El Banco Mundial proyectó un crecimiento de 2,8 por ciento para la Argentina en 2017, al tiempo que subrayó la política monetaria del Banco Central. La expectativa fue algo más optimista que la del Fondo Monetario Internacional, que proyectó una suba del PIB del 2,5 por ciento para este año. El BM celebró las medidas de ajuste en los últimos 20 meses y apuesta por un mayor orden macroeconómico. Para 2018 espera un crecimiento de 3 por ciento.

“Luego de una desaceleración de seis años, incluyendo una caída el año pasado del 1,3 por ciento, se espera que Latinoamérica y el Caribe retome el crecimiento en 2017, con pronósticos de aumento del PIB de 1,2 por ciento en 2017 y 2,3 por ciento en 2018”, indicó el Banco Mundial. “La recuperación estará liderada por el despegue argentino, que se espera que crezca 2,8 por ciento en 2017 y 3 por ciento en 2018”. La situación de Brasil, según el organismo, también ayuda a promocionar la región, con un alza del 0,7 en 2017 y de 2,7 en 2018. Para la entidad de crédito, Latinoamérica enfrenta mejores perspectivas gracias al precio de las materias primas, a la expansión de Estados Unidos y China y la elevada liquidez en los mercados financieros globales.

Carlos Vegh, economista jefe del Banco Mundial para la región, aprovechó el anuncio del documento para pedir por un mayor ajuste de las cuentas públicas, la receta tradicional de este organismo de crédito para las economías emergentes. “La situación es precaria y se requerirá mayor ajuste fiscal en varios países”, indicó. En el documento se detalló que 28 de 32 países de la región muestran rojo fiscal, en el que se subraya el de Argentina, que se ubicará este año entre 5 y 8 por ciento del PIB. Pese al pedido de recorte de gastos, Vega aseguró que es válido hacer un ajuste gradual y achicar el déficit público sin políticas de shock. “Si bien los países de la región todavía necesitan hacer ajustes fiscales para adaptarse a la nueva realidad tras la bonanza de las materias primas, muchos tienen razón en hacerlo gradualmente y así evitar una nueva recesión. Esto naturalmente tiende a poner más la carga sobre la política monetaria para ayudar a reactivar la economía”, detalló Vegh.

El economista, a tono con el discurso del equipo económico de la Argentina, aseguró que la flexibilidad de la política fiscal debe compensarse con una política monetaria más estricta, para evitar problemas de inflación. “Lo que claramente demuestra la historia inflacionaria de Latinoamérica de los últimos 15 años es que es sumamente importante bajar la inflación a niveles de un dígito. Es una política monetaria dura, el propio Federico Sturzenegger (titular del Banco Central argentino) repite, una y otra vez, que su intención es una política monetaria dura, con una meta inflacionaria ambiciosa de entre 8 y 12 por ciento para el año que viene. Pero creo que esa es la política adecuada”, aseguró. Vegh no mencionó nada acerca de que la tasa elevada en la Argentina viene generando fuertes tensiones para la inversión y la industria, en tanto que encarece el costo del crédito para los consumidores. Tampoco señaló que las tasas altas fueron ineficientes para frenar la inflación, que el año pasado se ubicó en el nivel más elevado de los últimos 25 años.

El representante del Banco Mundial mostró una clara simpatía por las políticas a favor del mercado del Gobierno argentino. Recordó la unificación del dólar, el acuerdo con los fondos buitre y la quita de retenciones. Todas estas decisiones implicaron enormes negocios para el sector financiero y grupos concentrados de la economía dedicados a la exportación. Pero no tuvieron efecto para aumentar la capacidad de compra, reducir el desempleo y bajar el nivel de habitantes en condición de pobreza. Estos elementos, no obstante, no hicieron dudar al economista. “Argentina está en muy bueno camino”, cerró.