Marcelo Ezquiaga es una especie de bestia pop de la escena independiente. Por más que intente correrse de ése estilo o darle más lugar a la canción clásica o tradicional, todo lo que toca lo convierte en pop. Y eso ya se evidencia en las tres primeras canciones de su nuevo disco, Todo el tiempo en un relámpago (2023): “Espiral”, “Amantes nuevos” y “Relámpago”. Su voz aireada, su forma de componer, el pulso de su canción y su modo de construir melodías adhesivas lo llevan a ese lugar musical. “Esas canciones de la radio de los ochenta y noventa fueron una gran influencia para mi música. Inclusive bandas como Radiohead u otras, que siendo adolescente las descubrí por la radio y eso está presente en mis canciones”, cuenta el cantante, compositor y pianista que presentará su nuevo disco este viernes a las 22 en Niceto Club, Humboldt 1358.

“Creo que esa sería la música pop para mí, la que escuchaba de chico en la radio. Eso se mezcló con otras influencias que fui descubriendo, por eso lo que hago es un pop especial, pero que me encanta, porque me da mucha libertad a la hora de crear”, se explaya Ezquiaga, quien en su nuevo material continúa una línea sonora que profundizó en Todo lo que nos une (2018). “Este disco lo produje yo, quería que fuera muy energético y creo que se logró. Mi idea era que fuera como una ola de mar profunda y potente y eso lo busqué con capas de voces y teclados”, explica el también guitarrista. “Grabé casi todos los instrumentos yo mismo, excepto las baterías, que las grabaron Fernando Samalea, con quien ya venimos grabando varios álbumes desde hace unos años, y Lucas Herbin; algunos de los bajos los grabó Santiago Capriglione”.

El disco habla del paso del tiempo, de los vínculos y la vida en la ciudad. La mayoría de las canciones fueron escritas durante la pandemia y de alguna manera ese estado de ánimo aparece en las canciones. “Antes que muera el sol, antes que sea el fin, elevo una plegaria al Dios que vive aquí/ Yo no creía en nada, ahora creo en mí, en todo lo que pasa, en todo lo que fui/ Has que desaparezca el dolor, que ahora crezca el amor”, canta Ezquiaga en “Plegaria”. “Creo que como a todos la pandemia me modificó y empecé a tener una idea más vívida del paso del tiempo”, entiende el músico. “También siento que es un disco que representa la post pandemia porque lo grabé en el momento en que volví a encontrarme con la vida en la ciudad, pero desde un lugar más virgen o más renovado”, dice sobre este noveno disco.

-¿De dónde sale la idea del título?

-No sabía cómo se iba a llamar el disco hasta que estuvo terminado. Fui escuchando las letras de las canciones y finalmente me di cuenta de que hablaban del paso del tiempo y también el paso del tiempo en los vínculos, pero principalmente esta idea de que el tiempo es un instante muy potente en el que vivimos. Todo el tiempo en un relámpago en parte habla de una expresión de deseo que tiene que ver con cumplir todos los sueños en ese instante en el que atravesamos este mundo. El título es una frase de la canción “Relámpago” y tardé en decidirme pero cuando apareció me di cuenta de que era el indicado.

En el disco hay solo dos colaboraciones, pero son significativas en la totalidad de la obra. En “Espiral” participa El Robot Bajo El Agua y en “La palabra” la chilena Niña Tormenta. “Quería tener poquitas colaboraciones en el disco y que implicaran admiración y al mismo tiempo que hubiera una relación afectiva con los artistas que invitaba”, explica Ezquiaga. “Yo venía de un disco sin invitados (Todo lo que nos une), porque a su vez, el anterior a ése disco (Morocho, de 2016) había sido todo de invitados. Entonces, en ése álbum, ya estaba curado de los feats y me permití volver a tener un par de invitaciones”, enmarca. “El Robot Bajo El Agua es una banda que sigo desde hace mucho tiempo. Nicolás Kramer, actual cantante del Robot, es el ex cantante de Jaime Sin Tierra, una banda con la que hemos compartido escenario en mi época como Mi Tortuga Montreaux. Por otro lado, Niña Tormenta antes vivía acá en Buenos Aires y nos hicimos muy amigos. Ahora que está en Chile haciendo un camino hermoso en la música me pareció un momento ideal para invitarla a cantar. ‘La palabra’ es una canción que genera un remanso en el disco y me genera mucha paz, es un lugar más tranqui”.

-¿Cómo ves el presente de la escena musical para la canción de autor?

-Creo que siempre hay posibilidades para todos los géneros musicales. Lo mío es una canción de autor bastante atípica porque estoy más cerca de los sintetizadores, los samplers que hacen que suene una cosa menos cantautor con guitarra, aunque también es un formato que me gusta. De todos modos, citando a uno de los participantes del disco, Fernando Samalea, alguna vez en un viaje por Uruguay me dijo: “Marcelo, hay que inventársela”. Me parece que se trata de eso, de buscar un camino propio, no uno trazado, para que el circuito no te defina, sino que uno busque su propio circuito.