Fernando Cabrera (67) y Hugo Fattoruso (80) pertenecen a generaciones distintas, pero ambos son indiscutiblemente dos figuras influyentes de la música popular uruguaya. Lo son porque han realizado un aporte original y consistente a la música de su país y porque a lo largo de los años han mantenido una ética de trabajo que sirvió de inspiración para las nuevas generaciones de artistas. Si bien en “alguna ocasión fugaz” se habían cruzado en el escenario de algún festival y hace muchos años habían coincidido en un estudio de grabación, jamás habían compartido un concierto en formato dúo. Hasta ahora. Cabrera y Fattoruso se presentarán por primera vez juntos en un escenario y el debut será este jueves en Argentina, en la Sala Lavardén de Rosario. En tanto, el viernes a las 20.30 se presentarán en La Trastienda (Balcarce 460) y el sábado harán lo propio en Studio Theater de Córdoba. En Uruguay tocarán recién en septiembre.

La juntada surgió a partir de una propuesta que les hizo el productor argentino Javier Celoria, con quien Fattoruso viene trabajando hace veinte años. “A Javier, que adora la música y a Hugo, se le ocurrió la idea de juntarnos y cuando me lo propuso enseguida le dije que sí muy agradecido. Por suerte Hugo también tuvo ganas”, confiesa Cabrera. “Nos empezamos a juntar para preparar este concierto y todos los arreglos para la ocasión. Es un honor muy grande tocar con Hugo y una cosa muy especial que el destino me regale esto”, resalta el cantautor. Y recuerda un antecedente compartido: “Hace más de treinta años yo lo invité a tocar uno o dos temas en un disco mío. Fue una música que hice para una película. Yo trabajé más con Osvaldo, con su hermano, que era baterista. Osvaldo participó en tres discos míos e incluso me hizo un poco de producción. Pero de manera contundente es la primera vez que toco con Hugo”.

“Lo primero que pensé fue: ‘¿Y yo que toco?’. Porque Cabrera con la guitarra cubre todo, no entra nada. Pero él es muy generoso y me deja tocar con él”, bromea Fattoruso, un reconocido pianista, compositor y arreglador que junto a su hermano Osvaldo y a Ringo Thielmann fusionaron el jazz y el candombe en Opa. El repertorio del concierto estará construido con canciones de ambos. En el caso de Fattoruso, que integró o integra infinidad de proyectos -como Rey Tambor, Ha Dúo (con Albana Barrocas) o Dos Orientales (con el percusionista japonés Yahiro Tomohiro)-, la selección giró en torno a canciones con letra. No habrá ninguna pieza instrumental.

En el caso de Cabrera, el cantante, compositor y guitarrista montevideano cuenta con una quincena de discos con canciones propias para elegir. “Hugo me mandó una lista larga de temas de él y fuimos eligiendo los dos. Uno pone el gusto también en eso: dónde se siente más cómodo, dónde disfruta más, donde resulta más fácil poder intervenir. Yo fui eligiendo canciones de él y viceversa”, precisa Cabrera. No faltarán clásicos de su cosecha como “La casa de al lado”, “El tiempo está después” y “Te abracé en la noche”. Y además harán una versión del tango “Araca la cana”, de Enrique Delfino. “Después son todos temas nuestros, un repertorio muy grande, y los dos interpretando siempre. Estamos juntos en el escenario de principio a fin: es todo un trabajo interpretativo y arreglístico muy serio”, puntualiza.

-¿Cómo fueron esos primeros ensayos en Uruguay?

Fernando Cabrera: -Empezamos a ensayar en el verano. Los ensayos fueron muy curiosos, porque yo iba con otra idea. Me preparé con otro concepto. Porque se trataba de Hugo, un músico que toca muy bien y que es un gran improvisador. Y que tiene toda una experiencia adentro del jazz, la fusión y la música uruguaya que él ha refinado y desarrollado. Entonces, pensaba: "yo acá no toco nada, preparo así nomás las cosas y agrego alguna notita y ya está". Pero ya desde el primer día me paró el carro y me dijo: "Esta nota no es así, acá en la sexta no va". Me fui recontra achicado a mi casa y me tuve que poner a estudiar sus temas el triple, como cuando era estudiante a los veinte años. Me hizo transpirar como loco pero al mismo tiempo eso me hizo bien. Porque me corrió un poco todas las telarañas, me puso en acción. Me hizo un beneficio bárbaro.

