El grupo Estado Islámico (EI) reivindicó este jueves el atentado terrorista cometido en Irán, durante la celebración del cuarto aniversario del asesinato del comandante iraní Qasem Soleimaní a manos de Estados Unidos, al tiempo que las autoridades iraníes redujeron la cifra de muertos de 103, anunciada inicialmente, a 84.

La organización señaló en un comunicado a través de sus canales de Telegram que dos de sus miembros se dirigieron hacia una gran concentración cerca de la tumba de Soleimaní en Kerman e hicieron detonar sus cinturones explosivos. Los atacantes suicidas fueron identificados como Omar al Mowhid y Saifalá al Muyahid, quienes realizaron el atentado para que "los politeístas sepan que los yihadistas están detrás suyo y de sus proyectos", de acuerdo al escrito.

Las bombas estallaron cuando una multitud conmemoraba el cuarto aniversario de la muerte del comandante iraní en un ataque con drones de EE.UU. en Irak, el 3 de enero de 2020, en represalia por su apoyo a milicias iraquíes que combatían contra tropas estadounidenses.

"Temerán la ira de la nación iraní"

Mientras tanto, el ministro del Interior de Irán, Ahmad Vahidi, anunció que el balance definitivo de fallecidos se sitúa en 84, frente a los 103 que se anunciaron en un primer momento, si bien reconoció que aún hay varias personas en estado crítico. Según informó la agencia de noticias iraní Tasnim, Vahidi dio este número durante la visita a varios hospitales de la zona, citando datos de los forenses, pero no explicó el motivo por el que se redujo en casi 20 personas. También indicó que, de las 284 personas que resultaron heridas, 220 aún siguen hospitalizadas.

"Las agencias de Seguridad, Inteligencia y Justicia están en plena alerta y en control, ejecutando sus planes de acuerdo con los protocolos establecidos", afirmó el ministro en referencia a la situación en la zona, donde se produjo uno de los atentados terroristas más graves de las últimas décadas en territorio iraní. Además calificó al ataque como un acto terrorista reprensible, cobarde y malicioso, y aseguró que los culpables serán detenidos por las fuerzas de seguridad e Inteligencia, y quienes los apoyan "temerán la ira de la nación iraní".

Conflicto de larga data

Irán y EI son protagonistas de una enemistad alimentada por un abismo político y religioso. El atentado del miércoles es solo el último de una larga serie de actos de extrema violencia cometidos por el grupo en territorio iraní. A su vez, Irán fue uno de los principales actores en la destrucción del emirato que EI estableció en territorio iraquí y sirio: puso numerosas tropas voluntarias en el terreno, en su mayoría guardianes de la revolución; organizó y fortaleció milicias locales para combatir al grupo; ofreció inteligencia y apoyo aéreo; y presionó políticamente a quienes les daban apoyo. Precisamente el general Soleimaní fue el responsable de organizar el combate a sangre y fuego iraní contra EI.

El argumento de conflicto más patente entre ambos, una república teocrática chií y un grupo integrista suní, es la religión: el cisma islámico del siglo VII por disputas sobre quien es el legítimo sucesor del profeta Mahoma es el origen de un problema que con los siglos derivó en profundas fracturas en doctrina religiosa, prácticas y costumbres entre los chiíes y los suníes, el grupo abrumadoramente dominante en el islam.

Al contrario que los suníes, los chiíes --seguidores de Alí-- mantienen un clero organizado y rinden homenaje continuo a Husein, nieto de Mahoma, y a Alí, cuyo martirio es recordado cada año en la fiesta de Ashura. Estas prácticas, entre otras muchas, son consideradas por muchos suníes como idolatría, prohibida en el Corán. En ese contexto y dentro de su visión radical, el EI considera que los chiíes son politeístas y falsos musulmanes, lo que no solo permite teológicamente su exterminio, sino que lo exige.

El nacimiento del Estado Islámico

Desde sus comienzos, el EI atacó todas las comunidades chiíes con las que se topó en Irak (de mayoría chií), Siria o Afganistán. La organización nació tras la invasión de Irak por parte de EE.UU. y se alimentó con los antiguos cuadros del gobierno y el Ejército de Irak bajo Sadam Husein, suníes que dominaban a sangre y fuego un país de mayoría chií.

La llegada al poder en Irak, con el respaldo de Irán, de grupos chiíes, no gustó a los vecinos árabes suníes del país rico en petróleo, como Arabia Saudí o Emiratos Árabes Unidos. Según Irán, que mantiene una tensa relación con ambos países por la hegemonía regional, ambos dieron soporte al incipiente EI para desestabilizar Irak y mantener ocupados a los iraníes.

La guerra civil siria fue otro foco de tensión, en el que EI puso en peligro al régimen amigo de Teherán Bachar al Asad (alauita, una forma de chiísmo). Irán corrió a apuntalar a sus gobiernos amigos y mientras la coalición internacional impulsada por EE.UU contra EI bombardeaba desde el aire Siria e Irak, en el terreno eran los soldados y milicianos próximos a Teherán los que avanzaban contra las tropas del autoproclamado emirato.

Para 2017, la derrota territorial de EI en Irak era un hecho, y sus remanentes comenzaron una campaña terrorista contra el territorio iraní. Desde entonces, varios ataques en allí dejaron decenas de muertos, mientras que las autoridades iraníes anuncian periódicamente detenciones, ataques, juicios y desarticulaciones de células terroristas que se vinculan con la organización.