Nació en Cádiz, España, y murió en Alta Gracia, Córdoba pero de Argentina. Fue periodista primero, y músico después. Pianista. Enorme pianista. Y compositor. Suyas son “El amor brujo”, “El retablo de Maese Pedro”, “Noches en los jardines de España”, “El sombrero de tres picos”, entre otras obras. Vivió mucho en Madrid. Ahondó como pocos en el cante jondo, la zarzuela y el flamenco. Vivió también en París, donde se codeó con Ravel, Debussy, Stranvinsky y Picasso; en Barcelona, donde la estadía fue corta pero intensa; en Granada, sitio largo que le posibilitó -entre mil cosas– coexistir con García Lorca. Y en la argentina, donde recaló tras la sanguinaria guerra civil española, hasta el año de su muerte: 1946. Manuel María de los Dolores Falla –vaya novedad– tuvo una vida agitada. Una vida, musical y humana, imposible de soslayar. “Su música representa, sin duda, la tradición popular andaluza, y bucea también en expresiones anteriores, vinculadas al comienzo de la cultura mediterránea. Es uno de los compositores más tocados aún hoy, en todo el mundo”, diagnostica el músico y compositor argentino José Luis Castiñeira de Dios, responsable de mantener viva su llama, en este caso como director artístico de un homenaje que comenzó el año pasado, a setenta años de la  muerte del compositor gaditano, y seguirá éste, con el tramo que le falta. 

Hoy –cocktail mediante en la Casa de Córdoba– se realizará el lanzamiento formal de la segunda etapa del “Festival Manuel de Falla, 70 años”, cuya primera parada será el lunes 16 de octubre en París. “La idea de un festival consagrado a recordar a Falla y su obra en relación con el itinerario vital y artístico recorrido, me llevó a pensar en siete ciudades, número cabalístico en el que el mismo compositor dividía los períodos de su vida”, señala Castiñeira, al enmarcar la dimensión geográfico cabalística de este recordatorio en acción pensado y producido en la Argentina que, además de París, recorrerá Bruselas, Sevilla, Granada y Cádiz. “Pensé en París porque fue el escenario de su consagración, y de la amistad con Ravel y Debussy. Respecto de las otras ciudades, bueno, en Cádiz nació y está enterrado, además de ser el lugar de su primer contacto con el mundo mágico de la cultura andaluza, de los gitanos, del “cante jondo”. Después en Sevilla, porque era la meca regional y fue el paso previo a su salto a Madrid; y en Granada, porque fue donde profundizó su labor creativa, además de conocer a Lorca”, cuenta el fundador de Anacrusa, días antes de cruzar el Atlántico. 

“En lo personal, entiendo que la figura y la obra de Falla se toparon con mi vida de una forma inesperada. Yo lo conocía, por supuesto, pero no era la música que más me atraía en mis años de formación. Yo era, sin embargo, un loco admirador de Ravel, de Debussy y de Stravinsky, que fueron más o menos sus contemporáneos, pero tenía un poco de reservas con respecto al andalucismo de sus obras más conocidas, como la ‘Danza del fuego’, que en la Argentina bailaban todas las chicas de mi época, vestidas con ‘bata de cola’ y practicantes del género que, en los conservatorios de danza, se llamaba ‘español’. Yo soy nieto de gallegos por parte de mis cuatro abuelos y se ve que me atraía lo opuesto: el jazz, la bossa nova, Bach y la sofisticación del impresionismo”, admite Castiñeira, sobre el lado subjetivo de su vinculación con el personaje que motivó semejante travesía producida por Daniel Goldstein. “Pero a fines de la década del noventa –contrapesa– fui invitado a dar unas clases de composición en los ‘Cursos Internacionales Manuel de Falla’, que se realizan en Granada. Esa tarea me hizo quedar en esa bellísima ciudad mucho más tiempo del que le dedica un viajero; conocerla más por dentro y encontrarme con la que fuera la casa del compositor, en un lugar bellísimo frente a la Alhambra. También tuvo su efecto el reencuentro que se dio con un temprano compañero de estudios, Jorge De Persia, quien había participado en la creación del Archivo que sostiene la Fundación Falla y que acababa de sacar un libro sobre los años transcurridos en la Argentina por el maestro andaluz. Yo sabía que él había muerto en Alta Gracia, pero de repente me enfrenté con una historia, la del compositor español más famoso y difundido en el mundo entero, y la de su exilio en nuestro país”. 

Además de la dirección de Castiñeira y la producción de Goldstein, la gira de Falla tendrá como protagonistas a especialistas en la obra del granadino como el mencionado De Persia, más Lolita Lechner, Tato Rébora, Elena García de Paredes, y Jean-Dominique Kryven, que serán parte de mesas redondas. También a Luis Luque y Mónica Galán, en tanto protagónicos del film “Músico de dos mundos”; a la cantante flamenca apodada “Argentina”, y al guitarrista andaluz conocido como “El Bolita”, y a dos pianistas, el productor Goldstein y Ricardo Zanón. La trouppe se completa con el guitarrista cordobés, Pablo de Giusto; y el uruguayo Narciso Espinosa, ex guitarrista de Mercedes Sosa, entre otros. “Es una programación que permite interactuar a músicos y especialistas argentinos con figuras de la música e investigadores españoles, franceses y belgas”, completa de Dios.  

El festival –dicho fue– comenzó el pasado año con treinta y cinco eventos (entre conciertos orquestales, de música de cámara, recitales de canto, piano y voz, espectáculos coreográficos, mesas redondas y proyecciones cinematográficas), esparcidos entre Alta Gracia y Buenos Aires.