No fueron pocas las veces que Javier Milei insistió en que su proyecto ideal de país es volver a fines del siglo XIX. Con el último aliado que sumó la temporalidad parece ser un foco de conflicto, no porque el colaborador se enfoque en el futuro sino todo lo contrario: si fuera por la nueva incorporación, lo ideal sería retornar a la Edad Media. Se trata de Abel Albino, un pediatra que ya había hecho buenas migas con Mauricio Macri, quien en su abanico de pensamiento retrógrado insiste, por ejemplo, en que "las mujeres deben esforzarse por ofrecer al hombre su virginidad tanto física como moral". Es el mismo que, en pleno debate por la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, desinformó al decir que "el preservativo no funciona" y que el VIH puede "atravesar la porcelana".

El nuevo acercamiento de Albino con las esferas del Gobierno nacional ocurrió este lunes. El ministerio de Capital Humano, a cargo de Sandra Pettovello, firmó este lunes un acuerdo con la Fundación Cooperadora Nutrición Infantil (CONIN), presidida por Albino, un oscurantista pediatra, quien ya había sido beneficiado con otros convenios similares durante el mandato de Macri. Lo más curioso de este "nuevo" acuerdo, que fue presentado con bombos y platillos, es que predica la misma intención de años otrores: "Trabajar en la lucha contra la desnutrición infantil", aún cuando los antecedentes esté en contra del accionar del pediatra.

La evidencia más reciente data de 2020, cuando ocho niños wichi fallecieron por desnutrición en la provincia de Salta. Por ese entonces, la ONG que preside Albino firmó un convenio con el mandatario Juan Manuel Urtubey, por el que recibió un monto de 100 millones de pesos para la apertura de 30 nuevos centros de atención a la primera infancia y el fortalecimiento de otros ya existentes, con el objetivo de mejorar y controlar la salud de los niños salteños (entre ellos los wichí).

Además de su cuestionable y poco clara gestión, cuando se pronuncia sobre la desnutrición infantil, que su fundación propone combatir con el uso de los recursos económicos que recibe del Estado, este médico mendocino despliega una increíble y forzada relación con la sexualidad. “La desnutrición infantil es una enfermedad cultural propia de sitios en los que al acto sexual (…) se lo suele llevar a cabo compulsivamente, bajo los efectos de una vehemencia descontrolada e irracional que pretende la mera satisfacción de un placer instintivo por parte del varón”, afirma.

Pero su pensamiento medieval no solo se restringe a su especialidad: durante 2018, en ocasión de las argumentaciones sobre la alternativa de la despenalización del aborto, en su exposición en el Congreso Nacional, Albino —entre otros muchos y graves extravíos— desestimó el uso de preservativos para la prevención de enfermedades afirmando indubitablemente que “el preservativo no protege del sida porque el virus atraviesa hasta la porcelana”.

Además, en su historial ya registraba otras desopilantes aunque trágicas expresiones plasmadas en sus libros: “El sexo es una maravilla que tenemos para contribuir a la obra de Dios, no para divertirse”; “La masturbación es una adicción y genera angustia”; “La mujer debe esforzarse por ofrecer al hombre su virginidad tanto física como moral”, son solo algunos ejemplos.

A pesar de semejante perfil, el presidente de entonces, Mauricio Macri, salió en su defensa afirmando que “trabaja para el gobierno nacional desde su fundación creando centros de inclusión infantil”. Y agregó que “su tarea es muy buena, en lo que trabaja él es reconocido no solo nacionalmente sino internacionalmente. El trabajo que él hace, lo hace muy bien”.

Por ese entonces también, Albino se vanagloriaba afirmando que “atiendo niños pobres, hago pobreza y nutrición. Es un hobby caro que tengo”. “Ando por todo el país, tengo 110 centros y estoy en convenio con muchas provincias. Hay política de que se expandan los centros Conin, y atiendo 40 mil niños pobres hoy”, detallaba.

Lo cierto es que por ese "hobby", según el informe del por entonces jefe de Gabinete de Ministros de la Nación, Marcos Peña, CONIN había recibido 14.861.885,74 pesos del presupuesto nacional. Eso, en concepto de sus convenios con los ministerios de Desarrollo Social, Salud, Educación y la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia para “mejorar las condiciones de educabilidad de alumnos de nivel inicial de 3 a 5 años” y generar “instancias de acompañamiento a las familias”. 

También según el informe de Peña, en 2016 la Fundación recibió 9.520.720 de pesos y 52.656.187,80 en 2015. 

Por ahora, no trascendieron los pormenores del acuerdo con la ministra Pettovello, quien en las horas previas se había negado a recibir a miles de personas que realizaron “La Fila del Hambre”. Solo se comunicó oficialmente que las tareas se realizarán junto con los más de 100 centros CONIN de toda la Argentina, además de las 1.500 instituciones que dan ayuda alimentaria a familias y niños en situación de vulnerabilidad, con el acompañamiento desde su primera infancia y desarrollo.

“La principal riqueza de un país es su capital humano, es el camino a seguir y cuidar”, dijo Albino, tras el encuentro.

¿Quién es Abel Albino?

Abel Albino tiene 77 años, es porteño pero se recibió de médico en la Universidad de Tucumán y, años después, estudió Biología Molecular en la Universidad de Navarra, la casa de estudios fundada por el mismísimo (san) Josemaría Escrivá de Balaguer y que pertenece al Opus Dei, en el que Albino reviste desde hace alrededor de 38 años. 

“Le produjo profunda tristeza ver la brecha entre Europa y la Argentina; países tan pequeños y poderosos, frente al nuestro que, siendo infinitamente más rico, se encontraba tan empobrecido”, reconstruye la web de la Fundación CONIN, que preside, y que creó en 1993 por esa tristeza y para emular a la fundación homónima que había conocido en Chile. 

Es rígido, casi decimonónico, en su mirada biologicista moral sobre la sociedad. Para Albino, “el consultorio médico es un confesionario”. “El sexo produce adicción y los atrapa y los degrada. La masturbación es una verdadera tiranía. Todos debemos casarnos y tener hijos. Eso es orden natural. No podemos ir en contra de esas cosas”, explicó hace unos años, para defender su tesis contraria al sexo fuera del matrimonio y, claro, previo a él.

Su ferviente prédica a favor de la moralización de la ciencia médica le valió premio: el arzobispo Héctor Aguer le entregó el doctorado Honoris Causa de la Universidad Católica platense, “como reconocimiento a su labor a favor del desarrollo saludable de los niños de todo el país”.

En 2015, cuando su cercanía con el macrismo echó a correr en plena campaña presidencial el rumor de que podría ocupar un cargo en un —entonces— hipotético gobierno de Cambiemos, explicó “Me opongo a la libertad sin responsabilidad, que es libertinaje”. 

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