¿Qué ocurre cuando se abre un centro de desarrollo infantil en un barrio del conurbano? ¿Y en una localidad rural? ¿Y cuándo se inician las obras? ¿Cómo impacta en las familias? Buenos Aires/12 recorrió algunos, escuchó y recogió testimonios de madres, profesionales y funcionarios a cargo.
Como publicó recientemente este medio, la provincia de Buenos Aires cuenta con alrededor de un centenar de Centros de Desarrollo Infantil (CDI) en actividad y otro tanto en obra, con distinto grado de avance.
Los CDI son una política pública nacional, conjuntamente implementada por los ministerios de Obra Pública, a cargo del concepto y desarrollo edilicio, Desarrollo Social, que realiza seguimiento y coordina otros planes y programas nacionales en los territorios y los municipios, a cargo del personal que lleva adelante la gestión cotidiana.
El impacto en la vida cotidiana
El dato más relevante viene de José C. Paz y de Presidente Perón. En ambos distritos se verifican realidades similares. Hay CDI en funcionamiento y otros en obra. Los que ya abrieron generan tal grado de satisfacción que el boca a boca no tardó en correr. Como consecuencia, los que están en obra tienen largas listas de espera, compuestas por las familias que viven en las zonas en las que las nuevas unidades se construyen.
“La alegría de las familias por ver a sus hijos contentos es enorme. Más de una vez los he visto llorar de emoción. Aunque en estas últimas dos semanas empezó a haber temor y preocupación por la continuidad, las familias nos preguntan qué va a pasar”. La que habla es Claudia Cantón, directora de Niñez y Primera Infancia de la Municipalidad de José C. Paz, al noroeste del conurbano.
En ese distrito ya funcionan el CDI “Zulma Adán”, en el barrio Favaloro, y el “Verónica Cardaccci” en el barrio Concejal Alfonso. La preocupación central es el futuro de los que están en obra, en los barrios El Rincón de Tortuguitas y Néstor Kirchner.
En Presidente Perón, ya funciona el del barrio La Yaya y la construcción del CDI del barrio Los Pinos va por la mitad. También allí ocurre el fenómeno de demanda temprana.
Cómo funcionan
Cuando la demanda supera a la oferta, lo que sigue es un análisis pormenorizado, caso por caso, de las necesidades de cada familia, y un esfuerzo de contención por otras vías para aquellos que esta vez no acceden, por parte de los equipos de desarrollo social local, junto con los del CDI. Como las vacantes son anuales, se puede reintentar cada año y volver a participar del proceso.
Cada uno de estos centros está preparado para albergar a 100 chicos en una superficie de 200 metros cubiertos, a razón de 50 por turno. El prototipo prestó especial atención a la iluminación natural, tanto por sus efectos benéficos en el ánimo y el aprendizaje de los niños, como por el mejor rendimiento térmico y energético de los edificios, que redunda en un menor consumo. A la vez, se desarrollaron distintos modelos arquitectónicos para el noreste y la patagonia, teniendo en cuenta particularidades geográficas y climáticas.
En cada CDI trabajan, además de maestras jardineras, equipos interdisciplinarios conformados por pediatras, nutricionistas, psicopedagogas y abogados especializados en derecho de familia. Por esa razón, cada CDI es mucho más que un jardín de infantes.
“El objetivo de estos centros es doble”, relata Cantón. “Por un lado, garantizar las posibilidades de desarrollo del niño en su primera infancia, desde los 45 días hasta los 4 años, porque esa etapa es central para su futuro, la primera infancia es la raíz de la persona", destaca la funcionaria que especifica que habla de "desarrollo en un sentido amplio", haciendo referencia al aspecto motriz, alimentario e intelectual de cada uno de los chicos. "Si garantizamos eso, aumentan las posibilidades de su posterior inserción educativa, laboral y social”, agrega.
