Ha sido una modalidad de los gobiernos culpar a las gestiones anteriores de la imposibilidad inmediata de concretar mejores estándares de vida, para el conjunto mayoritario de la población. Con razón o sin ella, para el pueblo solo hay largos caminos. Pero, desde la vuelta a la democracia, por primera vez esta justificación tiene nombre propio: “la herencia recibida”.

Para la psicología, la herencia muestra la intervención del discurso parental representado por las marcas que dejan los padres, como lugar de poder, en la conformación del psiquismo de un hijo. El apellido es una de las principales marcas que organiza al sujeto. Se observa en personas destinatarias de una herencia que, si no logran integrarla a su subjetividad y la herencia solo es recibida, es porque su psiquismo no está en condiciones de apropiarse de ella. Estos sujetos reaccionan en forma depresiva, de desvalimiento e impulsividad. Luego, si la herencia recibida logra ser adquirida, subjetivada, puede hacer algo con ella y superarse. El sujeto pone su marca.

Es un signo que la insistencia de la “herencia recibida” provenga de un entorno conducido por un presidente muy marcado por lo heredado. Su padre, Franco, le ha dado una vasta herencia pública, recibida y a recibir, ya sea por el amplio caudal económico, por su pertenencia al poder económico y al poder político desde hace muchos años. Quizás este nombre haya sido posible porque su materialización pesa más en la clase social a la que pertenece. Herencia que se distingue de lo vivido por otros presidentes que se han posicionado, en un lugar de influencia social, desde la propia gestión pública y política.

Llama la atención que el presidente mantenga el descrédito a la herencia, cuando habla de su padre: sobre las causas de evasión y lavado de dinero que le imputan cuando era gobernante de CABA y directivo de un grupo económico, Mauricio Macri dijo:  ...“fue mi padre”..., tomando a la “herencia recibida” como forma de exculpación y acusación.

Los militantes de la exculpación insisten: si para resolver los problemas tienes que perder tus derechos y tus ganancias, si tienes que someterte, todo es y será culpa de “la herencia recibida”.

Todo relato político requiere para instalarse la repetición de “representaciones meta”, que dirigen la significación del contenido y los términos de la argumentación. En el relato del gobierno actual pueden aislarse dos representaciones que al unirse crean un plus de significación, que se suma a la postergación del bienestar: se justifica que se estará peor en la realidad cotidiana. Para compensar la depresión se tendrá el beneficio de consumir verdadera realidad “el sinceramiento”.

Esto nos lleva a la otra representación meta del relato con la que pretende ser recordada esta gestión: “el sinceramiento”. Durante los análisis surge en los pacientes el impulso a contar algo nuevo a su conciencia pero a la vez tienen la sensación que ya lo sabían. Antes no tenía palabras para ser dicho. Estas representaciones están referidas a goces, deseos y fantasías íntimas; sean estas reprimidas, prohibidas o conflictivas. Son significaciones con las cuales el sujeto evitó ser representado. No sin consecuencias. Los síntomas, inhibiciones y angustias abrevan en ellas. Enunciarlas posibilita su remisión si se vuelven tolerable y soportable las consecuencias de estar atravesado por lo que uno no es para su conciencia y creencia. Esta es la lógica del sinceramiento, que lee la realidad de los otros como una proyección de las verdades propias.

Si sus verdades son dichas en la política, la economía y la moral promovida por los funcionarios y cierta oposición ¿de qué se trataría esta verdadera realidad? Sería algo así: somos una colonia en un capitalismo, somos diez familias que manejamos la economía del país. Si dependen económicamente de los buitres y Estados Unidos, y culturalmente de Europa, la mayoría de las empresas y las importantes son extranjeras y el ideal del progresismo es ser un liberal, si la justicia y el poder político depende de nuestro poder económico, y la moral del banco mundial, ¡¡con esta realidad, ¿qué pretenden ser?, ¿qué pretendió hacer la gestión anterior?!! El gobierno se ha sincerado. 

Los comunicadores del poder gobernante dicen sinceramente: la anterior gestión les han mentido, esta realidad nunca cambiara, aceptémosla. La mayoría de los políticos del parlamento y de la dirigencia gremial también se ha sincerado al considerar más afín a sus intereses las políticas y el relato del poder económico gobernante.

La verdad del sinceramiento es la grieta a partir de la cual se va construyendo una la realidad: de un lado de la grieta, la ley del arrepentido sintetiza la significación cultural y política de descrédito y desvalorización a la época anterior, confluyendo con la significación de fiesta del derroche a los beneficios que recibió el pueblo. Del otro lado de la grieta, la ley del blanqueo de  capitales, con gran beneficio para los evasores. Todo referido al mismo delito: el robo al Estado.

Nadie puede negar que desde hace muchos años esta es nuestra realidad. Pero la realidad no es la verdad. Esta realidad no brota naturalmente del suelo. La verdad es la estructura sobre lo que se monta y se sostiene la realidad para el sujeto. La verdad es que esta realidad es el producto de una estructura económica determinada. La verdad es que se necesita la aceptación del pueblo y de un gobierno para mantener el beneficio de unos pocos en perjuicio de la mayoría.

El relato ubica al sinceramiento con la lógica de la profecía autocumplida. Invierte la relación causa efecto. Dicen que su política económica es la solución a esta realidad sincerada. La verdad es que la actual realidad es un invento de la estructura económica. Inversión que se observa en el carácter psicopático provocando actos para que el otro quede involucrado sin quererlo. Al modo de Scilingo, Macri se confiesa: “júzguenme por el 32 por ciento de pobreza”, porque es la verdad de las medidas tomadas para sostener la distribución de la estructura económica actual. La sordera de los analistas esconde la causa dividiendo el porcentaje con la gestión política anterior.

La política trata de dar sentido al malestar estructural de la cultura. Todo relato de los poderes gobernantes construye la realidad según sus intereses (sus verdades) que concluye en un sujeto consistente con sus políticas. Al malestar actual de la población se le da el sentido de ser el castigo por pretender y disfrutar de algo que no merecía ni le correspondía: “El sujeto arrepentido”. 

El informe del CEFID-AR, sobre el dinero de ilícitos en los paraísos fiscales, de países en desarrollo (Argentina acumula 399 mil millones de dólares), dice que es del orden del 65%  de los grupos económicos, un 30% de las actividades criminales y un 5% de la corrupción política. 

El sinceramiento es que este 65% y el 5%  hoy están unidos. Macri ha dicho en la Rural: …“ahora estamos todos juntos”..., hablándole a los dueños del campo, a los grupos económicos y a los políticos que lo apoyan; mientras convencen a la sociedad de que el  5% de la gestión anterior es la verdadera, única y principal causa de todos los males. Que matando al perro se acaba la rabia.

Nuestra Historia, Cristina y Macri son herencia recibida por nuestra idiosincrasia y en nuestra conformación social. El mayor obstáculo a las propuestas, para disminuir el sufrimiento, es que el hombre sostiene su adherencia al sistema en que se desarrolla. La promoción de liberación no tiene en cuenta que el sometimiento trasmite y facilita una identidad de satisfacción, una forma de ser; la única vivida por muchos humanos. Por ello es necesario saber que se requiere de las personas, pero también a que estarían dispuestas. El pueblo tendrá que sincerarse, si va o no a apropiarse de lo heredado, de lo bueno y de lo malo, para superarlo.

Lo importante y necesario es construir un relato que produzca, promueva y solidifique nuevos posicionamientos subjetivos que puedan sostener en el tiempo una política económica justa e igualitaria en sus posibilidades.                               

* Psicoanalista.