“Las capacidades nucleares y satelitales de Argentina, y en menor medida las biotecnológicas, resultan muy molestas para Estados Unidos. Detrás de la retórica de la motosierra, el ajuste y el déficit cero, hay un enorme gesto de sumisión geopolítica”, afirma el físico y especialista en historia de la ciencia y la tecnología argentina Diego Hurtado, en referencia a los recientes despidos en Atucha, hoy en conciliación obligatoria. El complejo de Atucha, ubicado en Lima, Zárate, es de jurisdicción naciona pero tiene profundas raíces en la provincia de Buenos Aires. 

En su análisis, Hurtado relaciona tres elementos: los telegramas de despido a los trabajadores de la UOCRA que construyen las instalaciones para el CAREM, la sumisión absoluta del gobierno nacional a los intereses de EE.UU. y la histórica obsesión de ese país por detener el desarrollo nuclear argentino. 

“Los reactores pequeños y medianos son el futuro, implican energía limpia, segura y accesible. Existen alrededor de 70 proyectos de ese orden a nivel mundial. El CAREM 25 está en el podio, entre los tres más importantes, según la Nuclear Energy Agency, dependiente de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, la OCDE”, agrega.

El CAREM se construye en un predio vecino de Atucha, en la localidad de Lima, partido de Zárate. Los despidos, que según el gobierno son apenas la primera tanda de varias, obedecen, según Hurtado, más a un interés geopolítico estadounidense de demorar o imedir el desarrollo nuclear de la Argentina que a un motivo fiscal.

Ambas centrales, Atucha I y II, son operadas por la firma estatal Nucleoeléctrica, pero el desarrollo del CAREM depende estrictamente de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), que sigue a cargo de la funcionaria de la gestión anterior, Adriana Serquis. 

“Si tuviera que arriesgar un pronóstico, diría que van a detener el proyecto y van a desarmar los equipos profesionales. Me inclino más por eso que por una posible privatización (N de la R: Nucleoeléctrica Argentina Sociedad Anónima figuraba en el listado de empresas a privatizar del fallido proyecto de ley ómnibus). No tengo pruebas pero tampoco tengo dudas”.

Hurtado es doctor en física por la Universidad de Buenos Aires, docente de la Universidad Nacional de San Martín e investigador del CONICET, que se desempeñó primero como Secretario de Planeamiento y Políticas en Ciencia, Tecnología e Innovación y luego como vicepresidente de la CNEA hasta su renuncia en diciembre pasado.

Es autor de los libros “La ciencia argentina. Un proyecto inconcluso 1930-2000” y “El sueño de la Argentina atómica. Política, tecnología nuclear y desarrollo nacional (1945-2006)”, ambos publicados por la sede argentina de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO).

El CAREM 25 conserva su nombre porque la potencia del prototipo originalmente se había fijado en 25 megavatios, pero luego se aumentó a 32. El proyecto tiene un grado de avance superior al 70 por ciento. “Hay mucho interés del exterior por comprar reactores, que van a ir hasta los 120 megavatios de potencia, una vez que esté homologado. Pero hasta el prototipo es vendible”, afirma y descarta así cualquier argumento de índole fiscalista.

Los reactores, como los satélites, son exportaciones de alto valor agregado, que muy pocos países alcanzan. “Por eso no creo en la teoría del loquito suelto", agrega Hurtado. “Por el contrario, observo una sistematicidad en los intentos de desguace y una creciente presencia de funcionarios estadounidenses, desde el director de la CIA a la generala del comando sur, Laura Richardson”, con quien Milei corrió a reunirse en Tierra del Fuego, en un acto contrario a su investidura presidencial.

El mencionado desguace es una línea histórica que une al actual gobierno con el de Carlos Menem y, en menor medida, el de Mauricio Macri. “Macri frenó o ralentó los proyectos, pero no se atrevió a desmantelarlos como ahora”.

Se refiere a que, en febrero de 2017, ATE denunció la no renovación de contratos vinculados a Atucha III, pero la intención de aquella maniobra no fue la de detener los trabajos sino forzar una nueva licitación, para favorecer al amigo del entonces presidente, Nicolás Caputo. 

“Este es el tipo de industrias que cualquier estado moderno cuida, con independencia de la orientación política del gobierno, porque le dan otro peso en las relaciones internacionales, hasta para negociar inversiones por transferencia tecnológica”, explica.

Para el físico, “ni las visitas ni las presiones en ese sentido son nuevas, sino que datan de la década de 1980. La novedad es que antes estas cosas se hacían con sutileza y ahora son cada vez más obscenas, no sé si por la posverdad o qué”.

“A través de Wikileaks se filtró un cable de la embajada en Buenos Aires de 2006, que recomendaba la aprobación de un crédito a favor del INVAP, porque sus capacidades no interferían con las de ellos. Ahí hay una radiografía completa y perfecta de las capacidades argentinas en la materia. Sabían todo”, explica el experto.

Otra fuente sostiene que “en el mundo de la ciencia nuclear circula una versión según la cual diplomáticos de EEUU llegaron a ofrecer su apoyo para la causa Malvinas si la Argentina abandonaba su proyecto nuclear”. La historia del conflicto de 1982, con la colaboración estadounidense en la inteligencia británica y en la logística, no es el mejor antecedente.

Hurtado vuelve a la comparación con la industria satelital. “INVAP comenzó a producir satélites en los noventa, para sobrevivir al ahogo financiero del menemismo. Al principio eran satélites de observación de la tierra. Los procesos siempre van de lo más simple a lo más complejo. Luego intentaron desarrollar un satélite geoestacionario. Ahí empezaron las presiones internacionales. Los geoestacionarios son los que permiten las telecomunicaciones. Sólo hay ocho países que los fabrican. Esa es la explicación”.

Agrega que "afortunadamente, INVAP pertenece al Estado provincial de Río Negro y eso lo pone a salvo de este tipo de políticas". INVAP, Investigación Aplicada, es una pequeña joya que compite en licitaciones contra jugadores de alta tecnología como Thales, Siemens, Airbus o Mitsubishi y es, además, un gran ejemplo de desarrollo exitoso desde el sector público.

La situación actual

El directorio de Nucleoeléctrica renunció poco antes del 10 de diciembre. Desde entonces, la empresa está en manos de un directorio de transición. La gestión libertaria sigue sin designar autoridades.

A Hurtado no lo sorprende. “Con Macri, Ciencia y Técnica bajó al rango de secretaría, con el peronismo recuperó el status de ministerio. Milei lo bajó a subsecretaría, algo que sólo hizo la dictadura entre 1981 y 1983”, ejemplifica.

Agrega que “los científicos, los que están preocupados por el destino de la ciencia argentina, no tienen interlocutor. Las autoridades designadas se esconden y sólo se asoman para presentar listas de despidos”.

Cita el ejemplo del actual titular del CONICET, Daniel Salamone. “No queda claro si viene a conducir el organismo o a destruirlo como reclama el presidente en las redes. Por lo pronto, no hubo ni una declaración suya contra la campaña de desprestigio permanente a la que lo somete Milei, aunque en privado se despega de él e insiste ante quien lo quiera escuchar que no son lo mismo.”