-Un porro no es nada, ya verá cuando las que hemos tenido hijos empecemos con la carnicería de los partos.

-Te chupan las tetas, la paciencia, el dinero… los hijos te lo chupan todo.

- Mi ex descubrió que era padre cuando el niño se apuntó a jugar al fútbol. Antes, nada.

-Tienes que escribir que nos habría gustado haber hecho más lo que nos apetecía, y no tanto vivir para los demás.

Escrito con furia e ilusión, Nuestras madres -de la catalana Gemma Ruiz Palà- son las historias de diez mujeres de la generación del 50, cuyas vidas fueron condicionadas por leyes y por una cultura autoritaria, que casi no les dejó espacios para desarrollarse. Su autora, escritora y periodista televisiva, estuvo en la Feria del Libro de Buenos Aires, para presentar esta tercera novela en la que les da volumen a unas voces de la lengua oral, como un modo de reconocer la genealogía de los feminismos que llegaron después.

Anita, Gabriela, Lali, Dolors, Bet, Isabell y Montserrat, entre otras, protagonizan pequeñas revoluciones personales que van tejiendo una trama social mientras pelean por adueñarse de su destino y darles sentido a sus existencias. Estas chicas arman una sinfonía coral, donde también cabe el silencio, y rompen con el lugar común de la mujer abnegada al reaccionar en sus distintas experiencias contra las imposiciones del patriarcado.

“Llevaron adelante las luchas vecinales entre la dictadura y el principio del fin del franquismo. No fueron obedientes al mandato ni se quedaron en sus casas encerradas”, destaca Gemma, de 48 años, sobre estas memorias ficcionales de mujeres de las clases trabajadoras. “Nosotras somos las hijas que tal vez nos dimos cuenta un poco tarde de lo que significaron. Nuestras madres no se plegaron a la educación nacional católica y nos dieron educación para hacer algo útil con ello. Acá les hacemos honor”.

El volumen fue publicado por la editorial independiente Consonni y en el prólogo de Katixa Agirre dice: "Nuestras madres es también una novela-fiesta. Pese a la crudeza y la injusticia de algunas de las historias, pese a las lágrimas que de vez en cuando afloran mientras se lee, las voces de estas mujeres cantan a coro y no dejan pasar la oportunidad de festejar la vida con alegre desparpajo feminista”, coincidiendo en la herida y en su cura.

“Es una memoria ficcional pero verdadera, hecha de caminos que no son lineales ni sencillos y llena de agradecimiento hacia las mujeres que nos criaron”, señaló Tamara Tenembaum, una de las presentadoras del libro en la feria, junto con la periodista Hinde Pomeraniec.

Ni todas son madres, algunas lo son, aunque no biológicas y la mayoría incumple con lo que se espera de ellas. Coinciden en haberles allanado el camino a sus hijes y contribuyeron en formar conciencia “de aquellas cosas que hoy nos cabrean”, asegura la autora.

Referentes domésticas no reconocidas, soñadoras a quienes el deseo les quedó pendiente de despliegue, atrevidas por el amor a su descendencias, las distintas y contradictorias madres de Ruiz Palá están contadas con afecto e ironía y la emoción a flor de piel.

Ganadora del premio Sant Jordi en 2022, tras diecinueve años sin otorgárselo a una escritora, el libro fue publicado originalmente en catalán y se convirtió en un fenómeno literario. Desde enero último, Gemma está de licencia en su trabajo en la televisión pública catalana para dedicarse a ser una escritora full time la mayor parte del tiempo, lo que implica revisión de traducciones, giras por los festivales y las rutas que le montan las editoriales de sus libros. “Ahora me requieren estos tours y es una feliz coincidencia poder defender los libros allá donde me invitan”, dice a Las12

“Soy feminista por la conciencia de que el mundo no anda bien. Durante mi juventud, en los 90 y los 2000, no teníamos las herramientas porque se intentó arrasar con la segunda ola feminista. Las cosas no me cuadraban y las autoras que leí en estos años, las que constituyen los pilares de la intelectualidad feminista, me hicieron esta que soy. Mi bisabuela y mis abuelas también me hicieron escritoras”.

Fue el franquismo en España, el poder que quiso reducir a las mujeres a la categoría de infra ciudadanas, extirparles sus derechos sexuales y reproductivos “para que sólo tuviéramos una función reproductiva. Soy bastante privilegiada por vivir en el primer mundo, ser blanca y cishetero pero el patriarcado me ha afectado, con toda su violencia sexual. Siempre hay que estar atenta cuando sales de noche, no puedes hacer viajes con la mochila como los chicos, ni coger los trenes con libertad. Nos ha impedido los movimientos y nos llenaron de miedo. Soy de la generación de las niñas de Alcacer, un asesinato con violación de tres adolescentes, en los 90, que se pornografió a través de los medios de comunicación, nos dejó paralizadas y fue ejemplarizante contra nuestra libertad de movimientos y sexual”.

Una literatura que se abre por la rabia, que aprieta la garganta, apunta al corazón del daño y reverbera en todo el cuerpo, Nuestras madres ayuda a cicatrizar las heridas abiertas en la gran historia y en la de cada una.