El pasado mes de junio, cuando Tupac Shakur recibió con retraso su estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood, cientos de personas se congregaron para la ocasión. Apretándose contra las vallas, rapearon sus canciones y corearon su nombre. Casi tres décadas después de su muerte, Shakur sigue sintiéndose poderosamente vivo. Fue una estrella durante sólo cinco años, desde el lanzamiento de su álbum debut 2Pacalypse Now en 1991 hasta su muerte en 1996, con sólo 25 años, en un tiroteo en Las Vegas, del que nadie fue acusado hasta hace unos meses. 

A pesar de la brevedad de su tiempo en el candelero, Shakur publicó cuatro álbumes -tres de los cuales fueron disco de platino- y apareció en seis películas. Ese trabajo -y los 75 millones de discos vendidos después- le han asegurado una especie de inmortalidad. No es casualidad que Dr. Dre y Snoop Dogg lo recuperaran como holograma para Coachella hace una década. Aparentemente imperturbable ante la muerte, Shakur siempre ha sido relevante.

Aunque Shakur sea ahora un icono para millones de personas, cuando Staci Robinson lo conoció era un joven de 17 años muy seguro de sí mismo y con un cuaderno lleno de ideas. Fueron al mismo instituto, con algunos años de diferencia, y Robinson se convirtió en novelista y guionista. Se mantuvieron en contacto y Shakur invitó a Robinson a unirse a un grupo de guionistas que planeaba formar por su deseo de crear personajes femeninos con perspectivas y voces auténticas. La primera reunión estaba prevista para el 10 de septiembre de 1996, tres días después de que Shakur fuera herido de muerte.

Unos años después, la madre de Shakur, Afeni, fallecida en 2016, pidió a Robinson que escribiera un libro sobre su hijo. Tras meses de entrevistas con las personas que mejor lo conocían, el proyecto quedó en suspenso, donde permaneció hasta la participación de Robinson en la exposición museística del año pasado Wake Me When I'm Free ("Despiértame cuando sea libre") y en la miniserie documental de este año Dear Mama ("Querida mamá"). Al igual que en esos proyectos, su recién publicado Tupac Shakur: The Authorized Biography baja a Shakur de su pedestal como uno de los más grandes raperos de todos los tiempos y, en su lugar, permite verlo como el hijo de una madre, moldeado primero por la política revolucionaria de Afeni y, a menudo, por las mujeres con las que pasó su tiempo.

"Afeni hablaba de él con gran orgullo", dice Robinson. "Vio cómo su hijo tomaba los valores que ella le inculcó y esperaba un cambio en el mundo, que la sociedad se convirtiera en un terreno de juego más igualitario. Cuando vio a Tupac convertirse en un joven, vio que sus esperanzas eran en realidad las cosas que más dolor le causaban. Vivir en un mundo en el que le habían enseñado que no era igual para todos y en el que la esperanza y el cambio no eran aceptados por la sociedad en general se convirtió en algo muy duro para él. Nunca dejó de sentirse herido por esa cosa tan básica".

El libro de Robinson retoma su historia dos años antes del nacimiento de Shakur, en la madrugada del 2 de abril de 1969. Aquella mañana, Afeni y su marido Lumumba fueron detenidos junto con otros 19 miembros de la rama neoyorquina del Partido de las Panteras Negras, acusados de planear violentos ataques contra comisarías de policía. Afeni representó al grupo mientras estaba embarazada de Shakur, en lo que se conoció como el juicio "Pantera 21". Tras preparar su propia defensa legal, salieron victoriosos después de 13 meses y todo el grupo fue absuelto de todos los cargos.

Jamal Joseph, el miembro más joven de los Panther 21 y padrino de Shakur, fue testigo directo del cuidado que Afeni -y su hermana Gloria "Glo" Cox- ponían en la crianza de su hijo y de su hermana pequeña Sekyiwa. Cuando el joven Shakur se pasaba de la raya, su método de castigo preferido era obligarlo a leer en voz alta el New York Times del día. Empezó a hacerlo a los tres años.

"Glo sería la primera en decir que no todo eran castigos intelectuales", recuerda Joseph con una risita. "Pero Afeni quería que no se limitara a leer el Times, sino que fuera capaz de discutirlo, de enseñarle a pensar de forma crítica. Para los niños, sobre todo en las comunidades pobres, la educación consiste en "aprender y repetir". No aprendés a pensar críticamente hasta que vas a la universidad. Ella le dio eso".

