Tato Pavlovsky es y será un gran hombre en nuestras historias. Historias de cuerpos afectados, de corazones latiendo por llegar, de luchas incansables por venir. Tato es y será para muchos un gran prócer de nuestro teatro, la psicología, la dramaturgia argentina; y también es y será un confidente, un amigo, un brazo, un padre, un hermano, un primo, una mirada, un azar de brisa que acaricia alguna mañana... Tato ya es todo lo que querramos, pues cumplió su función multiplicadora y hoy por hoy es parte de todos y para todos.

Eso sos vos, Tato; esa es tu propuesta: la multiplicación. Siempre fuiste generoso entregando tus obras a representar con la visión o estética con la que los directores quisieran explorar con tu teatro, teatro de disparadores, teatro de vértigo e incógnitas que muchos quisimos saber de qué se trataba. Me incluyo porque pude ser director de algunas de tus obras y seguramente la que más me ha atravesado fue Dirección contraria: Poroto, personaje entrañable en su dedicación por diagramar los encuentros con las personas y ponerle fin para no llegar a intoxicarse... función poroto. Estrategias de huidas. Todos nos porotizamos en algún momento. Todos lo queremos para nosotros aunque sepamos que él siempre fue incapturable - como la vos de una madre que sigue sonando después de... Un genio, ingenuo, Tato, Poroto.

Han pasado dos años de tu último viaje, este viaje largo que nos hace extrañarte tanto. Nos preguntamos muchas veces con Susy o amigos: “Que diría Tato de...?” ¿Qué diría Tato de este avasallante avance de la derecha, acompañada siempre de la masa gris astisforme, de la complicidad civil cada vez más vergonzosa para todos los sectores? ¿Qué diría Tato de Santiago Maldonado? ¿Acaso no es obscena la negación que se pretende instaurar? ¿Qué diría Tato de nuestra juventud que parece buscar salida trabajando de policía?

¿Qué dirías, Tato, de tanta negligencia, de tan precarios recursos humanos, de tan poco análisis de situación que prevengan situaciones previsibles? Siempre fuiste un adelantado, como en el Sr. Galindez, como en tu última obra Asuntos pendientes, que mostraba el horror de nuestra argentina hoy, la miserabilidad de lo cotidiano.

Te recuerdo sonriendo. Tu grandeza será infinita como los bordes por donde siempre estuviste: siempre estarás al lado de, o delante del tiempo, persiguiendo ilusiones de igualdad, insistiendo en que nada vale si un niño sigue durmiendo en la calle. Sin protocolo, sin discurso: ese era tu sueño y es el mío, que los niños no mueran por causas evitables. Sos ejemplo por siempre, dejaste un legado grande muy grande. Voy a nombrarte seguido, muchos te conocemos. Quedas en nosotros y seguro ahí te veré, te veremos siempre “entre” nosotros. Desde este terrenal universo te saludo amigo, grandote, y pongo a Pink Floyd, que tanto te gustaba escuchar, para que sigas tu viaje.

* Eduardo Misch es actor.