Hugo Fattoruso: -Yo digo lo mismo, porque para tocar con Fernando soy Hugo. Pero tengo que tocar para Fernando. Y con él hay que tener mucho cuidado porque es un arquitecto muy preciso. Con poca nafta cubre miles de kilómetros. Si yo toco con tal trío o cuarteto temas instrumentales son pasajes llenos de notas y armonías y todo es bastante libre. Pero acá hay que dosificar para no ser una molestia. Después de ensayar bastante con Fernando estoy siendo libre y fui encontrando cómo ser yo para él.

-La canción de Cabrera es una eterna búsqueda de la simpleza.

H. F.: -Pero no es nada simple. Es muy particular y complejo. De todos modos, ninguno de nosotros dos tocamos Stravinski. Yo lo admiro profundamente. Tener a Fernando, que nació en Uruguay, es una gran suerte. Ahora voy a tocar con él y no se puede creer.

-¿Fue un desafío arreglar y adaptar las canciones al formato dúo? Porque ambos son muy singulares.

H. F.: -En mi caso es la primera vez que voy a estar en un recital donde todo el repertorio está integrado por canciones con letra. Si toco con el grupo de candombe es una cosa, si es con el Trío Oriental es otra, lo mismo cuando tocaba con Trío Fattoruso y con Opa. En esos conciertos meto una o dos canciones y después son todos temas instrumentales. Pero aquí son todas canciones, porque este recital tiene esta característica. Es del lado de la letra, la melodía y el canto.

F. C.: -Desde hace unos años me gusta trabajar solo. En el escenario desarrollo lo mío, la guitarra, los matices. Pero tocar a dúo también es una cosa muy linda y te pone la cabeza en otro lugar. Porque te coloca en esa cuestión del combo, del conjunto, de que uno forma parte de algo. Ahí no sos tan solista. Se suman todas las cosas que la otra persona ofrece: sus ritmos, sus ideas armónicas, el timbre de su voz. Empiezan a pasar mil cosas y uno deja de ser un individuo y pasa a ser parte de un equipo. Es muy lindo cómo la música fluye entre dos. Entre los dos preparamos la canaleta para que pase el agua, que es la música. Es un disfrute muy grande, una cosa hasta filosófica.

-Han transitado caminos muy distintos dentro de la música popular uruguaya, ¿Eso postergó el encuentro?

F. C.: -Estamos en circuitos distintos, sí. A veces pasa eso: que uno anda por otros rumbos y no te cruzás nunca. En Uruguay hay una cantidad enorme de músicos. Y así como me pasaba esto con Hugo, que hasta ahora nunca nos habíamos cruzado para hacer algo concreto, me pasa con una gran cantidad de colegas con los cuales nunca hice nada. Son las cosas del destino, vienen solas.

-Uruguay es un país con una industria musical muy pequeña y Cabrera eligió quedarse ahí. En tu caso, Fattoruso, elegiste cruzar las fronteras y viviste un tiempo en Estados Unidos y también en Brasil, ¿Fue una necesidad de expansión?

H. F.: -La primera vez que salimos de Uruguay fuimos cerquita, a Buenos Aires. Estuvimos cuatro años con un grupo que no tenía mucho sentido porque cantábamos en un idioma que no era el nuestro, tocábamos un estilo que no era el nuestro y queríamos copiar a un grupo que no se puede copiar (en alusión a Los Shakers). Nosotros empezamos a proponer algo original a partir de Opa, en Estados Unidos. Fueron los sueños de la juventud. Nos fuimos a juntar con el Ringo Thielmann y ahí estuvimos un tiempo boyando. Pero Opa nos abrió muchas puertas a Osvaldo y a mí. Luego regresé a Uruguay pero después me fui a vivir a Brasil. 

-¿Por qué tuviste que volver a migrar?

