Mientras los ferrocarriles de la Línea Mitre se convertían en lo más parecido a un tren bala en la Argentina, a razón de que luego de las 22:30 hs hacían un trayecto reducido que conectaba a San Isidro con Retiro en 30 minutos, Zhu iniciaba su actuación en el Perry’s Stage. Si bien aún quedaba el set del trío electrónico italiano Meduza, la finura estética y performática del productor y DJ de origen chino podía dar por consumada la novena edición de Lollapalooza Argentina. Se trató además de una de las sorpresas de una tercera y última jornada de lo más ecléctica, al punto de que parecía carecer de relato curatorial. Fue un marcado contraste con el sábado, cuando había mandado el groove. Y el domingo, además, fue el día de mayor convocatoria. Las largas colas para hacer lo que fuese, al igual que en años anteriores, dieron cuenta de ello.

Si bien por el festival pasaron ilustres músicos urbanos de habla hispana y reggeatoneros, Feid se tornó en el primero en ser headliner del evento. Ni siquiera Rosalía, quien suele flirtear con el perreo, tuvo tamaño reconocimiento. De hecho, el artista colombiano, también conocido con el alias de Ferxxo, subió al escenario en calidad de cabeza de cartel de la fecha junto a Limp Bizkit. Antes de concretar la hazaña en el Hipódromo de San Isidro, 160 drones se alinearon en el cielo y articularon una coreografía de formas y formatos alusiva a su imaginario (desde sus característicos anteojos de sol hasta su gorra, siempre con el verde de soporte). El momento “merch” lo completó el “Nuevo Sapo Perreitor Ferxxocalipsis”, críptico spot que, tras una ardua investigación, se entendió como la publicidad de la puesta en escena que presenta en su gira.

Ahí reproduce el camión monstruo que sirvió de escenografía para su actuación (también verde), al igual que las ramblas. Y en los espacios que quedaron disponibles se ubicaron la banda y su colega De la Ghetto, quien vino a hacerle el aguante y segunda voz. El nativo de Medellín, ciudad que se estableció como nueva capital del reggaetón, lanzó el año pasado el álbum Mor, no le temas a la oscuridad y el EP Ferxxocalipsis. Pero este paisa de 31 años decidió arrancar su presentación con un tema de 2021: “Fumeteo”, al que le siguió “Friki”, colaboración con su paisana Karol G. Más adelante, de su actualidad, rescató su hit “Alakrán” y “Bubalu”. En medio del “jangueo”, desenfundó su elocuencia y esos hits en los que unió fuerza con colegas del calibre de Yandel (“Yandel 150”) y la igualmente boricua Young Miko, “Classy 101”.

Thirty Seconds To Mars. Foto: Agustín Dusserre

Previo a que el guitarrista de Feid se encargara de inaugurar la actuación con un solo de su instrumento, Wes Borland se había tocado todo y más en el recital de Limp Bizkit. Pese a que existe el estigma de que el nü metal es un género que ya no tiene nada para decir, el ímpetu con el que salió el grupo demostró que aún le queda nafta. De eso puede dar fe su feligresía local, protagonista de uno de los mayores pogos de los que se tenga registro en la historia del festival. Esa emoción casi se fue de control, a tal punto que tuvieron que parar de tocar para pedirle al público que diera cinco pasos atrás. El hoy barbudo frontman de los de Florida, Fred Durst, se sorprendió asimismo por la cantidad de gente que había ido a verlos por primera vez, tras pedir a los debutantes que levantaran la mano.

Lanzado en 2021, Still Sucks se llama el primer álbum de estudio de Limp Bizkit en una década. Los que querían disfrutar de su nuevo repertorio se quedaron con las ganas, porque la banda se dedicó a repasar sus clásicos y los de otros artistas, como “Behind Blues Eyes”, de The Who, y “Killing in the Name”, de Rage Against the Machine. Dosificaron bien su hora de show, mismo lapso de tiempo que tuvo la intervención de Thirty Second to Mars. Convertido en dúo, luego de la salida de su guitarrista, el baterista Shannon Leto y su mediático hermano, el cantante y actor Jared, volvieron a salir de gira (la bautizaron como Season Tour) de la mano de su más reciente disco, It's the End of the World But It's a Beautiful Day. Sin embargo, pusieron el foco en sus clásicos, principalmente en los de los trabajos A Beautiful Lie (2005) y This Is War (2009).

