"Lo importante es cuando el grafiti te dice algo, si me está dejando un mensaje o me está haciendo pensar. Los murales están en el espacio público, que es de todos. Pienso que hay que pensar en ser menos individualista. Esa es mi concepción de hacer arte en la calle", afirma Javier Almirón, muralista marplatense que ve en el arte que ocurre en el espacio público más que simples decoraciones. Es el nombre detrás de los dibujos de carpitas con la palabra "habitar", y de los graffitis que defienden la soberanía del mar frente a la explotación petrolera. Por medio de diversos proyectos, en su ciudad pero también en otras partes del mundo, busca conectar a las comunidades con los espacios por medio del arte. 

Atrapasueños

Javier atiende desde España, país donde se encuentra gracias a una residencia artística. El fin de semana se irá a Francia, al festival de diseño latino, donde pintará un mural y dará talleres. "Como siempre, moviéndome y expandiéndome. Ese siempre es el proyecto de vida", afirma. Aunque los primeros días de junio afirma que volverá a "Marpla", su ciudad amada, que lo vió crecer.

Fue en el barrio de Villa Lourdes, cerca del puerto, donde comenzó a orientar un poco mejor su arte hacía lo que realmente quería hacer. Volvió de La Plata en 2016 con un diploma de pintura bajo el brazo, y con la idea de que las muestras y exposiciones que realizaba eran suficientes. Pero se dió cuenta que la posta estaba en la calle.

"Entre los grafiteros o artistas de la calle, quien pinta, gana. El espacio se va ocupando con una firma, como territorio ganado. Vos vas, y pintás, cuanto mas inaccesible, menos te lo pueden borrar", explica Javier. Pero pensó que tenía que haber más que estar presente con una firma en una pared. Y que si había, tenía que ver con habitar de alguna otra manera el espacio. 

Fue junto a Federico Giorgini, “filósofo y gran amigo”, decidió realizar una serie de murales en su barrio que cuenten un relato, y que les permita tener una visión del graffiti de manera comunitaria. Hoy, los murales son parte de la identidad del barrio, y la propuesta trasciende las fronteras.

Su trabajo contra las petroleras.

Un hombre con cabeza de gaviota viste un short de Aldosivi, y su nombre es Atrapasueños. Los murales pintados son seis: uno con la presentación del personaje y cinco con el relato urbano. El primero se encuentra en San Salvador, entre Juramento y Lanzilotta y el resto están distribuidos por la zona, entrelazados por el concepto y la narrativa: “Movimiento eterno”, en Juramento y Guanahani; “Tenacidad”, en Guanahani entre Juramento y Alejandro Korn; “Proceso”, en Alejandro Korn y Hernandarias; “Equilibrio dinámico”, en Ortiz de Zárate y Alejandro Korn y “Transformación continua”,en Juramento entre Hernandarias y Ortiz de Zárate. 

Aunque parezcan solo murales, traen color a la  El paredón de la Escuela de Educación Especial N° 506 donde pintaron el primer mural estaba abandonado antes de la obra. Era un lugar donde los vecinos dejaban la basura del barrio. "Una vez que pintamos los murales, los vecinos empezaron a cortar el pasto, a sacar la basura, hasta pusieron plantas. Eso es apropiación del territorio", afirma Javier. 

El proyecto "Atrapasueños, relato urbano" salió de Mar del Plata y se expandió a otras comunidades. Acompañó a Javier a Bogotá, donde vivió 5 años, y donde el arte también lo ayudó a transformar la vida de otras personas. 

La metodología del proyecto es ingresar a una comunidad de cualquier tipo, y realizar una serie de entrevistas o actividades para sensibilizar a través de los sueños. Se hacen una serie de charlas y preguntas con los habitantes del territorio para definir sueños personales y colectivos. Con esa información, se pintan murales en el territorio donde se trabaja, ya sea de la mano de artistas o de los mismos habitantes. 

"Hay una aparente apropiación del territorio de los pibes cuando ven sus sueños representados en las paredes del colegio o de su barrio. Hay muchos casos en que los mismos estudiantes o vecinos participan de la pintada del mural. Es mucho más significativa la apropiación porque ya son parte, porque ya el mural lo pintaron ellos. Y existe un "nosotros", afirma sobre la transformación que ocurre entre gente y murales. 

Su trabajo contra las petroleras.

Petroleras

Pero sus trabajos más conocidos son los del mar. Conjuntos de agua con rostro bajo la leyenda "Mar libre" le hicieron ganar fama y compromiso político. Sin embargo, a pesar de que muchos marplatenses celebran sus murales políticos, hay quien solo puede recordarlos porque ya no están. Hubo dos en el puerto, que duraron solamente un día, y uno en la escuela de pescadores, que era un espacio donde antes había pintadas políticas.  "De todos modos, esa reacción es que incomoda. Pero no significa que no sea censura", afirma.

"Antes de que pase todo esto de las petroleras y eso, el mar está. No está en peligro. Entra en peligro cuando hay otros intereses políticos o capitalistas dentro de un recurso natural tan importante, que es para los marplatenses y para todos. No solo tocan mis fibras, sino las de mis amigos, mis vecinos, mi todo", afirma el muralista, comprometido con el espacio que habita. 

Con los tipos difíciles que corren, apuesta por tejer redes. "Siempre intento que el hacer sea desde la conciencia. No el positivismo tóxico de decir, si vos lo creés, lo soñás, puede pasar, no. Pero sí hay ciertos pasos que uno puede cumplir, de juntarse con gente que tiene el mismo sueño, de ver qué posibilidades de autogestionarse hay, de gestionar las mismas emociones", concluye. 

En tres meses vuelve a Mar del Plata, no sin planes para la ciudad que lo vió crecer. Recientemente, lo contactaron de una cárcel, para que vaya a realizar uno más de sus proyectos allí. Parece que Mar del Plata todavía no se cansó de él, ni él de ella.