6 - HOT MILK

(Reino Unido/2025)

Dirección: Rebecca Lenkiewicz

Guion: Rebecca Lenkiewicz, sobre la novela de Deborah Levy

Duración: 92 minutos

Intérpretes: Emma Mackey, Fiona Shaw, Vicky Krieps y Jessie Buckley

“Por algo se llama no-vio al hombre que va a casarse. Hasta en ese término se ve lo negativo”, le dice Rose a su hija Sofía mientras observan a una joven pareja peleando en la playa. El escenario no es fácil para esa joven de veintilargos, quien parece haber pausado su vida para cuidar a su madre víctima de una extraña afección que le impide mover las piernas. Dado que afirma poder moverlas sólo una vez al año, es probable que lo suyo no sea algo necesariamente físico. La sombra que ejerce Rose (Fiona Shaw) sobre Sofía (Emma Mackey) es lo suficientemente grande como para obturarle cualquier posibilidad de crecimiento, incluso cuando la malicia aparezca en la primera de ellas de manera involuntaria o como mecanismo de defensa ante los avatares más ásperos de la vida. Tampoco ayuda un recurrente menosprecio que, entre otras delicias, adopta la forma de definir a su hija como “estudiante crónica de Antropología”.

Ese vínculo, por momentos tóxico, por otros piadoso, siempre (in)tenso, propulsa buena parte las acciones de Hot Milk. Pero la adaptación de la novela homónima de Deborah Levy a cargo de la directora Rebecca Lenkiewicz, que llega este jueves a la cartelera comercial como paso previo a su lanzamiento en la plataforma Mubi, no es un drama acerca de la relación entre una madre tan irónica y venenosa como frágil y dependiente, y una hija deseosa de un mayor grado de libertad. O no es al menos el único pilar narrativo, pues ambas dejan la templada Irlanda estival para un viaje con destino a una ciudad balnearia de España. Allí las aguas lucen tentadoras, pero están llenas de medusas: como ocurre con Sofía, las apariencias engañan y operan como la cáscara de una realidad muy distinta.

El objetivo de la excursión es que Rose se someta al enésimo tratamiento, ahora de parte de un doctor cuyos métodos alternativos hibridan medicina, autoayuda y psicología. Es allí, en medio del tedio y de la soledad, que Sofía conoce a Ingrid (Vicky Krieps), una joven alemana de espíritu libre a la que Lenkiewicz presenta andando a caballo por la playa en cámara lenta y vistiendo un pañuelo que le envuelve la cabellera. No hay que ser un genio para suponer que su aparición conlleva la posibilidad de un cambio concreto y palpable para Sofía.

Lejos de las historias luminosas sobre fogosos romances veraniegos, la segunda mitad de Hot Milk –título tan elusivo como sus dos mujeres protagonistas– adquiere una tonalidad oscura a partir de que Lenkiewicz se sumerja en el peso de la herencia emocional y la dificultad de Sofía de romper con la circularidad de los patrones afectivos intrafamiliares. Pero el misterio pierde buena parte de su potencia cuando salen a la luz varios traumas del pasado, incluyendo la relación de Sofía con su padre griego, quien la abandonó cuando ella era chica. Ingrid, por su parte, también carga con sus propios fantasmas y asuntos no resueltos, lo que convierte a los anhelos de emancipación en una mera reacción a factores biográficos.