“El otro objetivo está vinculado a las familias y especialmente a las mujeres, se trata de brindarles una herramienta de cuidado digno a la que puedan confiar sus hijos o hijas y así disponer de algún tiempo para el trabajo o el estudio", advierte Cantón que también asegura que cuando algo de eso ocurre, los integrantes de los equipos que trabajan en los CDI sienten "una satisfacción enorme”.
Esto último es lo que rescatan las mamás de los chicos que concurren al CDI del barrio Manzone, en el partido de Pilar. Es el caso de Karen. “Yo trabajaba y tuve que dejar de trabajar porque no tenía quién me cuide a la nena, ahora que está acá, que está bien, contenta, puedo volver a salir a buscar trabajo”, cuenta. “Vivo a una cuadra y media, es increíble tenerlo acá, tan cerca, porque no había ninguna guardería para nosotros, todas estaban lejos y eran pagas”, agrega Gladys.
También de allí es el caso de Azul. Tiene cuatro hijos, el menor de ellos asiste al CDI. Está sola a cargo de la crianza, desde que su pareja quedó detenida por violencia de género. “Le preguntamos qué le gustaría hacer, cuál era su sueño, por la cara se notaba que nunca le habían hecho esa pregunta", cuentan desde el equipo que la recibió. "Dijo que quería estudiar, entonces hicimos la articulación para que accediera al Plan Fines. Empezó hace poquito. Se la ve radiante, a pesar de todos sus problemas”, cuentan.
También existen CDI en zonas rurales, donde la oferta es escasa o directamente nula. En Alberti, una localidad de ocho mil habitantes, sobre la ruta 5, hay uno en funcionamiento en el casco urbano y otro en obra en Mechita, un paraje rural aledaño. El CDI será la construcción más importante de Mechita y motivo de orgullo para sus habitantes.
Allí, en Alberti, Luisa Pérez se desempeña como inspectora de la modalidad educativa especial. “Para nosotros, es un sueño cumplido. Fue un sueño cuando lo anunció Germán Lago, el intendente, fue un sueño ver avanzar la obra y fue un sueño inaugurarlo. Aunque estamos cerca de la capital, no es fácil que lleguen acá este tipo de políticas”, explica. “El CDI es un edificio vidriado, con una vista hermosa, porque está en el centro del parque municipal, rodeado de verde. Pensaron cada detalle. También está muy cerca de Desarrollo Social. No es sólo un espacio educativo, es la puerta de acceso a un montón de derechos. Ojalá que sigan”.
En ese pueblo recuerdan especialmente el caso de una mamá que enviudó y quedó sola a cargo de tres niños, el último muy chiquito, y no podía trabajar para mantenerlos. A partir de la apertura del CDI pudo buscar empleo y convertirse en recicladora de la planta de residuos en el turno mañana. Y su niño, gracias a los profesionales que lo acompañan, empieza a superar dificultades en el desarrollo del habla.
La asistencia jurídica a las familias es también percibida como un valor central por los beneficiarios y asistentes a los CDI. Especialmente en casos de niños que por situaciones de abandono quedan a cargo de sus abuelos o de su papá, los adultos a cargo necesitan garantizar su custodia o cuidado unipersonal. “A veces la madre vuelve y nosotros trabajamos para facilitar la revinculación, pero si se lo quiere llevar, se genera un conflicto y tratamos de evitar el desarraigo del niño y otras experiencias traumáticas”, explica Cantón.
Ciclo educativo completo
José C. Paz fue distinguida por Unesco, en 2020, en plena pandemia, como miembro de la red de nuevas ciudades del aprendizaje, por sus esfuerzos en materia educativa. Es una lista de 300, que incluye a Salta y Tafí Viejo en Tucumán y otras como Durban en Sudáfrica, Querétaro en México y Reggio Calabria en Italia.
“Fuimos distinguidos por nuestra universidad. Los CDI son el primer eslabón de ese ciclo virtuoso. Queremos que los chicos que pasan por los CDI tengan las mismas oportunidades de ir a la universidad que el resto”, sintetiza Cantón.