El Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP) de Bolivia anuló en un fallo sin posibilidad de apelación la potestad de la reelección indefinida alegando que "no es un derecho humano", situación que pone en riesgo la candidatura del expresidente Evo Morales en 2025. En diálogo con PáginaI12, el ministro de la Presidencia durante su gestión, Juan Ramón Quintana, señaló que se trata de una maniobra arbitraria por parte del tribunal, presionado por el gobierno para proscribir a Morales. Además, criticó la gestión del actual presidente, Luis Arce, respecto al rumbo de la economía y su intención de restablecer relaciones con Estados Unidos.

- ¿Qué opinión le merece la decisión del TCP?

- Hay que aclarar que la determinación del tribunal no está dirigida de manera directa a ninguna consulta o amparo específico sobre la reelección indefinida, tema cuestionado por el gobierno colombiano de Iván Duque ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y que fue inducido por la derecha boliviana en un intento por vetar la reelección o candidatura de Evo Morales en 2019. Resulta que hace unos meses Miguel Ángel Balcazar, candidato a autoridad judicial en el marco de las elecciones judiciales, presentó un amparo al Tribunal Constitucional. El reglamento para las elecciones judiciales establecía que las declaraciones públicas podían anular candidaturas. El candidato alegó que esto violaba su libertad de expresión. Entonces, la respuesta del TCP se centró en este amparo, pero el magistrado René Yván Espada introdujo de manera insólita y arbitraria una serie de consideraciones, juicios de valor acerca de la reelección indefinida. Ahora bien, a partir de eso surgieron tergiversaciones para desorientar a la opinión pública, manipulación de la información dirigida a señalar que Evo Morales estaría vetado para postularse en 2025. El texto refleja un interés político de los miembros del tribunal, que concluían su gestión el 1 de enero, y que responde a la presión incontenible sobre ellos de parte del Poder Ejecutivo para tratar de proscribir la candidatura del expresidente.

- ¿La derecha boliviana le tiene miedo a Morales?

- Por supuesto, pero no es solamente la derecha boliviana. Evo es un candidato que aterroriza a cualquiera, es un candidato invencible en todas las jornadas electorales. Desde el 2005 las ganó a todas a excepción del referéndum del 2016, con muy poco margen. Entonces es uno de los personajes políticos al que nadie se quiere enfrentar porque es la representación genuina del pueblo boliviano, tiene un apoyo masivo… Hoy en el mapa de la oposición antievista hay tres grandes fuerzas. La primera es la derecha boliviana, que está sometida a los intereses extranjeros. Tiene un legado antipatriótico, antinacional, vinculado a la capitalización y a la privatización. Y no perdona a Evo haber logrado la mejor gestión de toda la historia de Bolivia, pero además por su condición indígena y de líder sindical. La segunda tendencia es la del presidente Arce, que paradójicamente fue elegido por el propio Evo, a quien ha traicionado; el vicepresidente; y una pequeña fuerza que se ha escindido del tronco común del MAS, a los que se los llama renovadores. Ese es el otro frente de batalla que lo que quiere es proscribir a Evo e incluso al MAS para ser reelectos en el 2025 y en el 2030. Luego está toda la derecha regional liderada por las fuerzas imperiales norteamericanas, especialmente el Departamento de Estado.

- ¿También se puede hablar de miedo en el caso de EE.UU.?

- EE.UU. prácticamente odia a Evo por su planteamiento antiimperialista, anticapitalista. Ese país siempre le ha temido y lo ha tratado de eliminar desde hace más de 30 años. La historia política de Evo se ha construido peldaño a peldaño frente a todas las formas inimaginables de agresión política e incluso física que sufrió. No hay que olvidarse la cantidad de veces que han tratado de matarlo, el secuestro aéreo en Europa, los golpes de Estado del 2008 y el 2019, las campañas insidiosas por los medios de comunicación, etcétera. El imperio quiere eliminarlo a toda costa porque sabe que si Evo retorna va a reimpulsar la integración regional y liderar nuevamente la gran lucha por la emancipación de los pueblos de América Latina. Estamos en un contexto de restauración ultraconservadora en la región, por lo que cada día Evo adquiere mayor valor político para ser destruido.

- ¿Qué retrocesos ve Bolivia desde que Morales dejó de ser presidente?

- Primero, desde la perspectiva política, Arce se ha convertido prácticamente en un adversario furibundo contra la posibilidad electoral de Evo Morales. Desde que llegó al gobierno hace tres años, decidió emprender una gran campaña de criminalización para liquidar su liderazgo y lo está haciendo de distintas maneras: utilizando a los medios de comunicaciones oficiales, las redes sociales, el pago de pauta oficial… El segundo elemento es que Arce ha tendido, de una manera muy explícita, a construir puentes con la derecha, garantizando las gestiones de dirigentes conservadores. Es el caso, por ejemplo, de Manfred Reyes Villa, el alcalde de la ciudad de Cochabamba, que debería estar detenido en la cárcel por un conjunto de ilegalidades que lo comprometen. Arce es muy complaciente con las prácticas de corrupción que se dan en todo el gobierno. Prácticamente hay una epidemia de corrupción en distintas entidades e instituciones públicas pero el gobierno no se pronuncia por temor a perder el respaldo político. Por otra parte, la Cancillería está trabajando para tratar de restablecer la relación diplomática con Estados Unidos. Nosotros habíamos expulsado a la CIA, la USAID, la DEA, etc. Habíamos desmantelado la intervención norteamericana durante 14 años, pero actualmente se está recomponiendo.

- ¿Y el manejo de la economía?

- Se produjo una desaceleración del protagonismo estatal en la economía: antes el Estado tenía cerca del 35%, ahora es menos del 20%. Es decir, el gobierno de Arce abrió puertas a la participación de empresarios privados, alejándose de la relación equidistante mantenida por Evo. Además, hay permisividad en actividades contra las que Evo luchó duramente como el contrabando y el narcotráfico. Estas licúan recursos, otorgando cierta estabilidad a la economía y por eso es que el nivel de la inflación es relativamente bajo. Se estimaba que en 2023 la economía boliviana iba a crecer el 4,5%. La CEPAL dice que crecimos un 1,9% y el Banco Mundial 2%. Es decir, hemos crecido a la mitad de las expectativas. Se redujo la inversión pública prácticamente un 30%, no se reintrodujeron recursos para el mercado interno y no se ampliaron los beneficios sociales que habíamos logrado durante 14 años. En cambio, hay una tendencia más bien a contraer la economía por la vía de los precios y no por la vía de la producción, aunque el gobierno dice lo contrario.

Entrevista: Axel Schwarzfeld