Después de una oferta salarial notablemente menor a la demandada, los policías apostados en la esquina del Comando Radioeléctrico de Posadas decidieron redoblar su postura de protesta frente al gobierno de Misiones. “Se les va a incendiar la provincia, dejaron juntar a todos los sectores y nos abandonaron”, advirtió en la tarde de este lunes el subcomisario mayor retirado Ramón Amarilla, principal portavoz del grupo de uniformados que están acampando en las adyacencias de Uruguay y Félix Bogado, una acción que también incluye un corte de cinco cuadras desde el jueves de la semana pasada.
“El gobierno no ha dimensionado el asunto. Nos ofrecieron un 20 por ciento de aumento, es una vergüenza. De acá no nos vamos a ir y la cosa se pone feo”, barruntó Amarilla, quien además agregó: “Mañana bajan a Posadas más agentes de la provincia, así que vamos a aguantar hasta las últimas consecuencias”.
La tensión escala cada día un poco más, incluso después de que el domingo pareció restablecerse el diálogo entre la policía y la denominado Comité de Crisis compuesto por miembros de la gestión del gobernador misionero Hugo Passalacqua e integrantes del Ministerio de Seguridad de la Nación encabezado por Patricia Bullrich.
Ese acercamiento suponía un espacio de entendimiento después de la provocadora presencia de Fuerzas Federales enviadas por Bullrich a pedido de Passalacqua, situación que en la mañana del domingo llegó a generar algunas refriegas entre gendarmes y los policías manifestantes.
Sin embargo, el armisticio voló por el aire esta tarde, específicamente cuando los uniformados recibieron una oferta de mejora salarial del 20 por ciento, algo que consideraron “un insulto” frente al 100 que le exigen al gobierno de Misiones no sólo los uniformados, sino también docentes y personal de la salud.
La continuidad de las protestas de los policías en la zona del barrio posadeño El Palomar (donde se ubica el Comando Radioeléctrico I) coloca a la administración de Hugo Passalacqua en una encrucijada sensible que no parece tener más opciones que dos: o conceder el aumento reclamado o volver a pedir la intervención de Fuerzas Federales. Esto último, naturalmente, con derivaciones peligrosas, sobre todo si los gendarmes y prefectos son conminados por Bullrich y Passalacqua a desalojar a los efectivos en pie de protesta. Una lucha de armas con armas no parece ser el escenario más recomendable en un momento de tensión.
“No van a reprimir porque la nuestra es una manifestación pacífica”, intentó calmar el suboficial Germán Palavecino, otro de los voceros de los policías. Aunque, para ese entonces, su colega Ramón Amarilla no había escatimado en sus augurios: “Vamos a ir hasta las últimas consecuencias”.