupo recuerde y luego adivine qué personaje está representado por cada tema. ¡Son los chicos los que aciertan siempre, ya en los primeros compases! Muchos adultos, inclusive músicos, han venido a decirnos después del espectáculo: ‘Yo no tenía idea, no me acordaba de nada’… Lo cual muestra que al escuchar, el chico ya tiene totalmente formado en su cabeza al personaje. El adulto lo pasa por la cabeza, lo intelectualiza, y ahí sonó…”.

De la Vega cuenta que como solista de flauta de la Orquesta Estable del Colón le tocó participar en producciones dedicadas a los chicos en varias oportunidades. “Con el paso del tiempo no sólo reconocí todo lo bueno que se podía hacer, sino, sobre todo, todo lo que no había que hacer. No siempre es super efectivo adaptar obras ‘para grandes’ para los chicos, las mejores cosas se logran cuando se parte de ellos. Los chicos tienen una característica y es que pueden quedar hipnotizados, tienen una concentración asombrosa, y la anécdota del juego de la memoria lo demuestra. Pero eso sí: en cuanto los perdés, no los recuperás más. Ahí al padre también lo perdés, porque entra en un estado catatónico…”, repasa su experiencia. Basta de mentiras, entonces. Chicos y grandes están invitados a conocer La verdadera historia de Cenicienta.