Como el fútbol y toda su industria, FIFA18 está en evolución permanente. De la espectacularización de las repeticiones a la incorporación de El Trayecto, ese ejercicio de rol, gol y narrativa en el que el jugador comanda a Alex Hunter, la saga de EA Sports incorpora herramientas trasmedia para el más completo videojuego de fútbol habido. Minijuegos, managereo, competitividad, juego cooperativo, camisetas y botines fetiche y desbloqueables, futbolistas legendarios, y algo parecido a un trading card game, el FUT. Spin offs para celulares y de escritorio, atiborradas y precisas bases de datos online, una comunidad que censorea y manijea. Y hacia adentro de los partidos, ambiente, clima y pasión; desgaste, violencia y caos. Juegos de previas, desveladas y tardes de vacaciones de verano, los FIFA funcionan además como marca generacional para camadas de pibes que conocen, idolatran y hasta construyen mitos en torno de futbolistas a los que no ven jugar en canchas o por TV, sino que los controlan en consolas o computadoras. El valor simbólico de los futbolistas opera en tanto le den rédito a nuestro equipo de estrellas FUT, el plantelito de la cuarta inglesa o la selección equis. Pero mucho más que en ellos, en la medida en que justifiquen su inclusión en un once titular a nivel competitivo, todo un universo paralelo al del juego como pasatiempo debido a su profesionalización e institucionalización, los mecenazgos y las universidades con equipo propio. A partir de ese campo, el de los e-sports y los miles de dólares de premio, existe además un metajuego mucho más diverso, cristalino y riguroso que el de, por ejemplo, la comunidad de jugadores de Magic: The Gathering. Usuarios que se comparten hallazgos insólitos de jugadores más allá de la norma en una liga menor, y también sitios que se sostienen en base a noticias no de goles, si no de, por caso, la polémica por el puntaje general otorgado a tal o cual futbolista, ¡incluso leakeado antes de la salida del juego! En el corazón de todo eso, como en el del fútbol y toda su industria, reposan el juego, la pelota y el pie.  O en este caso, los dedos.