“Todas las guerras suceden dos veces. Primero en el campo de batalla y luego en la memoria”. Los cartelones al inicio de El simpatizante (ayer se estrenó por Max), con claras referencias de agitprop y cultura pop, van mucho más allá del mero juego estético. Definen la lucha interna de su protagonista, un doble agente educado y reeducado por el Vietcong y los servicios occidentales tantas veces como sea necesario, en el sudeste asiático o en el corazón de Los Angeles. “Sí, la miniserie habla de la guerra de Vietnam y el conflicto ideológico, pero lo más trascendente es lo que pasa por debajo de este sujeto en medio de ese predicamento”, asegura Park Chan-wook, su showrunner, en una conferencia de prensa de la que participó Página/12.

El sujeto en cuestión es un narrador sin nombre (Hoa Xuande), vagamente llamado el capitán, tironeado por su amor a Hồ Chí Minh, con parte de ADN francés (o indochino) y la cultura norteamericana. “Soy mitad y mitad. Biracial y bilingüe. Una síntesis de incompatibilidades. Atrapado por la CIA, tenía una llave para los Estados Unidos, para su educación y cultura pop, así pensaban que podían comprar mi lealtad”, recita en una de las primeras –y muy elocuentes- escenas de la entrega. El topo espera por su padrino de la agencia (Robert Downey Jr. en uno de sus múltiples roles) en la puerta de un cine en 1975. “Emanuelle se iba y entraba El Vengador anónimo”, completa el protagonista, mientras se cruzan los carteles de esas películas, antes de ingresar a esa sala de tortura dispuesta en la sala a días de producirse la caída de Saigón.

Durante los siete episodios, en definitiva, la propuesta juga al thriller de espionaje y a la sátira intercultural haciendo carne en este tipo no es de aquí ni de allá. Un “Charlie” de ojos azules. Sus jefes, en contrapartida, rojos lo ven como “un auténtico cliffhanger hollywoodense”, y por ello deciden relocalizarlo en la capital de California para que haga de las suyas. Claro que el camarada también se sentirá tironeado y seducido por las mieles de su nueva residencia, entre mensajes encriptados y cartas con tinta invisible. Allí contactará a un exgeneral vietnamita (Toan Le) y conocerá a Ms. Mori. (Sandra Oh) fundamentales para el relato. El simpatizante, a su vez, toma al propio cine como uno de los lenguajes y modelos a descifrar. Parte de la trama sucede en una película que recrea la guerra que él mismo vivió. “Más allá de cualquier mensaje que uno pueda interpretar, lo que más me interesaba retratar era el viaje emocional de este personaje. Quería que la audiencia sintiera la ira del protagonista, su soledad, y la traición que vive. El periodo y la historia salen de esa cuestión individual”, plantea el director de Oldboy, que se encargó de los tres primeros capítulos.

-En una escena están juntos los cuatro personajes que interpreta Robert Downey Jr. ¿Qué buscó con esta actuación que recuerda a Peter Sellers?

-Todos los personajes que interpreta Robert Downey Jr. tienen trabajos y características distintas, pero desde un enfoque más grande todos vienen a representar la ideología y el sistema estadounidense. Era muy importante que fuera uno sólo teniendo cuatro caras. Fue muy importante para que se entendiera esto y que un solo actor hiciera los cuatro personajes. Puede ser visto como un homenaje a Peter Sellers y Stanley Kubrick, pero mi interés era otro. La consistencia y relatividad de ese sujeto múltiple solo la podía hacer alguien como Robert Downey Jr..

-En una escena, el director de cine de Downey Jr. le pide al protagonista que se libere de las contradicciones de ser una parte vietnamita y otra francés. ¿Quién es entonces el capitán?

-El gran tópico es justamente ese. El capitán personifica estos elementos que parecen disonantes. Viene de un mundo y actúa de una manera difícil de comprender. Se adapta a donde está, pero a veces no puede hacerlo del todo. Hay una escena en la que comparamos las categorías de caucásico y asiático. Puse mi alma en esa escena que es tan representativa de la novela. Es un momento irónico y profundo en el que se invita a pensar sobre esa categorización. Lucha con esa contradicción interna que lo define.

Programados

* Paramount+ anunció el inicio del rodaje de la nueva temporada de Tulsa King con las andanzas del General Manfredi (Sylvester Stallone) por Oklahoma. La serie ofrece un choque de dos subgéneros bien definidos como el de la mafia y el western moderno. Además de Sly, debe reconocerse a la dupla autoral conformada por Taylor Sheridan (Yellowstone) y Terence Winter (guionista de Los Soprano). Nunca es tarde para que Sly se sube nuevamente al ring.

* El próximo 24 de abril se estrenará la segunda temporada de The Big Door Prize: la puerta a tus sueños. Basada en la novela de M. O. Walsh, la propuesta sigue la vida en Deerfield, donde un aparato señala el máximo potencial de cada residente. Dusty (Chris O'Dowd), en definitiva, ya no quiere ser el hombre cuya máxima aspiración es silbar. “Lo que te propone esta ficción es que imagines una reescritura de tu propia narrativa”, explicó su showrunner David West Read.

* A ocho años de su estreno, BBC y Prime Video confirmaron la continuación por dos temporadas de The Night Manager. La entrega, basada en el personaje de la novela de John le Carré, sigue a un gerente de hotel y ex soldado (Tom Hiddleston)  infiltrado en una red criminal. Prosapia británica, servicios de Inteligencia y agenda política moderna se fusionan en esta producción que cuenta nuevamente con Hugh Laurie como productor ejecutivo. “No fue fácil de extender la historia más allá del libro original, pero hace un par de años se me ocurrió una idea que parecía fiel a ese mundo único de rincones oscuros e identidades turbias. Nadie combina como le Carré el suspenso del espionaje con una exploración profunda del alma humana. Espero que de alguna manera podamos rendir homenaje a su genio inquieto en esta nueva exploración”, dijo su showrunner David Farr.

El personaje

Vicente Olivar de El sabor del silencio (Gonzalo Heredia). Un reconocido chef se ve envuelto en un raid de crimenes, escandalos políticos y ollas sucias. Como si el protagonista de El oso se metiera dentro de un nordic noir cocinado por estos pagos. Desde el jueves sus ocho capítulos podrán verse por Flow.