Pese a lo que dice la canción, hace rato que U2 encontró lo que estaba buscando: su voz musical identifica a más de una generación rockera, varios de sus discos son a esta altura verdaderos totems y su discurso se multiplica incluso en salones presidenciales. La figura de Bono trascendió a la del cantante carismático y se tornó emblema humanitario, símbolo del compromiso con causas nobles a lo largo y a lo ancho del planeta. Claro que también el cuarteto irlandés se topó con un par de inconvenientes en el camino, porque su sobreexposición lo convirtió el objeto de burlas despiadadas y de odios de la generación millennial (recordar el “regalo” obligatorio de su último disco). En lo más reciente, el paso del vocalista por la Casa Rosada, donde le preguntó a Mauricio Macri por Santiago Maldonado, también levantó controversias: ¿un miembro de Amnistía Internacional se queda con lo que le responde el presidente sin cuestionarle el accionar de las fuerzas de seguridad a su cargo? Y la decisión de retrasar el concierto para que el público pudiera ver el partido de la Selección contra Ecuador generó en la previa tantas simpatías como molestias.

Sin embargo, todo eso quedó en el olvido cuando, apenas un par de minutos después del final del partido de la Selección en Quito, los músicos aparecieron de a uno y caminaron hasta la punta de la pasarela, donde había montado una suerte de escenario más chico. Larry Mullen Jr fue el primero, que arrancó con el redoble de “Sunday Bloody Sunday”, y luego se le sumaron The Edge, Bono y Adam Clayton. Allí, en medio del mar de brazos que se agitaban, lo que contaba era la conexión entre la banda y cada uno de los que poblaban el Estadio Unico de La Plata, una comunión rockera que llevaba de regreso a la esencia del grupo y a las razones por las que se lo había atesorado en miles de corazones.

La excusa de la cuarta visita de U2 a la Argentina es la gira por los treinta años de The Joshua Tree, uno de los picos de su trayectoria, pero la banda arranca con varios hits de los ‘80 antes de que llegue la hora de repasar el álbum en orden en el escenario principal, para luego cerrar con otra tanda de grandes éxitos. Anoche, como en el resto del tour, la lista empezó con dos temas de War: después de “Sunday...”, “New Year’s Day” desparramó un poco más de esa mezcla de angustia y melancolía tan épica como espartana que la banda patentara en los ‘80, con The Edge multiplicándose en el teclado y con su arsenal de pedales de efecto para la guitarra hasta llenar de sonido cada rincón del estadio. “Gracias por venir”, dijo Bono en español y, ya en su lengua, le agradeció a Lionel Messi por “demostrar que Dios existe”. Fue antes de “Bad”, en la que Bono intercaló versos de “Heroes” de David Bowie, con los celulares de todo el público como iluminación. Con frase de Martin Luther King en la pantalla, “Pride (in the Name of Love)”, la otra de The Unforgettable Fire, completó el viaje al sonido de la banda justo antes de que desembarcara en Estados Unidos y se llenara de nuevas influencias. El final de ese segmento con U2 metido entre el público fue una ovación, claro, pero también dio tiempo para pensar en la distancia –temporal, pero también discursiva y hasta de clase– que hay entre el grupo que compuso esas canciones con el que llegó a La Plata.

En el escenario principal, la imponente pantalla ya esperaba a los músicos con la silueta del árbol de Josué recortada sobre un fondo rojo. Cuando The Edge descargó la primera tanda de filigranas de “Where the Streets Have No Name”, el público argentino volvió a encenderse, dispuesto al recorrido por el disco que cambió las reglas del juego para U2. Como metáfora, una ruta en medio de un paisaje desierto fue la imagen que el fotógrafo y cineasta Anton Corbjin –el mismo que se encargara de la icónica tapa de The Joshua Tree– eligió para ilustrar desde la pantalla. Fuera del asfalto, directo al desierto para “Still Haven’t Found What I’m Looking For”, que el cuarteto todavía eleva a la condición de himno trascendental, con Bono dejando que el público cantara el primer estribillo para luego desplegar su registro intacto y mezclar el clásico soulero “Stand by Me”. “With or Without You”, ahora entre montañas a color, continuó el trayecto por el álbum y el concierto, y le permitió a The Edge desplegar su marca registrada desde las seis cuerdas, y a los nostálgicos recordar algún baile en los ‘80.

El repaso del disco siguió con la balada “Running to Stand Still”, con The Edge al piano, y “Red Hill Mining Town”, como para recordar que las huelgas y los problemas con la minería tienen larga data en todo el mundo. “In God’s Country” trajo de regreso a la guitarra al primer plano (“Esta canción no cambió en treinta años, sólo que ahora tiene más significado”, dijo Bono), mientras que en “Trip through Your Wires” fue la armónica del cantante el punto más saliente.

Al cierre de esta edición, U2 completaba el recorrido por The Joshua Tree con “One Tree Hill”,”Exit” y “Mother of the Disappeared” (“para todos los que en la Argentina pelean por los derechos humanos pasados y presentes, esta canción es para ustedes”, fue la dedicatoria de Bono) , antes de encarar la parte final del concierto con hits más recientes como “Beautiful Day”, “Elevation” y “Vértigo”,  y el cierre con “Ultra Violet” y otro himno inmortal, “One”.