Joseph recuerda que el amor de Shakur por la actuación era obvio desde una edad temprana. "Pasabas por casa y Tupac y los primos estaban organizando sus pequeños concursos de talentos", recuerda. "Tupac repartía papeles y, fuera lo que fuera, ¡él era la estrella!". No es de extrañar que Shakur decidiera dedicarse a la interpretación y se matriculara en la Escuela de las Artes de Baltimore en 1986, a los 15 años. Allí entabló una gran amistad con su compañera de clase Jada Pinkett, tras conocerse en una asamblea escolar para estudiantes del departamento de teatro. Robinson cita a Pinkett recordando aquel encuentro: "En cuanto le prestabas atención, te atraía. Congeniamos desde ese momento... Fuimos amigos para toda la vida".

La amistad y los ánimos de Pinkett ayudaron a Shakur a seguir una carrera como actor que fue paralela a su creciente fama en el rap. Su primer papel importante fue el de Roland Bishop, un adolescente problemático, en Juice (1992), y entre un papel y otro encontró tiempo para hacer un cameo en A Different World, comedia de Pinkett.

En 1993, Shakur protagonizó junto a Janet Jackson el drama romántico de John Singleton Justicia poética. Durante un momento de tensión en el rodaje, Shakur estuvo a punto de llegar a las manos con un extra y fue calmado por la poeta Maya Angelou, quien aparecía en un cameo. Como cuenta el libro de Robinson, Angelou se llevó a Shakur a un lado. "¿Sabés que cientos de años de lucha fueron por vos?". Angelou recordó más tarde el momento en una entrevista: "Empezó a llorar. Se le saltaron las lágrimas. Ese era Tupac Shakur. Lo llevé a un pequeño barranco, de espaldas a la gente para que no lo vieran, y utilicé mis manos para secarle las mejillas".

Para Joseph, este incidente es un claro ejemplo de la importancia que Shakur concedía a los modelos femeninos. Por supuesto, para algunos esto puede chocar con el hecho de que más tarde, en 1993, Shakur cumplió condena en prisión por cargos de abuso sexual. Siempre mantuvo su inocencia y las mujeres de su vida lo apoyaron. "Cuando le acusaron de violación, Tupac decía: 'Me criaron las mujeres, me encantan las mujeres'. Eso no era una excusa", dice Joseph. "Le escuchás decir eso a mucha gente que cometió alguna fechoría, pero él entendía lo que era el matriarcado en la comunidad negra. Además de la reverencia que sentía por la Dra. Angelou como artista y activista, también reconocía que era una mujer negra mayor la que le hablaba."

En 1994 Shakur escribió una de sus canciones más potentes y emotivas como homenaje a su madre. "Dear Mama", que no tiene reparos en hablar de la historia de Afeni con la adicción, así como de los dones que ella le dio, ha pasado a considerarse un punto culminante tanto en la carrera de Shakur como en la historia del rap. En 2010 fue seleccionado para su inclusión en la Biblioteca del Congreso por su importancia cultural, histórica y estética. Afeni vivió para ver la obra de su hijo reconocida en los más altos escenarios. "Estaba muy orgullosa del legado", dice Robinson. "Afeni decía que, a su muerte, sabía que seguiría inspirando. Hablaba con gran orgullo de todo lo que Tupac logró en su vida, y creía que vivió 25 años perfectos".

Sólo se puede imaginar lo que Shakur podría haber hecho con algo más que esos pocos años de vida, pero el libro de Robinson deja claro lo asombroso que es lo que consiguió antes de aquella noche en Las Vegas. Se inspiró, dice Joseph, en la esperanza, la agudeza intelectual y la educación radical que recibió de su madre. "Afeni sabía desde que llevaba a Tupac en su vientre, y desde luego en  su nacimiento, que había dado a luz a un niño negro en una sociedad que mata a los niños negros. Que mina a los niños negros. Que encarcela a los niños negros", afirma. "Así que desde el momento en que nació ella quiso susurrarle al oído y hablarle de poder, y fortalecer su mente, sabiendo que esa sería su arma más fuerte".

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.