La locura nunca fue incompatible con el ejercicio del poder. Por esta razón existe una extensa bibliografía histórica sobre locura y neofascismo. Después de la segunda guerra mundial y la Shoa fueron muchos los que indagaron ese abismo. Destaquemos el vector que constituyen Freud, Adorno, Marcuse, Deleuze y Guattari, Elías Canetti, Lacan. En líneas generales es la "paranoia" la estructura que más invita a pensar una conexión con la posición de ultraderechas. Después de la Pandemia y la vinculación estructural que emergió entre el negacionismo delirante, la anti política y la ultraderecha quedó totalmente actualizada la cuestión.

El estilo bizarro de las ultraderechas de este tiempo ha renovado estos interrogantes históricos.

No obstante, hay que atender a una cuestión crucial, esta vez los medios organizan y explotan hasta el límite este vínculo entre locura y ultraderecha. El caso argentino, por las características extremas del nuevo Presidente, ha logrado una escenificación mundial del ascenso del loco al cenit del Poder.

Sin embargo, el espectacular despliegue en los medios mundiales, de los gestos hiper excéntricos del personaje, no debe extraviarnos en una cadena de comentarios banales para protegernos de la angustia. La angustia aparece siempre cuando no podemos situarnos con respecto a lo que desean de nosotros. Cuando no podemos en ese caso anticipar el límite. En este punto surge lo que la locura del personaje encubre. La locura esconde su reverso: una fría y potente racionalidad que se extiende por el mundo como su nueva razón de ser. Una vez más se trata de la voluntad de Poder inscripta en la nueva razon neoliberal. Todos los gestos transgresores no desvían un milímetro a esta racionalidad que intenta apoderarse del último confin de la vida.