“Está en mi naturaleza” concluye la vieja fábula del alacrán y la rana, la de ese alacrán que pica a la rana que lo carga a través del río para salvarle la vida. Las personas que integran este gobierno alacrán, con el Presidente Milei a la cabeza, están haciendo las cosas de manera tal que parece que quisieran herirnos de muerte a todos nosotros, empezando por quienes los acompañan de cerca.

¡Más libertad para crecer! ¡Más libertad para ganar dinero! ¿Quién podría no estar de acuerdo con semejantes consignas?

Otro tema es preguntarnos quiénes podrían acceder a esas libertades y beneficios merced al planteo actual del gobierno por ahora también actual.

Los trabajadores seguramente no. Tampoco la mayoría de sus votantes.

Según las diferentes versiones que ha dado el Presidente, se supone que necesitaría 15 años o 35 o 45, quién sabe si para transformar nuestro país en Alemania, Irlanda o no sé qué planteo delirante.

Mientras tanto, la mayoría del electorado, incluso muchos de entre la población más desfavorecida, en su afán de cambio, lo votó para un período de gobierno. Según la Constitución Nacional vigente, en la República Argentina ese período es de cuatro años.

Pero para gobernar cuatro años hay que poder llegar a hacerlo.

En tela de juicio

Dado el planteo del gobierno, entiendo que está seriamente afectada la gobernabilidad por la autoagresión que implican sus medidas: al pueblo e incluso a sus legisladores, propios, aliados y colaboracionistas.

Digo esto pensando en la mayor libertad posible: de mercado, de inversión de capitales, de que el país crezca.

Nada de eso puede suceder sin que la gente aporte su vida, y para ello tienen que poder vivir. Nada de eso puede suceder si el propio sistema fagocita lo que Nancy Fraser denomina “moradas ocultas” en su libro más reciente, Capitalismo Caníbal. Qué hacer con este sistema que devora la democracia y el planeta, y hasta pone en peligro su propia existencia (2023).

Para que el capitalismo funcione y los trabajadores puedan al menos ser explotados, en el sentido marxiano de ser productores de plusvalía a la cual por estructura no tienen acceso, deben funcionar adecuadamente las “moradas ocultas” donde habitan las y los expropiados: esos que ni siquiera pueden acceder a ser explotados en una relación laboral contractual.

En las diferencias entre producción y reproducción --sigo las elaboraciones de Fraser--, del lado de la producción encontramos a los trabajadores más o menos mal insertados en el sistema. Incluso “racializados”: adaptados, sometidos y aquiescentes respecto de la recepción que el sistema les ofrece.

Según Fraser, para que haya producción --lo visible, el mundo de lo público, el terreno del empleo que produce bienes y ganancias-- debe estar garantizado el mundo de la reproducción: lo doméstico, los cuidados maternales, la salud, la crianza de los hijos, el techo, en fin, las necesidades básicas y un horizonte mínimo de posibilidades para las familias trabajadoras y sus descendencias extendidas.

Lo más impactante del libro de Nancy Fraser me parece lo siguiente: si hacemos una crónica de las crisis del sistema capitalista, los momentos de zozobra del contexto sociopolítico inherente al mismo han sido ocasionados por ataques dirigidos a las “moradas ocultas”, a ese ámbito reproductivo encubierto y expropiado que es, ni más ni menos, condición de existencia para el plano de la producción.

Los ejemplos son muchos y no abundaré en ellos aquí. Simplemente les recomiendo una vez más la lectura del libro de Fraser.

La lógica del alacrán

Este gobierno está haciendo las cosas tan mal que pareciera que quisieran irse pronto. No sin antes ocasionar un daño mayúsculo y penoso.

El retroceso al que nos empuja este gobierno porfiadamente retrógrado es una pesadilla. Por varias razones. En principio --dejo para el final otro grupo de razones no menos importante--, por el hecho de tener que discutir otra vez temas que creíamos indiscutibles:

* la dictadura militar genocida;

* los 30.000 desaparecidos, la lucha por los derechos humanos reconocida internacionalmente;

* la justicia social, las conquistas laborales del movimiento obrero organizado, el derecho al trabajo bien remunerado, a una estabilidad para los trabajadores y sus familias que les permita desarrollarse y reproducirse, la movilidad social ascendente;

* el derecho a una jubilación digna para nuestros jubilados y a un horizonte amable para los trabajadores que miran la adultez mayor como un futuro todavía no tan cercano;

* la Educación Sexual Infantil, que ha incidido directamente en la visibilización de y en la intervención sobre la problemática del abuso sexual intrafamiliar;

* la lucha por la igualdad de derecho de las mujeres y de otros grupos vulnerados en razón de sus preferencias de orientación sexual y/o de expresión de género;

* San Martín, el Padre de la Patria;

* La Patria;

* La Democracia.

El ataque a las moradas ocultas

Este gobierno, con el presidente Milei a la cabeza, vulnera las condiciones de posibilidad del sistema que dice querer imponer al atacarlas de modo masivo y furioso. Esas condiciones de posibilidad, como decía antes, son las “moradas ocultas” caracterizadas por Fraser.

Dicho ataque a esas moradas ocultas de la reproducción, a esos aspectos que determinan la posibilidad de existencia de la producción de bienes y ganancias, este gobierno alacrán lo perpetra con una estrategia de doble pinza:

* Por un lado, ataca una serie de valores que lejos de ser la raíz de los problemas que nos duelen (inflación, desocupación, pobreza) constituye el horizonte ideológico de valores nacionales compartidos: Patria, San Martín, Malvinas, Veteranos de Malvinas, Justicia Social, Salud Pública, Educación Pública, etc.

* Por otro, empobrece a los trabajadores y a los pequeños y medianos empresarios. De los primeros, muchos de ellos son pobres, y muchos otros, quienes no acceden al menos “al derecho de ser explotados legalmente” en un empleo formal, integran el conjunto de los expropiados, marginales que ofrecen su cuerpo en bicicletas, motos o a pie, para entregar rápido docenas de empanadas cada vez más caras (si no por el precio, por la cantidad y la calidad del relleno empobrecido), pero a la vez lo más “baratas” posible para que al menos los “afortunados” que acceden a ser explotados puedan pagarlas. O bien, quienes animan diversas figuras de la economía informal y, todavía más allá, los excluidos de todo tipo de lazo social que los aleje, aunque sea un poco, del lugar de desecho.

No es necesario ser Nancy Fraser ni ningún genio para darse cuenta de que la situación es insostenible.

Por último, pero no menos importante, el segundo orden de razones que había dejado pendiente más arriba y que considero insoportable: me refiero a lo tóxico y ofensivo que resultan la profunda ignorancia, la supina estupidez, la obcecación pertinaz, la tilinguería barata a la que nos someten quienes abren la boca para ofrecer “argumentos” que no son más que prejuicios, insultos odiosos, cantinelas berretas, estribillos vacíos y balbuceo pavote. Flatus vocis.

Por eso me pregunto si este gobierno alacrán será capaz de hacer algo más que perjudicar a los trabajadores y a los más vulnerables --incluso a quienes lo votaron--, descalificar a propios y aliados e insultarnos a todos.

Matrtín Alomo es psicoanalista. Doctor en Psicología. Magíster en Psicoanálisis. Especialista en Psicología Clínica. Profesor y Licenciado en Psicología (UBA). Entre otros libros, ha publicado Vivir mejor. Un desafío cotidiano (Paidós 2021); La función social de la esquizofrenia. Una perspectiva psicoanalítica (Eudeba 2020); Clínica de la elección en psicoanálisis. Vol. I y II (Letra Viva 2013).