H. F.: -Porque en Uruguay estaba terminando la época de dictadura y yo no tenía trabajo. Estaba viviendo de prestado en la casa de un amigo y tenía un hijo recién nacido. Entonces llegó a Montevideo un contingente de músicos de Brasil, entre ellos Geraldo Acevedo. Y él me invitó a que fuese a vivir a Río de Janeiro. Así que ahí salí otra vez de Uruguay y viví casi nueve años en Río. Luego me fui de Brasil, regresé a Uruguay y volví a irme a Estados Unidos ocho años más. En Brasil estuve trabajando con Djavan tres años y en esa época viajamos a Japón. Ahí conocí a Yahiro Tomohiro, con quien ya hicimos 18 giras en Japón con Dos Orientales. Son todos golpes de suerte que yo no puedo planificar.

F. C.: -Desde mi punto de vista, Hugo Fatturoso está en otra liga, yo ni me acerco ahí. No es por un tema de generación, sino de calidad. Hugo está en la liga mundial. Lo mío es la canción de cabotaje de acá. Tengo la suerte de que los argentinos son muy afectuosos con los músicos uruguayos. También tuve la suerte que acá en Uruguay hubo gente que siempre me abrió puertas. Pude grabar discos desde joven, tocar en las mejores salas de mi país y con los mejores músicos uruguayos. Son todas cosas que simplemente te caen del cielo. Tuve la suerte de hacer todo eso, pero el lugar donde está Hugo es otro campeonato. Hugo ha dejado su aporte en infinidad de discos de infinidad de colegas. Él ha ido a embellecer y tocar cosas maravillosas en discos de folkloristas, jazzistas, candomberos, cantautores y rockeros. En miles de discos está presente con su generosidad, además de sus propios discos y proyectos.

-Ambos tienen la particularidad de poner a la música por delante, sin darle prioridad a la cantidad de reproducciones, a los potenciales oyentes o a las estrategias de marketing. ¿El deseo creativo es lo más importante para un artista?

H. F.: -Yo creo que estamos en ventaja del marketing porque lo que hacemos nosotros es música sincera. Ahí no te calentás por nada. La honestidad es lo mejor que tengo, porque de marketing no entiendo nada.

F. C.: -Desde joven me he dedicado a intentar llevar a cabo una idea musical y poética que tenía en la cabeza. Después la cantidad de gente que haya, que le guste o no lo que haga, es secundario porque uno tiene que cumplir con ese designio personal. Nunca me preocupé porque fuese una música comercial o que entrara en las radios. Aparte, si me preocupara por eso, le erraría porque no tengo el conocimiento. No sé cómo hacer una cosa popular. Tengo que hacer lo mío porque soy un siervo de eso: me dedico a esa música que veo en mi cabeza y de la manera más humilde, sin esperar nada a cambio. Luego, si la música algún día me quiere devolver algo, yo feliz, bienvenido sea. En los últimos años de mi vida me ha ido un poco mejor que en los comienzos. Pero no busco que la música me dé, yo solamente le doy a ella. Soy una persona que está al servicio de esa causa sin esperar recompensa. Me encanta cuando la gente me reconoce, compra un disco o me vienen a ver al teatro. Pero si eso no pasara igual tocaría la guitarra en mi casa o inventaría canciones para tocar en los asados con amigos. Tuve la suerte de haberme convertido en un profesional y le agradezco a la vida.

-¿Qué expectativas tienen para este debut en Argentina?

H. F.: -En Argentina estamos en casa. Yo estoy en casa y Fernando también. Siempre me dan cariño. A mí me tratan como a un hermano ahí. No tengo nervios, tengo ansiedad. Tengo ganas de tocar lo nuestro. Hay gente que nace para vivir y otros que nacen para matar. Yo nací para vivir y tocar. Y para ayudar a alguien con la música. Ahora estamos exponiendo una cantidad de canciones a dúo y estoy feliz de la vida.

 

F. C.: -Suscribo a las palabras de Hugo. Siento las dos cosas al mismo tiempo: siento ansiedad y también me siento apañado por el público. Hace años que voy por ahí y siempre estoy esperando volver.