En Argentina, las mujeres ganan en promedio 25% menos que los varones por la misma tarea, según datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) realizada por el Indec (Instituto Nacional de Estadística y Censos) en el primer trimestre de 2023.

Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU) Mujeres, la brecha salarial se obtiene al dividir la diferencia del salario medio que perciben los hombres con el que perciben las mujeres.

La disparidad salarial surge como consecuencia de una serie de circunstancias que limitan y discriminan a las mujeres. Según la ONU, las mujeres se encuentran en sectores de empleo peor remunerados y de peor nivel.

“El hecho de que los sectores mejores pagos -las áreas que mejor pagan en una empresa- estén, en cierta forma, orientados hacia los varones sin ninguna justificación concreta, hace que esa permanente segregación a la mujer en el mercado laboral se traduzca en una brecha salarial”, detalla María Celeste Gómez, doctora en Economía e investigadora del Centro de Investigaciones en Ciencias Económicas (UNC-Conicet).

Gómez, también profesora en la FCE (Facultad de Ciencias Económicas) destaca la importancia de abordar las causas y determinantes que perpetúan la discriminación en la participación de las mujeres en distintos ámbitos, sectores y ocupaciones, y que carecen de una justificación intrínseca.

Las causas de la brecha salarial pueden ser: empleo a tiempo parcial, peores empleos, trabajos socialmente menos valorados, autominusvaloración e ignorancia de empleadores. En clave de género se juntan varios factores: la limitación de participación femenina en el mercado laboral, la necesidad de tener más de un trabajo, y las horas de trabajo no remuneradas.

“El problema que enfrentan las mujeres es que, además de mantener múltiples ocupaciones, también asumen la responsabilidad de cuidar a integrantes más jóvenes de la familia o a personas mayores que requieren atención especial”, explica en “Mujeres y ¿desarrollo? Características, Obstáculos, Beneficios y Paradojas de la Participación de las Mujeres en el Mundo de la Producción”, escrito junto a Carina Borrastero (UNC-Conicet), Ana Viganó (UNC), Lucila Irazoqui (UNC) y Delfina Pons Guisiano (UNC).

Para Gómez, el mayor desafío que atraviesan las mujeres es poder incorporarse al mercado laboral con una infraestructura básica de cuidados, como por ejemplo jardines maternales o flexibilidad en las jornadas de trabajo.

Otro de los lugares en los cuales se pueden observar desigualdades es en la división del trabajo no remunerado, especialmente el relacionado con el cuidado de la familia y el hogar: recae desproporcionadamente en las mujeres y puede limitar su participación en el mercado laboral y su capacidad para acceder a oportunidades de desarrollo y de progreso económico.

En la investigación ”Mujeres y ¿desarrollo? Características, Obstáculos, Beneficios y Paradojas de la participación de las mujeres en el mundo de la producción”, la doctora en Ciencias Económicas -una de sus autoras- destaca: “No se trata solamente de reflejar estas desigualdades en la inserción laboral de la mujer en la economía, sino también de mostrar que firmas que han incorporado diversidad, pensada desde el género, lograron mejores indicadores de desempeño. Se puede mirar desde la productividad, las ventas, la cantidad de productos importados, etc”.

La participación femenina incide en el crecimiento de los países y en algunos otros indicadores de desarrollo. Esto se puede mirar en distintas escalas de análisis, y en cómo la incorporación de la mujer tiene efectos en muchos casos beneficiosos, explica Gómez.

“La participación de la mujer en el mercado laboral y el reconocimiento por igual valor y por los mismos méritos es un camino que hay que seguir recorriendo y que esperamos que se pueda ir reduciendo de a poco”, concluye. Por eso, considera que “es una muy buena noticia que el Nobel en Economía haya sido para la estadounidense Claudia Goldín por sus estudios sobre el papel de las mujeres en el mercado laboral”.