Entrar en los universos que Donald Glover propone para cada una de sus series es toda una experiencia: ahí a primera vista salta su humor agudo, la obsesión por la cultura pop, el gusto por retratar lo absurdo y surrealista en cualquier cotidiano y la atención puesta en las implicancias de ser negro en Norteamérica entre el acoso policial y las políticas de inclusión marketineras. El creador de Atlanta, esa desconcertante caja de maravillas donde a lo largo de cuatro temporadas se dio el gusto de hacer lo que le vino en gana, mantuvo la vara con Swarm, una exploración a la vez cruda y onírica sobre fandoms y haters donde la materia de la que están hechas los sueños cobraba sustancia pesadillesca. Pero fue una sorpresa su decisión de adaptar en formato de serie y rescatar del olvido Sr & Sra. Smith, aquel blockbuster sobre un matrimonio de espías cuyo logro más grande fue el de desatar una fiebre de paparazzis con Brad Pitt y Angelina Jolie. La incógnita flotaba en el aire. ¿Qué podía salir de esa mezcla?
Estrenada por Prime Video con ocho episodios lanzados en bloque y firmados por buena parte del equipo creativo de Atlanta, la serie cuenta con Glover y la talentosa Maya Erskine como la pareja protagónica, a quienes se suman nombres como John Turturro, Michaela Coel, Paul Dano y Alexander Skarsgard (en un cameo tan memorable como los últimos segundos de Billie Eilish en Swarm). Si bien la premisa se mantiene intacta, la versión 2024 de Sr & Sra Smith explora rincones escondidos dentro del mismo artificio. Ahí donde la película abundaba en persecuciones, disparos y explosiones mientras hacía foco en los cuerpos de Angelina y Brad y sus intercambios de comedia canchera, la serie se detiene en los tiempos muertos entre misión y misión, retratando de manera sutil el enamoramiento entre dos desencantados de la vida con bromas íntimas y diálogos que no desentonarían en Escenas de un matrimonio (una de las influencias citadas por Glover). Y luego están las misiones, un plano casi secundario donde acción, humor y suspenso recargan una tensión de episodios autoconclusivos que transcurre de manera paralela a la puesta en escena de las vulnerabilidades, máscaras y desconfianzas de una pareja que da sus primeros pasos, todo junto y al mismo precio en una superposición de géneros usualmente incompatibles en una ficción.
“Cuando me lo propusieron, lo primero que dije fue que no me gustan las remakes, la gente se aburre con el mismo sandwich dos veces. Pero después de ver la película sentí que se podía hacer algo nuevo”, contó Glover. El anuncio de la serie había llegado con la noticia de que la actriz y guionista británica Phoebe Waller-Bridge iba a coescribirla y protagonizarla junto a él, pero la sociedad no duró mucho. En una entrevista con Hollywood Reporter, la autora de Fleabag declaró: “Sé que la serie va a ser brillante. Pero no querés interponerte en una visión, y a veces se trata de saber cuándo dejar la fiesta. La colaboración creativa es como un matrimonio, y algunos matrimonios sencillamente no funcionan”. Glover eligió guardar silencio hasta poco después de estrenada la serie, cuando afirmó: “Me encanta Phoebe, me quedé como diciendo ‘Mierda, esto debería haber funcionado’. Pero si voy a ser honesto, una buena relación es aquella en la que decidís continuar a pesar de lo incómodo, y no sé si íbamos a llegar a ese punto. En Atlanta podíamos reír diciéndonos ‘Esa idea es una mierda’, mientras que Phoebe venía de otra dinámica en la que siempre trabajó sola. Al final lo más difícil es entender que se acabó. ¿Cuándo te rendís? ¿Quién se queda con el gato?”.
La elegida para reemplazarla fue Maya Erskine, que venía de escribir y protagonizar junto a su amiga Anna Konkle la genial Pen15, una comedia de escuela secundaria con ambas interpretando a sus treinta el rol de dos chicas de trece junto a adolescentes de esa edad. La química en pantalla entre Glover y Erskine es instantánea, y a lo largo de toda la serie explotan una intensa conexión sensual que crece a medida que sus personajes se conocen. Todo entre paranoias, cadáveres descuartizados, burlas y homenajes a las películas de acción y una excelente banda de sonido donde conviven Suicide, Al Green y Yoko Ono. Amazon envió la serie a los Emmys para su consideración en la categoría Mejor Drama. Y la posibilidad de una segunda temporada está abierta, aunque deberá esperar.
Ya instalado y cómodo en un mainstream que tomó como base de operaciones, por estos días Glover está desarrollando junto a su hermano Stephen una película del universo Star Wars sobre el personaje Lando Calrissian, a quien ya había interpretado en Solo (2018). También está grabando un nuevo disco y confirmó su participación en la película reencuentro de la serie Community, aquella inclasificable sitcom creada por Dan Harmon (Rick y Morty) que mereció más suerte de la que tuvo y en la que Glover dio sus primeros pasos como actor de comedia. La admiración de Harmon –que en los guiones sencillamente escribía “Donald dice algo gracioso”– es total: “Si fuera él intentaría comerme la Luna, todo lo que hace le sale bien”, dijo alguna vez. Y entre todo eso lleva adelante una productora que a la vez funciona como espacio de formación de talentos (allí concurre Malia Obama, hija de Barack y Michelle) que bautizó Gilga e instaló en Ojai, California, en la misma granja de vacas y árboles frutales donde se mudó junto a su compañera y su hija Legend, siempre reticente él a las entrevistas y la exposición en redes aun cuando en las fotos de prensa suele lucirse como un ícono de lo más aesthetic. En la autoentrevista que le encargo la revista Interview se preguntó en base a quién modelaba su carrera: “Willy Wonka”, se respondió. “Ese es el mundo que me gusta. Tenés tu fábrica, producís algo, lo lanzás al mercado y después cerrás la tienda al público por un tiempo”. Por el momento su fábrica sigue abierta y más activa que nunca.