Me encuentro en un cena familiar, todos como guionados comienzan a indignarse porque a Meryl Streep se le ocurrió contar que una vez Dustin Hoffman le tocó el culo. Mis familiares se dejan llevar, sobre todo porque yo no parecía con ánimos de interrumpirlos, esto les dio coraje, dando por sentado que mi silencio era la confirmación de que estaban en lo cierto: “despues de tantos años…, pero che, una tocada de culo….  qué exagerada….  con qué necesidad lo cuenta….  qué pesada…”. Por supuesto que yo, señorita especulación, no hacía otra cosa que observar hasta dónde llegarían sus clichés, les di el tiempo de la comedia para que instalaran el tema o pie y poder entonces yo rematar espectacularmente, como si todo estuviera siendo filmado ahí mismo, claro que vivo pensando que todo diálogo de la vida real es un texto que puede usarse. Y de hecho aquí estoy, usándolo. 

Luego de que ya estuvieran embarrados en sus palabras, abrí la puta boca que me ha tocado en suerte: “De qué carajo hablan, es fucking Meryl Streep y puede decir lo que se le cante el orto”. El coro de cotorras misóginas se silenció al instante. Ustedes dirán: ¿qué importa si  es Meryl Streep o Juanita Perez? cualquiera puede decir lo que se le cante el orto. Sí, sí. Pero volvamos al contexto, no abramos ventanas de indiganción al pedo. La pregunta es: ¿Por qué mi familia le estaba cuidando el nombre a Dustin Hoffman y no a Meryl Streep? ¿Por qué tocarle el culo a una mujer en los setenta es menos grave que una mujer contando que le tocaron el culo en los sententa? ¿Por qué Dustin Hoffman merece más respeto y cuidados que LA MISMISIMA PUTA MADRE DE LA ACTUACION FUKING MERYL STREEP? Alguien que me explique. 

Les propongo un ejercicio, que para algunas será muy fácil, dado que seguramente lo han vivido en carne propia. Sos joven, todavia no tenes 30 y un compañero de trabajo te toca el culo, como suele pasar, lo disfraza de chiste, de joda pasajera, rién dos o tres que están ahí. Pero para vos el tiempo no pasó, no pudiste defenderte en el momento por miedo a que te tilden de loca y día tras día, aunque la situación no te traumó en lo profundo de tu ser, repasas las diferentes maneras en las que tendrías que haber reaccionado, las diferentes frases con las que lo podías haber mandado a cagar e, incluso, ya pasás a imaginar con qué elementos de tu alrededor le podrías haber pegado. Pasa el tiempo, ya cambiaste de trabajo y te olvidás del incidente, pero cada vez que te lo nombran el odio vuelve como el primer día. Creés que la proxima vez que lo veas le vas a decir algo que le duela. Pero sudece unos años después y no lo hacés, te lo encontrás en una reunión y no, no te animás, estás en una fiesta ¿qué van a decir todos? que sos una loca sin sentido del humor, que les arruinaste la noche con tu malondeada. Ahora ha crecido esa cuenta pendiente y es una bola de fuego incandecente. Pasan unos meses, te olvidás, y pasan años, ni pensás en eso, salvo cuando alguien lo nombra al tipo ese y algo te retuerce las entrañas. Y un día andás en facebook y ves que una piba cuenta que le pasó algo feo con ese tipo, el fuego incandecente se aviva como nunca, se te acelera el corazón y sí, finalmente es el momento de contar que ¡EL FORRO DE CARLOS TE TOCO EL ORTO EN EL 98! El muy pajero de mierda y ojalá que la vida entera se le arruine para siempre. El fuego comienza a apagarse.

Vuelvo a casa y gugleo lo sucedido entre Meryl Streep y Dustin Pajero Hoffman. Lo que sucedió no es lo que contó mi familia. Meryl lo había contado en un entrevista para la revista Time en 1979. La entrevista resurgió ahora dado otras denuncias del actor. Meryl contó que fue audicionar para una obra que él dirigía y que el nabo se presentó eructando y que luego le tocó un pecho. Lo primero que pensé fue: qué suerte que no se pasó la vida custodiando ese rencor y lo segundo fue qué suerte todas las pibas que son pibas ahora y saben que pueden hablar y escrachar no solo abusadores, a los forros de mierda también.