Envuelto en una capa roja, Jared Leto estaba tan fervoroso que llegó a parar una canción hasta que el público no estuviera en la misma sintonía que él. Una vez que sintieron esa conexión, invitaron a Patricio Sardelli, violero de Airbag, para que toque en “The Kill”. Y a continuación sorprendieron cuando llamaron a Paulo Londra, quien sólo contribuyó en alimentar la pasión por el tándem a punta de arenga. Y dio resultado. En tanto esto pasaba en uno de los escenarios principales, por el show de Bhavi, en el Alternative, desfiló buena parte de la flor y nata de la música urbana nacional. Destacó la reunión del trapero con sus colegas Lit Killah, Khea y Asan, para presentar por primera vez en vivo el flamante single “El don”. En la tarde, pero en el Perry’s, hubo otra reunión cumbre de la música urbana. Sucedió en el show de la FMS, al convocar al rapero Emanero.

Foto: Aive Coverage

A esa misma hora, la cantante y compositora canadiense de R&B Jessie Reyez cautivaba no sólo por su voz sino también por su carisma. El camino se lo habían allanado los actos nacionales Joven Breakfast, Fermín y El Zar. También en la tarde sobresalieron el set de la DJ Anita B Queen en el Perry’s y el recital de León Larregui en el Alternative. Si el cantante, músico y compositor (figura de la amplia delegación mexicana que participó en los tres días del festival) volvió al país para presentar esta vez su último disco, Prismarama (2023), lo mismo hizo Pierce The Viel en esa vitrina. El trío de post hardcore y pop punk no sólo presentó The Jaws of Life sino que se puso al día con sus fans argentinos. Además, tienen el "cierre" del festival con su sideshow del lunes 18 en Niceto Club.

El otro sideshow del lunes (en Teatro Vorterix) le tocó a uno de los artistas más esperados de los últimos años en Buenos Aires: King Gizzard & the Lizard Wizard. Si en la tarde del domingo el cantautor irlandés Hozier (con gran séquito porteño, lo que demuestra la generosidad y el poco filtro de las redes sociales) había celebrado a San Patricio en su día, los australianos rindieron culto al metal más demoníaco, progresivo y lisérgico. No necesitan vestirse de negro, ataviarse con tachas o hacer cuernitos para contagiar su locura, tal como lo hicieron desde el Escenario Alternative. Con sus caritas de hipsters, reivindicaron a Black Sabbath, Randy Rhoads, Can, Canned Heat y The Stooges. Todo en una misma canción, lo que decantó en pogos circulares capaces de levantar polvaredas y desatar catarsis.

Lollapalooza Argentina es un evento pionero en el cruce de arte y activismo. Y se comprobó nuevamente en esta edición. Más allá de que los drones del show de Feid se robaron la atención de la audiencia casi en el corolario del festival, un volcán mutante y colorido, de la autoría del artista Edgardo Giménez y dispuesto en el medio del predio, llamó la atención durante los tres días. Esos 14 metros de altura y 20 de ancho, cubiertos de tela ignífuga sobre un centro de hierro y una base inflable, se activaba en momentos específicos. Si en la noche ofrecía un show lumínico, en las primeras horas de la tarde despedía un humo rosa. Era una especie de señal de que la función había comenzado. Eso se pudo apreciar en la última jornada, cuando en uno de los escenarios principales irrumpió Fin del Mundo.

El cuarteto patagónico de post rock, que acaba de regresar de una gira europea, sigue defendiendo su nuevo álbum, Todo va hacia el mar. De allí despunta el tema “La noche”, adaptación del poema homónimo de Alejandra Pizarnik. Les secundó en el mismo espacio la cantante R&B Abril Olvera, y, al caer la tarde, Bandalos Chinos, quienes volvían asimismo de una serie de shows, pero por el Caribe. Fue la primera vez que la gran bestia del pop argentino era programada en un horario estelar del festival, por lo que su recital fue seguido por un millón de espectadores a través de Flow. Suerte con la que no corrió el DJ francés Dombresky, en el Perry’s. Aunque seguramente, si repite el año próximo, podrá ser visto en la celebración de la décima edición de Lollapalooza Argentina.