Se puede leer de muchas fuentes que en Africa, el 70% de los habitantes subsaharianos no tienen agua potable para sus necesidades diarias, y que en algunos de esos países la tasa de sobrevivencia de los recién nacidos es similar a la de hace 100 años. Para ellos no llegó el progreso, ni se derramaron sus beneficios.

También leemos que en la primer economía del mundo, más del 60% de los niños negros o hispano descendientes no aprendió aún a nadar a los 12 años, por carencia de dinero o de instalaciones adecuadas.

Son dos realidades de distinto calibre y diferente significancia, que sin embargo son muy válidas y se pueden sostener en cualquier debate, acerca de las injusticias y asimetrías en las sociedades modernas.

Los debates y las luchas para cambiar realidades sociales, lamentablemente, han dado paso cada vez más a discusiones anodinas acerca del sexo de los ángeles.

En deportes, la epopeya de la transexual norteamericana Lia Thomas, en su intento por compartir competencias y vestuarios con otras nadadoras, mereció un profuso tratamiento, incluso superior a cualquier evaluación del deporte real y sus carencias.

Las próximas elecciones en Boca y sus fuertes implicancias políticas, habrán ahora de disimular por unos días todo lo que hoy todavía no sabemos:

¿Qué presupuesto habrá para el deporte, quién lo administrará? ¿Qué pasará en el futuro con nuestro deporte social y el de alto rendimiento? Importante por cierto, nuestra duda.

Esas preguntas, en las recientes elecciones no sumaron demasiadas apariciones en la agenda de nadie. Esto, quizá justificado en el viejo y gastado artilugio discursivo de: "Hay otras prioridades".

El deporte, maravilloso instrumento de cohesión social y salud, vuelve a desaparecer del radar del poder político. Una lástima.

* Ex Director Nacional de Deportes.