Este sábado desembarcan en el Teatro ND les Raviolis, la banda de rock formada por madres y padres de una escuela pública que le cantan a otres padres, madres e hijes sobre los avatares del consumismo juvenil, sobre la diversidad sexual en las infancias y con sentidos homenajes a las abuelas que no ponen reglas, entre muchos otros tópicos llenos de ironía y humor. 

Nacida en 2012 del colegio estatal “Margarita Ravioli”, cuando se armaron especialmente para tocar unas canciones en homenaje a las maestras jardineras de la institución en su día, volvieron a reunirse en 2014 para ponerle todas las fichas al proyecto, que luego de 10 años, hoy festeja su cumpleaños con risas y mucha música a la espera de los resultados de la nominación del Premio Gardel por su último disco “Malos negocios” en la categoría “Mejor Disco Infantil”

Integrada por Valeria Donati, Gabriel Wisznia, Esteban Ruiz Barrea, Bruno Delucchi, Juan Pablo Esmok Lew, Brian Ayliffe y Fernando Bucci, luego de giras nacionales e internacionales que pisaron fuerte las tablas de festivales y espacios como el Lollapalooza, el Konex, La Trastienda o Tecnóppolis, Raviolis vuelve a los escenarios porteños para hacer catarsis colectiva junto a chiques y grandes y cantarle a las maravillas y las miserias de la crianza, de la familia, la sociedad y la política, siempre con humor, fuerza, actitud rockera y, sobre todo, alta calidad musical en la composición y en la ejecución. 

En esta celebración de este fin de semana la banda promete más rock y bardo que nunca, haciendo sonar los temazos que recorren su discografía en un clima lleno de sorpresas, invitades y toneladas de adrenalina, yendo desde el debut de “¿Por qué no te mandé al Turno Tarde?” hasta su último disco, que espera ganar su merecido Gardel. En diálogo con SOY, Fernando Bucci, técnico de sonido, encargado de redes sociales y vocero de la banda, adelanta secretos de lo que se viene y profundiza sobre las mil formas de ser y estar en el mundo que propone el grupo para sus oyentes más jóvenes (y no tan jóvenes), en lo que promete ser (y será) un festejo inolvidable.

¿Qué relevancia ocupa la disidencia sexual, de género o cualquier otra, a la hora de crear canciones ravioleras para infancias y adolescencias?

Fernando Bucci: Creo que es muy importante. Sabemos que nuestro público es diverso, que entramos en todo tipo de hogares y que tenemos la responsabilidad de no reproducir ni legitimar modelos hegemónicos de familia, de género o de clase. También sabemos que no estamos muy autorizadxs, porque todxs gozamos de muchos privilegios. Lo que tratamos de hacer es de no naturalizarlos y de reírnos de nosotrxs mismxs, como en la canción del macho proveedor, en donde un padre tratando de arreglar su casa la termina destruyendo, o la del ténder, donde una pareja muy convencional se hace la copada con una vida doméstica que la aplasta al ritmo de un Jamiroquai que suena a pendeviejo, y termina lamentándose de no tener la vida sexoafectiva que se permiten las nuevas generaciones.

La canción "Valentín" sí se lo permite, con una letra y una historia que va por ese lado.

-Un amigo nos señaló que la canción de amor entre niñxs que tiene nuestro primer disco es una historia de amor muy hermosa, pero demasiado heterosexual, y que a Raviolis no le podía faltar una canción de amor entre dos niñxs del mismo género. Le dimos muchas vueltas a cómo no hacerla desde un lugar de mostración o señalamiento de la sexualidad sino del derecho de las infancias a vivir en libertad. Que el derecho fuera tan claro y tan adquirido que no hubiera que mencionarlo. Quedó una canción muy conmovedora, porque habla desde la mirada de lxs adultxs que se preocupan por que su hijx no sufra. Y a todas las personas que tenemos hijxs nos preocupa que no sufra, ni porque está enfermx, ni por lo que pasa en la escuela, ni por una desilusión amorosa. La canción solo se pregunta “¿Qué le pasa al Valentín?”, que en el fondo es lo que nos preocupa a todxs cuando vemos a nuestrxs hijxs tristes, ¿no? 

El lado salvaje de la crianza

Raviolis se presenta a sí misma como una banda de "música y catarsis sobre el lado B de la crianza", y ese mote viene a confesar que ningunx de sus integrantes formó una familia Ingalls: en la vorágine cotidiana de esta sociedad acelerada, el bombardeo de la televisión, las redes sociales y la locura productivista del capitalismo, hay una demanda de satisfacer una realidad imposible y absurda, que busca mostrar a las familias hegemónicas con una vida doméstica impecable, inundada de un amor publicitario y una plenitud en modo selfie, mientras los conflictos reales, la falta de dinero, las deudas o la mejor crianza posible para les niñes se vuelven una tarea agotadora. Frente a ese idilio de cotillón, la puerta de la escuela, en palabras del propio grupo, se vuelve “más que una foto de Instagram, una convención de zombies”. Ahí es cuando Raviolis empuña sus instrumentos, sube al taco los amplificadores, prepara su voz y comienza la magia.

¿Cómo se entrelazan la música y la catarsis que proponer en las composiciones ravioleras?

-Lo que tratamos de hacer con las canciones es mostrar ese cansancio, esas limitaciones, que vienen de la tensión entre la exigencia de perfección (incluso desde nosotrxs mismxs) y la falta de recursos económicos, emocionales, etc. La manera que nos parece más piola es reírnos de nosotrxs mismxs, a través del ridículo y la ironía.

¿Por ejemplo?

-Con la canción del turno tarde, nos ponemos en el papel del padre inmaduro que protesta por sus propias decisiones, o en la canción de las abuelas reconocemos que nos encantaría volver a tener todo permitido, que nos encantaría dejar de ser adultos responsables para volver a ser nosotrxs lxs nietxs malcriadxs por un rato. También nos encanta jugar con los géneros musicales, usar esos géneros que están exiliados de los discos infantiles (o que si aparecen, aparecen endulzados, aniñados), como el hard-rock, el punk, el heavy metal, el reggaeton, el bolero o el flamenco.

¿Y cómo reaccionan las familias en sus shows?

-La reacción general es que estamos todxs re felices disfrutando de volver a rockear y rockear con tus hijxs. No tiene precio. Es un poco volver a la infancia, jugar y saltar, otro poco volver a la adolescencia, en ese descubrir el mundo de los recitales cuando te aprendiste las canciones más entrañables de tu vida, cuando te hiciste fan de una banda, y otro poco la juventud, cuando “rompíamos la noche” en los antros a los que solíamos ir. Lxs pibes la pasan bárbaro pero lxs adultxs se divierten más y eso es genial. ¡Es hermoso verlxs descontrolarse en familia! Lo que más nos sorprenden son cuando vienen parejas sin niñxs. Una vez, a la salida de un show, una pareja nos confesó que se habían conseguido a una sobrina para poder venir al show, y también tuvimos una pareja de abuelxs fans que venían solxs.

10 años de Raviolis: sábado 18 de mayo a las 15 y a las 18 en el Teatro ND, Paraguay 918.