Cuestión de sangre - 7 puntos

Stillwater, Estados Unidos, 2021

Dirección: Tom McCarthy

Guion: Marcus Hinchey, Thomas Bidegain y Tom McCarthy

Duración: 139 minutos

Intérpretes: Matt Damon, Camille Cottin, Abigail Breslin, Lilou Siauvaud, Deanna Dunagan, Idir Azougli, Anne Le Ny.

Disponible en Netflix.

Hay historias que el cine elige narrar desde la velocidad y la adrenalina, como si se tratara de una carrera en la que se busca dejar al espectador extenuado y sin aliento. Esa es la forma que suelen adoptar las películas de acción que, como los tiburones, necesitan sostener un movimiento perpetuo para mantenerse vivas. En el otro extremo están aquellos relatos que no le temen ni a las pausas ni a los desvíos, en la que los pequeños detalles pueden adquirir una dimensión descomunal a fuerza de observación y paciencia. Si se la juzgara por su sinopsis, Cuestión de sangre, dirigida por Tom McCarthy y protagonizada por Matt Damon, daría la impresión de pertenecer a la primera categoría, sin embargo se encuentra mucho más cerca del segundo grupo.

Damon interpreta a Bill, un obrero áspero y huraño que debe viajar a Marsella para visitar a su hija, que se encuentra en prisión. La chica fue hallada culpable del asesinato de una compañera de universidad con la que compartía el alquiler y mantenía una relación sentimental, pero tras cinco años de encierro sigue sosteniendo su inocencia. A pesar del esfuerzo realizado para ver a su hija, a Bill le cuesta entablar un contacto genuino con ella y pronto queda claro que la relación no es sencilla. La joven no confía en él debido a sus fallas como padre, que incluyen abandonos y adicciones. Sin embargo, cuando se entera que hay un testigo que puede cambiar la sentencia que pesa sobre ella, y ante la falta de iniciativa de la justicia por reabrir el caso, Bill tomará la responsabilidad de investigar por su cuenta.

Cuestión de sangre podría abrazar el molde de las películas de venganza, en las que el protagonista asume el papel de vigilante para proteger a los suyos, y por un rato juega a ser exactamente eso. Pero Bill no habla ni una palabra de francés y por eso le pide ayuda a Virgine, una mujer que conoce por casualidad en el hotel donde se aloja. De manera no del todo inesperada, pronto el vínculo entre ambos comenzará a ocupar un espacio cada vez mayor dentro de la trama. En especial después de que él cometa un error que lo alejará de su hija. A pesar de su parquedad y su cercanía con el modelo del white trash estadounidense, Bill es un tipo sensible y querible, y la relación con la mujer francesa y su pequeña hija Maya serán para él poco menos que una salvación.

Si bien la trama policial va perdiendo peso frente a la historia romántica, en algún punto ambas acabarán por cruzarse de nuevo. En esa encrucijada Cuestión de sangre parece un híbrido entre Gran Torino y El secreto de sus ojos. Por un lado, Bill comparte muchas de las características que definían a aquel personaje de Clint Eastwood y, a pesar de las diferencias entre ambos (sobre todo de talla), Damon consigue calzarse sus botas con dignidad. Por otro, la película dará algunos giros que de forma inevitable recuerdan mucho a los que da la de Juan José Campanella. En especial a aquel que deriva del recordado parlamento de Guillermo Francella: “Se puede cambiar de cara, de casa, de familia, de religión. De Dios. Pero hay una cosa que no se puede cambiar: no se puede cambiar de pasión”.

McCarthy no tiene ningún apuro por mostrarle al espectador todas sus cartas. De hecho, esa acumulación de giros y contragiros hará que en la última media hora Cuestión de sangre cambie de dirección no una, sino varias cuantas veces. A diferencia de El secreto de sus ojos, donde la noción de justicia terminaba puesta en entredicho de forma no del todo consciente, a partir de las decisiones que el protagonista tomaba frente a su dilema ético, acá ninguno de los implicados llegará al final del camino sin recibir heridas. Es posible que el espectador tampoco salga de la experiencia con alivio, pero seguro sentirá que la historia se ha resuelto de un modo más humano.