Desde Moscú

Cuando desde las 10 de la mañana (hora de Argentina) comience a rodar la pelota en el estadio Luzhniki de Moscú, el seleccionado argentino de fútbol comenzará su cuenta regresiva para lo que será su participación en el Mundial de Rusia 2018. El amistoso, justamente contra el seleccionado local, cuenta con un atractivo principal, que es la presencia de Lionel Messi junto a varias figuras como el Kun Agüero, que regresa al equipo y hará su debut bajo la conducción del técnico Jorge Sampaoli. También marcará la reinauguración del principal estadio de la Federación Rusa, que será sede de la apertura del Mundial, y escenario de una de las semifinales y de la final del certamen.

“Empezamos a vivir el Mundial”, dijo el entrenador argentino durante la conferencia de prensa que brindó ayer por la tarde en el estadio. “Después de haber sufrido la clasificación, ahora debemos aprovechar el bienestar del momento”, agregó el santafesino consciente de que aunque agarró una papa caliente en el cierre de las eliminatorias, logró rescatarla justo a tiempo del incendio. 

Sin embargo, no es menos cierto que ahora cargará con la responsabilidad de ser el arquitecto del equipo que se presente en Rusia 2018. “La importancia de cara al Mundial se va a fijar en el funcionamiento colectivo del equipo”, afirmó a propósito de un grupo de jugadores que aún no ha logrado plasmar en el campo de juego la idea del entrenador. “Lo más importante no es el tiempo si no la comprensión que tengan los jugadores de lo que buscamos relacionado al funcionamiento”, señaló.

En lo más alto de su agenda, se encuentra el estilo de la selección, o la ausencia de uno desde que tomó la batuta. “Voy a buscar definir un estilo de juego. En eso voy centrar el trabajo. El juego no tiene que encajar conmigo, sino con los jugadores. No vamos a ser un equipo que espere, pero debemos mejorar varios aspectos”, afirmó sin dar mayores precisiones. 

En cualquier caso, la prioridad debería estar puesta en resolver una de las mayores debilidades del seleccionado, la Messi-dependencia, una falencia colectiva que se repite en los distintos ciclos del seleccionado, incluso desde la época de Alejandro Sabella. “Para nosotros va a ser determinante encontrar vínculos dentro de la cancha con Messi. No debemos esperar todo el tiempo que él sea el argumento definitorio”, precisó.

Una de las apuestas para conseguirlo, al menos en este encuentro, es la inclusión de Giovani Lo Celso, jugador del Paris Saint Germain, que según Sampaoli “puede establecer un vínculo” con el diez del Barcelona. La otra es la inclusión del Kun Agüero, que más allá de la química natural que comparte con Messi, y el hecho de haberse convertido en el máximo artillero del Manchester City la semana pasada, es dueño de una cualidad que Sampaoli destaca. Esta semana, había señalado el importante trabajo que podía hacer sin pelota. Una función que cuadra en el esquema de presión permanente que distinguió al técnico en otros equipos, y que busca replicar en el seleccionado. 

Además de Lo Celso y Agüero, la novedad será el ingreso del ex River, Matías Kranevitter. Un volante que puede asistir a Messi desde el centro campo, o incluso alivianarle el peso de ser siempre el responsable de generar juego. “Quiero integrarme al grupo en el seleccionado y aprovechar cada oportunidad que tenga para vestir esta camiseta,” dijo el mediocampista que, después de haber estado pocos minutos en cancha con la camiseta del Sevilla y el Atlético Madrid, recuperó continuidad y juego en su actual equipo, el Zenit de San Petersburgo.

El resto del equipo se completa con Sergio Romero al arco; Javier Mascherano, Germán Pezella o Federico Fazio, y Nicolás Otamendi, en la defensa; Enzo Pérez y Eduardo Salvio en el medio campo, y Angel Di María y Lionel Messi en el ataque.  

Sampaoli comienza un nuevo ciclo con la holgura de dejar atrás un período amargo. Consciente del peso que tiene dirigir a la Selección, quiere igual “aprender que la mochila de la responsabilidad” no tiene que impedirle “disfrutar”. Una tarea con tres instancias, al menos, lograrlo para él mismo, poder transmitírselo a sus jugadores, y no dejarse socavar por un país adicto al triunfalismo.

La expectativa por el partido es muy alta si se considera la cantidad de tickets vendidos. Setenta mil entradas de un total de ochenta y un mil disponibles. La mayoría de los aficionados serán seguidores de la Selección rusa que, animados por la localía, esperan del equipo un mejor desempeño que en la última Copa Confederaciones, que se jugó en suelo ruso, y donde quedó eliminada en la primera ronda, después de ganarle a Nueva Zelanda, y perder con Portugal y México.

Como fuera, el seleccionado dirigido por Stanislav Cherchesov, ex arquero de Rusia en los años 90, cuenta con algunas figuras para ilusionarse. Alexey Miranchuk, que junto a su hermano mellizo, Antón Miranchuk, suele formar la dupla creativa del Lokomotiv; el delantero Alexander Kokorin, que desde que Roberto Mancini agarró la manija del Zenit, elevó su nivel, y Fedor Smolov, delantero del Krasnodar Futbol Club, que viene de marcar dos pepas en el último encuentro de su equipo, el pasado fin de semana, y otras dos en el anterior.

El árbitro para el encuentro será Damir Skomina, un esloveno que conoce el fútbol y el frío de su país natal y de la Rusia donde le tocará arbitrar esta jornada. Mientras ayer sorprendió una leve nevada por la tarde, el clima para hoy será de unos dos a tres grados, con una llovizna leve. Un clima frío que podrá palearse si la máquina de Sampaoli empieza por fin a calentar motores.