Que la educación pública es un "mecanismo de lavado de cerebro". Que sólo hablar de "los comunistas" es "tan peligroso que genera problemas siempre", por eso mejor ni nombrarlos, porque pasan estas cosas: que en cuestión de minutos, por ejemplo, se desmayen alrededor suyo dos alumnos, y que lejos de preocuparse por su estado aliente al auditorio a la chanza colectiva. Que "el aborto es un asesinato agravado por el vínculo", y que acechan los "asesinos de los pañuelos verdes". Algunos, incluso, doblemente "inmorales", porque además son políticos. Y, como se sabe, “los políticos lo que hacen es irse de fiesta y pasar la factura a generaciones que ni siquiera nacieron". Y junto a la alabanza de que "la letra por sangre entra" —los castigos físicos de sus padres, o el "muertos antes que sucios" del cura que le enseñó caligrafía en primer grado—, el plus Café Fashion, frente a un auditorio de niños y adolescentes: "El burro tiene éxito por insistidor, no por lo otro... ¿Se entendió, no?". 

Para todo esto hubo lugar en la visita de Javier Milei a su colegio, el Cardenal Copello de Villa Devoto, de la orden francesa de los hermanos menesianos. Un lugar al que nunca había vuelto desde que era un niño y luego un joven sin amigos al que apodaron "El Loco" por eso que recordó con claridad Teresa, su señorita de cuarto grado, en la puerta del colegio: con sus compañeros "era bravo". 

No es que la sarta de barbaridades que virtió el exalumno contenga algo conceptualmente nuevo en su pensamiento: quienes lo siguieron en su campaña saben que estos fueron, justamente, los ejes discursivos de su "éxito" (una palabra que repite, su vara en la vida), las ideas que le permitieron llegar hasta aquí, a cumplir los designios de "El Uno". Solo que esta vez, pronunciados desde la investidura presidencial, mezclados entre anécdotas y consejos de superación personal, y en la inauguración del ciclo lectivo en la escuela religiosa de la calle Nueva York, resultaron alarmantes y ofensivos. Provocaron, por ejemplo, que los bloques de Unión por la Patria, la UCR, la Coalición Cívica, el Partido Socialista, Confianza Pública, se unieran para presentar en la Legislatura porteña una declaración que ratifica "el valor irrenunciable de la educación pública y expresara "preocupación" por las "expresiones irrespetuosas frente a niños, niñas y adolescentes, y el conjunto de la comunidad educativa".

Libres

No estuvo solo el Presidente en la escena de adoctrinamiento anarco capitalista. Flaqueándolo cual guardaespaldas, luciendo un blazer amarillo a tono con la bandera papal, se vio muy atenta a otra exalumna, su hermana y secretaria general de la Presidencia, Karina Milei. Y en primera fila, al sonriente secretario de Educación, Carlos Torrendell, y a Sandra Pettovello, que rompió en llanto cuando Milei recordaba la anécdota meritocrática de su infancia. 

“Se me emociona la ministra de Capital Humano, que es una máquina de encontrar curros. Todas las semanas se instala en un piso nuevo y hace unos quilombos de novela”, halagó su labor. Y elogió la suya por lograr "el primer país en el mundo que presenta un Ministerio de Capital Humano, donde el concepto es que la asistencia social deje de ser darle el pescado a la gente y (pasa a ser) enseñarles a pescar, es decir enseñarles a ser individuos, enseñarles a ser libres, que cada uno, digamos, esté en condiciones de aprender a tener su propio alimento y autosustentarse". 

Fin

No sólo el Presidente tomó a la ligera el desmayo de un menor de edad a metros suyo, e invitó a todos y todas a reírse de ello. El vocero presidencial, Manuel Adorni, puso la frutilla del postre al publicar el video del menor desvaneciéndose con su frase: "Fin".  

A lo largo de una hora Milei tuvo tiempo de elogiar su gobierno, su brutal ajuste y su teoría económica: "Fue tan fuerte lo que empezamos a hacer, mezcla de motosierra y licuadora, no voy a negar que hay licuadora, un ajuste tan rápido tiene licuadora también, obvio. Lo que pasa es que, si la licuadora se vuelve permanente, se vuelve motosierra", enfatizó con especial tono. 

"Aviso que, para mí, el aborto es un asesinato agravado por el vínculo. Y eso lo puedo demostrar desde una perspectiva matemática, filosófica, desde el liberalismo y, además, desde lo biológico", soltó en medio de una parrafada de teoría económica, sin que viniera al tema. Y sin que se entienda muy bien agregó que "los políticos lo que hacen es irse de fiesta y pasarles la factura a generaciones que ni siquiera nacieron, y algunos que, además, intentan matarlo, que son los asesinos de los pañuelos verdes". 

Contaminados

"Estábamos tan pero tan contaminados de socialismo, teníamos tanto rojo encima, que lo natural era que la revolución fuera liberal", fue su diagnóstico de época. "Pasa que los jóvenes llevan menos tiempo expuestos al mecanismo de lavado de cerebro que es la educación pública, independientemente que sea de gestión estatal o privada", se alegró. "Porque cuando determinan los contenidos, están recontra rojos los contenidos. Entonces, eso también favorece, no estár expuestos, o sea, porque entre tener la cabeza contaminada y tenerla limpia, prefiero que esté limpia". Dejó la duda flotando en el aire: ¿lo que prefiere entonces es la deserción escolar?

"Está lleno de videos de profesores maltratando alumnos por oponerse a la opresión kirchnerista", aseguró también desde su lugar de observación del mundo, las redes. Y en tren de hablar de educación, apuntó contra la Universidad de Belgrano y a un profesora por "perseguir" y "bullyinear" a Iñaki Gutiérrez, el influencer que maneja su cuenta de TikTok, y que fue separado del parea de Comunicación de Presidencia tras sucesivos papelones. "O sea, espero que el secretario de Educación y la ministra de Capital Humano pongan en orden este desborde que hay en la Universidad de Belgrano, donde hay profesores de origen radical persiguiendo a liberales", acusó, y mandó a sus funcionarios a interferir en la autonomía universitaria. 

Adobó todos estos estos conceptos con recuerdos de tierna infancia: "Mi papá estaba presto a agarrarme por los pelos y dejarme una zapatería en el traste y mi mamá a bajarme los dientes, a sopapos, para que estudiara", evocó, aclarando que "eran otros tiempos". 

Inmundo

Hubo tiempo para responder un par de preguntas de alumnos, uno de los cuales la coronó con el "Viva la libertad", pero, atento a las formas, sin el "carajo". "Carajo es la parte más alta del barco, no es una mala palabra, la podés decir abiertamente", instruyó el Presidente, y empatizó: "Que pasa que tenemos los liberales de copetín, o sea, los sommeliers de las formas".

"¿Qué se llevó de estudiar en este colegio?", le preguntó otro chico. "Los valores, lo más importante, los valores", respondió el Presidente, sin extenderse más en ese asunto en particular, que pareció no interesarle. Lejos del humanismo y los valores católicos como el de la solidaridad o el amor al prójimo, a lo largo de su discurso abordó valores puramente individuales, apuntados al mérito, el éxito y la superación personal. "En 36 o 37 años, ustedes podrían estar donde estoy yo, así que tomen conciencia de que podemos levantar la vara un poquito más y, además, hacerlo mejor de lo que voy a hacerlo yo para que, cuando a ustedes les toque estar, hayamos salido de este pozo inmundo en el que estamos y ya seamos un país desarrollado", alentó al alumnado. Lo que se dice, una enseñanza de vida. 

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