Armé el living. Primero el cuadro de “Amargo Obrero” con el equipo campeón del 71. Era de mi viejo, le di un beso a la foto y recé: ¡gracias papi por hacerme de Central! Sobre mi camiseta “General Paz”, me cubrí con la bandera que cosió mi vieja en el 74 para el partido en San Juan con Desamparados. Ganamos 1 a 0. Fuimos en el 404 blanco que después le vendimos a Zenobi. Puse la foto de mis viejos en sus bodas de oro mirando hacia el tele. 50 años de dicha, 1971-2023. No soy cabulero pero desde que hago esto llevamos 17 clásicos de ventaja. La pizza tiene que ser de Santa María y la cerveza verde, alemana. Eso lo trajo Matías, mi hijo, que vino con su camiseta modelo Ingeconser. Matías tiene un aura del viejo Casale, cuando él ve los partidos, ganamos. Él fue solo con mi viejo a ver la final de la Conmebol contra el Mineiro. Ese día me desheredó. Era una criatura azul y amarilla en 1995 y cuando mi viejo lo pasó a buscar, dijo: papi, le metemos los 4 que faltan y lo ganamos en penales. Tafarel por el piso en Arroyito. Como en Italia 90. El otro día Matías mandó al descenso a Colón, antes del partido con Gimnasia recordó la última vez que jugamos con los sabaleros en el Gigante y que casi nos matan a piedrazos a la salida. Nos deben ese disgusto, dijo, y ahí nomás Colazo la clavó en el ángulo del arco que da al hipódromo en el “Marcelo Bielsa”. 

Como decía una candidata, “nosotros ya ganamos”. Es la final dice Matías, si le ganamos a River… si no nos afanan como el día de Ceballos o el de Lunati, en partido normal, les ganamos. Prendió el horno, destapó la primera botella verde y se puso el gorro canaya de Olmedo. Listo… ya empieza, pará pará, gritó: falta algo papi.

-¿Qué cosa?

-El libro de El Negro con mi dedicatoria. “De un Casale a otro, para Matías”.

Lo pusimos al lado de la foto de mis viejos mirando el tele. Es un Mendieta auténtico dibujado por Roberto una noche en el Wembley, llevando o trayendo del más allá la transmisión como en aquellos años donde sólo había la radio.

-¿Cómo lo ves…?

-Ganamos -dijo, y como el lenguaje es performativo yo le creí. ¡Gracias papi por hacerme de Central!  ¿Quién puede desmentir a un padre y a un hijo azules y amarillos?